Mi novio

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(Armando)
No sabía que le ocurría ni tampoco tenía intenciones de preguntar, sabía que el embarazo podía ponerle más sensible, las cosas podían afectarle más y debía darle mucho amor, comprensión y ternura. Era una etapa complicada y debía darle todo mi apoyo. Quería que fuera lo más fácil posible para él.
Le abracé con fuerza mientras ponía su rostro en mi pecho, observé de reojo su vientre ya algo marcado, tenía sus manos sobre él, por lo que llevé una de las mías ahí para ponerla sobre las suyas.
Dejé besos por diferentes puntos de su cara, comenzando por la nariz para acabar en sus labios.
Le di un pequeño y tierno beso de corta duración para después acariciar suavemente sus labios con mi pulgar, miré fijamente a sus ojos a través de las gafas.
Limpié las escasas lágrimas que caían de sus ojos por sus mejillas.
Realmente estaba intentando ocultar sus sentimientos, como siempre.
No podía decir que no confiaba en mí, pues si fuera otra persona estaba seguro de que ni una lágrima saldría de esos ojos tan oscuros y traumados que tiene.
No sabría decir si lo hacía porque era el padre de su hijo y las feromonas le hacían sentirse seguro conmigo o porque de verdad se sentía así.
En un embarazo las feromonas se vuelven locas, es como un celo constante, perciben más el aroma de su alfa, necesitan su presencia en todo momento, su cercanía...
Pero no era hora de pensar en eso.
Puse mis manos en la cintura de Jack para ayudarle a recostarse en la cama, me posicioné a su lado.
-Es tarde, no tienes trabajo?-me miró.
-Si tengo, pero puedo quedarme contigo si quieres, Conway.
-Tienes trabajo, sé que es importante.
-Conway.-le miré fijamente a los ojos.-Nuestro bebé más.
Asintió besando mi mejilla.
-Ve a trabajar, anda. Que van a decir que solo te haces pajas, al final.
-Bueno, eso también, Conway, aunque el tema es que yo si que trabajo, eh. Tengo una causa justificada para no ir.
-Vete a trabajar, joder.
-Conway.
-Grúas.
-Vete, anda. Yo también quiero que te quedes, pero tienes que ir a trabajar, coño.
Le miré unos instantes con una ceja alzada, no estaba convencido de dejarle solo, aunque en realidad nunca lo estaba.
Me negaba a que me necesitara y no estar para él.
Me acerqué a su oído, le susurré.
-Si quieres verme algún día mientras trabajo, ven al taller, puedes traer tu coche si no te apetece levantar sospechas, aunque no me importa. También hay excusas de presupuestos y papeles, o cualquier cosa que se te ocurra. Si no, simplemente puedes decir que soy tu novio, Jack.
-M-mi novio?
-Exacto, o no es así?
Asintió algo nervioso para plantar un beso en mi mejilla.
-Lo haré, ahora vete, coño. Que se te hace tarde.
-Voy.-me preparé rápido para dejar un beso en sus labios y otro en su abdomen, salí del departamento y me monté en mi coche.
Conducí hacia el taller con tranquilidad pensando en mis palabras con una sonrisa.
Me parecería magnífico que Jack dijera en el taller que soy su novio.
Seguro que le tomarían por loco, nadie le creería, pero me encantaría ver sus caras de sorpresa.
Todos pensaban que yo carecía de pareja y que era un alfa solitario, y puede que tuvieran razón por mucho tiempo, pero ya tenía a mi mate además de una pequeña manada junto con el bebé de su interior.
Tenía una peculiar familia, pero sin duda muy especial.
El jefe de mecánicos, el Superintendente de la policía y un pequeño que hicieron de rebote en un celo en el que ambos estaban necesitados.
No me importaba eso, me encantaba mi manada.
Suspiré pensando en Jack, últimamente me estaba costando mucho dejarle para ir a trabajar o a cualquier lugar, parecía que yo era el embarazado, necesitaba de su compañía siempre, no podía estar sin él.
Podía ser por la marca, por el bebé, pero sabía que era porque le amaba.
Suspiré para ver el taller, aparqué el coche y me bajé para acceder a él.
Me puse de servicio con una pequeña sonrisa saludando a mis empleados y a algunos clientes a mi paso y deseándoles unos buenos días.
Comencé a trabajar.
No fue un día especial.
Estuve horas extrañando a Jack y recordándole para después al salir de mi turno correr a casa con una sonrisa y mucha ilusión...
Llegué y abrí la puerta para adentrarme en la casa.
-Ya estoy aquí, cariño.-elevé un poco la voz para que me escuchara correctamente.
Jack vino hacia mí para darme un fuerte abrazo, a lo que le correspondí, le extrañaba.
Fuimos a cenar afuera al no apetecernos a ninguno preparar nada y después volvimos a casa y hablamos sobre el día, contándonos anécdotas y vivencias.
Por muy aburridas que fueran, las escuchábamos con una sonrisa, pues lo que más nos importaba era escuchar la voz de otro y el entusiasmo de sus palabras.
Hablamos hasta dormirnos, abrazados, como siempre.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora