Cambios de humor y de temperatura

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(Armando)
Se aferró a mí todo lo posible suspirando levemente al notar mis caricias en mi espalda.
Esperaba que estuviera bien, no quería preguntar por si acaso, aunque si que es verdad que el embarazo te ponía mas sensible.
Se separó rápidamente intentando mantener la compostura para tomar la mano de mi mano y apoyar su cabeza en mi hombro.
-Quieres que vallamos a algún lado o vamos ya a casa?-me miró.
-Como tú quieras, Jack.-le miré también.
-Podríamos ir a casa dando un paseo, supongo.
Asentí comenzando a caminar hacia allí de su mano.
-Sabías que te amo?-le susurré cariñosamente.
-Lo sabía, aunque yo si que te amo, capullo mío de mierda.
Sonreí levemente al escuchar su tono, esa forma de hablar suya me encantaba, aunque si que era verdad que cuando hablaba como Superintendente y cuando hablaba en la intimidad era muy distinto, pero cada faceta de él me encantaba.
-No niego ser tu capullo de mierda, pero me encanta serlo.-sonreí ladinamente para guiñarle un ojo y darle una mirada provocadora a su cuerpo de arriba a abajo, fijándome en los detalles que más me gustaban, cosas únicas y que le hacían especial, pues él no se parecía nada a los demás, tenía su propia personalidad y no se dejaba influir en nada y eso me encantaba y me enamoraba.
El que siempre fuera en traje sin excepción, en invierno, verano, trabajando, fuera de servicio, al hospital, al taller, con sus típicas pistoleras marrones de siempre y las gafas que nunca se quitaba que le daban un toque enigmático.
Su expresión intimidante de siempre y su grave voz que siempre alzaba, menos ahora por el embarazo, claramente. Lo estaba haciendo genial.
Su mirada desafiante que usaba en muchas ocasiones y mád de una vez usó en mí acelerando mis latidos.
Esa personalidad tan fuerte e impulsiva casi opuesta a la mía.
Encajábamos a la perfección.
Y sin olvidarme, por supuesto, de su abdomen tonificado que se iba redondeado día tras día. Más de una vez me le había imaginado con la pancita ya algo desarrollada y se le veía tan precioso, tan adorable...le cuidaría mucho, al igual que siempre.
Sonreí y tomé su antebrazo para que dejara de caminar y me abalanzancé sobre él y robándole un anhelado e inesperado para él beso al que correspondió de inmediato.
Puse mis manos en su espalda baja acariciando esa zona mientras observaba sus ojos fijamente en el beso.
Subió sus brazos a mis hombros y los apoyó ahí, por lo que bajé mis manos hasta debajo de su cadera tocando con una sonrisa ladina.
Se sonrojó levemente y puse mis manos debajo de su culo para alzarle y que se abrazara en mí.
Enrolló sus piernas en mi cintura con fuerza para no caerse, por lo que comencé a caminar hacia casa agarrándole bien.
Nos separamos de ese beso para juntar nuestras frentes e ir dejándonos pequeños besos mutuamente por el rostro.
Caminé con precaución observando al frente al ver que Jack bajaba a mi cuello dejando besos húmedos en él.
Por suerte no había mucha gente por la calle, estaba vacía y tampoco es que estuviéramos tan lejos de casa.
Sonreí, ladeando un poco mi cabeza para permitirle un mejor acceso a mi cuello.
Vi la puerta de nuestro apartamento frente a mí y busqué la llave de esta en mis bolsillos.
La encontré en el izquierdo y la agarré para sacarla de ahí y dirigirla a la cerradura.
La introducí para girarla y abrir la puerta pacientemente, caminé hacia el ascensor, me metí en él.
Pulsé el botón del piso y me apoyé en la pared, acariciando los costados de Jack, que estaba dejando lamidas y marcas por mis clavículas.
Al subir el ascensor y llegar al piso, salí de él para caminar hacia la puerta y abrirla con la llave.
Pasé, apoyando mi espalda en ella mientras observaba las acciones de Jack atento.
-Dónde quieres hacerlo, cariño?-le susurré en el oído.
-Ahí mismo, hostia.-señaló el sofá para volver a mi cuello y seguir mordiéndolo levemente y dejándome chupetones.
Caminé hacia donde me dijo para recostarle con cuidado en él y ponerme sentado a su lado.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora