Ella

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(Conway)
Suspiré recordando algunos sucesos de mi pasados para nada agradables.
Había participado en más de tres guerras, Afganistán, Iraq, Bosnia, Líbano...
En ellas habían caído miles y millones de soldados de ambos bandos.
Yo era un superviviente de todas, a veces no me parecía posible. Salir con vida de una guerra es complicado, pero de tantas? Eso ya era la polla.
Tenía mis propias teorías. A lo mejor ni la mismísima muerte me quería en su seno y por ello tenía que seguir vagando por la existencia sin razón de vivir.
Claro que ahora si que la tenía, por fin, después de años y años.
Ya llevaba unos diez años de Superintendente.
En la guerra conocí a una mujer ojiazul con cabellos cual cobre.
Era realmente hermosa y cuando aparecía por nuestro campamento para atender a los lesionados no podía evitar que mis latidos aceleraran.
Esa ems producía efectos muy extraños en mí, cosas que nunca había sentido.
Solíamos quedarnos hablando cuando terminaba su turno y cada vez nos llevábamos mejor.
Un día, me dispararon gravemente en un hombro.
La bala produció lesiones en el músculo y tendón, por lo que acabé inconsciente y casi pierdo la vida.
Consiguieron defender mi cuerpo y llevárselo antes de la tragedia, por lo que corrieron al campamento para que recibiera atención médica urgentemente.
Me atendió ella.
Me contaron que se veía preocupada. Dando lo mejor de sí para que esa bala no me formara alguna afección más grave.
Estuve inconsciente unos días hasta despertar. Ella estuvo a mi lado todo ese tiempo. Se alegró mucho al verme y no dudó en venir todo lo rápido posible para acunarme entre sus brazos con fuerza.
-Jack, estás bien. Lo sabía, sabía que esto no sería nada para ti!-me abrazaba aferrando mi cara a su pecho mientras dejaba pequeñas caricias en mi pelo.-Me alegra mucho que hayas despertado por fin, te extrañé y me quedé cuidándote, no sé si recordarás algo, Jack.-besó mi coronillas para mirarme fijamente a los ojos.
Todo era un recuerdo borroso, pero algunas cosas sueltas si que las recordaba.
Ella me cantaba por las noches y me decía que me iba a poner bien, que me quería, que no podía dejarla...
La abracé también con fuerza asintiendo.
-Estoy bien y aquí, señorita Evans, con usted.
-Ya sabes que puedes llamarme Julia, Jack y el usted me lo puedes quitar, tenemos confianza, no es así?
Asentí mirando sus facciones, si que la había extrañado.
Tuve que quedarme unos días en cama hasta que mi herida cicatrizara y ella se ocupó de mi las veinticuatro horas del día.
Pasamos muy buen tiempo juntos y congeniamos a la perfección. Ella era como una pequeña flor bella y delicada.
Cada detalle de ella era perfecto, su tierna risa, esos labios rosas tan simétricos, el brillo de sus ojos tan inocente y esa expresión tan ilusionada por vivir la vida cada día.
Era demasiado alegre y entusiasta.
Comenzamos una relación y a eso de 2005 nos casamos.
Era complicado, pues yo estaba en la guerra y cada vez que me iba no sabía si iba a regresar.
Ella tenía que quedarse en el campamento rogando a los Dioses porque volviera con vida para darnos esos besos apasionados que tanto nos gustaban.
Yo intentaba estar con ella el mayor tiempo posible, pero estábamos en plena guerra y la situación no lo permitía.
Siempre intenté darle todo el amor que se merecía y ese creció al enterarme de que estaba embarazada.
Intenté darle todo el apoyo posible y cuando estaba fuera del campamento durante largos períodos nos comunicábamos por cartas.
Tuvimos a nuestra pequeña, Danielle y Julia dejó el trabajo para poder ocuparse de ella mejor. Iba a visitarlas siempre que podía y las amaba mucho.
Dos años después, nació Mathias y éramos realmente felices dentro de lo que cabía.
Cuando terminó la guerra de Iraq en 2011 recibí la para ser Superintendente, oferta que sin duda acepté para no seguir en ese infierno.
Dejé a los marines, auque los únicos supervivientes de mi división fuimos mi mentor Roy y yo.
Él quería seguir luchando a mi lado, codo con codo, pero yo ya no quería esa vida, nunca la quise.
Le dejé, rompí el juramemto del semper fi para mudarme a los Santos a comenzar una nueva vida.
Sin guerras, empezando de nuevo.
Los flashbacks y las pesadillas me seguían atormentando, pero claramente era mejor que vivirlo.
Todo iba normal, tenía un trabajo estable, una familia llena de amor con al que podía pasar más tiempo, ya no estaba en ese ambiente de destrucción masiva.
Las cosas habían mejorado.
Cada vez éramos más felices y mi trabajo me llenaba cada día. Me encantaba ayudar a los demás, y además, me parecía algo más sencillo que ser militar.
Hasta que llegó ese fatídico día...
Roy, tremendo hijo de puta.
Fue mi mentor, sí y puede que si que estuviera mal haberle dejado, pero tenía una familia por la que pensar y no me gustaba la idea de caer en el campo de batalla y dejarles solos.
Roy se tomó muy mal mi abandono y me buscó por cada rincón hasta dar conmigo.
Reclutó hombre para su venganza, era el jefe de una mafia.
Al principio solo hacían atracos, pero las cosas cada vez se torcían más. Comenzaron a matar policías.
Siempre ponían de excusa que era venganza y que querían verme sufrir poco a poco hasta darme la estocada final.
Les intenté investigar, pero eran demasiado listos. No conseguimos ni una identidad y los agentes infiltrados terminaron a tres metros bajo tierra.
Cada vez iba perdiendo más agentes, empezaron con alumnos, después oficiales de rango uno, dos, tres, subinspectores...
Un día, recibí un mensaje extraño de Julia, decía que me quería y que siempre iban a hacerlo, ella y los niños.
Le dije que yo también, peeo más tarde entendí todo.
Recibí una ubicación de un número desconocido y no dudé en ir a toda hostia hacia allí.
Pensé que matarían a algún agente, pero nada podía ser peor...
Julia, Danielle, Matty...
Atados a un puto árbol frente a la playa rodeados por los putos miembros de esa mafia de mierda.
Intenté cambiarme por ellos, rogué todo lo que pude, rebajé mi intocable orgullo por ellos, pero no podía ser.
El jefe se quitó la máscara de calavera que cubría su rostro.
-Roy...
-Conway.
Nos miramos a los ojos desafiantes, éramos viejos amigos, pero deseaba con todas mis fuerzas que su sangre corriera por mis manos.
Me sonrió maliciosamente para acercarse a mi familia, tomó por el mentón a mi pequeña.
Danielle le miró asustada, su expresión me dolía en el alma.
Intenté correr hacia ellos para detenerlo, pero me agarraron entre varios y me esposaron al lado de mis seres queridos.
Pensé que era el fin, pero al menos moriríamos como una familia, verdad?
Agarré con fuerza la mano de Julia dejando un beso en ella para mirar al frente, el mar, infinito, verdad?
Mi esposa y yo nos mirábamos fijamente a los ojos. Nuestras alianzas brillaban en nuestros dedos entrelazados.
Era una mirada tan llena de amor y tan sincera...una que nunca nadie me había dedicado en la vida.
-No me arrepiento de nada a tu lado, Jack.-besó mi mejilla por lo que la miré atento.
Quería recordarla por siempre sea donde sea que iríamos después de esa vida.
Los números bajaban y las armas nos apuntaban.
-3, 2, 1.- cerré los ojos con fuerza.
Escuché un fuerte grito de mujer y niños, noté como Julia soltaba el fuerte agarré que tenía en mi mano.
-Prométeme no hace nada, vive tu vida, Jack, disfrútala, semper fi.-cerró esos ojos con un brillo tan vivo que siempre tuvo sumiéndose en la oscuridad para el resto de la eternidad.
Grité también al oírla y abrir los ojos, ojos que se llenaron de lágrimas al instante.
-JULIA! JULIA! DESPIERTA, JODER, NO PUEDE SER, ESTÁS VIVA, DESPIERTA, VUELVE, NO PUEDES DEJARME SOLO, NO PUEDES, JULIAAAA!-me movía agitadamente intentando sobarme de las cadenas.
Los mafiosos se acercaron a mí armados hasta las trancas para soltarme.
Pensaronq ue les atacaría, pero tomé el cuerpo de la mujer de mi vida entre mis brazos y lo apreté contra mi pecho viendo la sangre caer de su frente, manchando mi ropa y mis manos al instante.
Mis manos no estaban para nada limpias, pero tener esa sangre en ellas ardía.
Mis gritos y llantos no me permitian escuchar nada de la realidad.
Las ambulancias, los médicos diciendo que los habíamos perdido a los tres, mis agentes intentando tranquilizarme, la hermana de Julia, Michelle, llorando y preguntando qué había pasado, diciendo que fue todo poe mi culpa, por no saber cuidarles...
Sabía que así era,pero no podía parar, estaba sin control.
Al final tuvieron que sedarme, me dió una taque de agresividad y ansiedad.
Desperté en una camilla, solo. No como todas las veces que esa pelirroja estaba a mi lado o esos juguetones niños saltaban alrededor mío diciendo que esperaban que me mejorara para que les llevara al parque.
Volkov entró a mi sala para ver mi estado, yo aún no lo creía, me negaba a asimilarlo.
-Y Julia, Volkov?
-Julia...
-Julia, sí, dónde coño está?
-No se acuerda?
-Ha venido a verme?
-No...
-Llámala y dile que la quiero ver, Volkov.
-Conway...
-Que lo hagas, coño!
-Conway.
-Que lo hagas ya, joder!
-Conway, su mujer ha fallecido...
-Llámala, Volkov!
-No está con nosotros, Conway...
-QUE LA LLAMES, CAPULLO DE MIERDA.
-Su esposa falleció, Conway...
-No, no, qué cojones dices? Qué coños te inventas? Llámala y dile que la extraño y que me apetece verla.
-No puedo, Conway.
-Que la llames te he dicho, hostia!
-Conway...cómo se encuentra?
-Que no me cambies de temita! Llama a Julia! Te lo deletreo? Qué no lo entiendes? Quiero verla, coño.
-Podemos verla si quiere. Solo prometa mantener la calma.
-Porque no la mantendría?
-Jack...
-Porque no, Volkov?
Volkov no medió palabra, me hizo una seña para que le siguiera, salió de la sala, me guió hacia la morgue.
-A dónde coño que llevas?
-A ver a su esposa, Conway. Pase, yo le espero aquí, seguroq ue necesita espacio.
-Qué coño dices? Cómo va a estar ahí mi mujer?
-Lo siento mucho...Entre...
Le miré mal unos instantes para entrar a la sala, se podían ver varias camillas con cuerpos cubiertos con sábanas blancas.
Me acerqué a un ems.
-Ha visto a mi esposa?
-Su esposa? Me dice nombre o descripción, por favor?
-Julia Evans, una mujer pelirroja, nuy hermosa y con los ojos azules. También deberá de estar con nuestros niños. Son dos, Danielle Conway y Mathias Conway. Los ha visto?
-Claro que sí, Superintendente. Permítame decirle que le acompaño en el sentimiento, siempre se van los mejores.-me dedicó una mirada compasiva y caminó hacia unas camillas.
-Aquí están, su esposa y sus dos hijos. Ya les han hecho la autopsia, tiene usted que esperar unos procedimientos y ya podrán llevárselos para hacerles un funeral como se merecen.
-Cómo que autopia? Funeral? Llévame con mi esposa, anormal.
-Aquí está, Intendente. Lo sentimos mucho.
Miré la camilla, me acerqué lentamente a ella para levantar la sábana con cuidado.
Allí yacía el cuerpo pálido sin vida de la mujer que tanto amaba. Con un disparo atravesando su frente y sus preciosos ojos cerrados.
-Qué cojones me estás contando, capullo? Llévame con Julia.
-Intendente...

Me desperté en mi cama, me dolía todo, tenía demasiada resaca junto con contusiones y heridas de cortes por todo mi cuerpo.
Miré a mi alrededor, Julia?
No podía ser...seguro que fue una pesadilla y estaba preparando el desayuno en la cocina junto a nuestros pequeños...verdad?
Tenía un mensaje de Volkov. Por lo visto intenté quitarme la vida...
No podía ser...
Julia...

Supiré pesadamente saltando de la bañera al salir de mis flashbacks.
Las lágrimas caían por mis mejillas y mi novio estaba frente a mí mirándome preocupado y acariciando mis hombros suavemente.
-No contestabas, Jack...me preocupaste...estás bien?-miró mis ojos fijamente pasando sus pulgares por mis mejillas para limpiar mis lágrimas.
Negué levemente para abrazarle fuerte y esconder mi cara en su pecho, rompí en llanto.
Acarició mi pelo suavemente mientras me sacaba de la bañera para secarme y llevarme a la cama.
Me puso una de sus camisetas para abrazarme fuerte y prestarme su hombro para llorar, realmente lo necesitaba.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora