Tercera ronda

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*Esta parte incluye contenido sexual*

(Conway)
Hundí mis manos en su cabello acariciándolo y jugando con él con una sonrisa.
Me separé después de unos minutos de beso para tomar aire, pero aspiré su aroma y sentí una necesidad enorme de besarlo de nuevo.
Bajó a mi cuello, dejándome besos y lamidas en él mientras yo mordía fuerte mis labios por la desesperación de no tener contacto con los suyos soltando suaves jadeos.
Pasé mis manos por sus hombros, para después bajarlas a su abdomen e ir subiendo su camiseta.
Me ayudó, subiendo los brazos para que así puediera deslizar la prenda por ellos y dejarla caer al suelo.
Comenzó a succionar mi piel con su boca, dejando chupetones en ella para después dejar pequeñas marcas y mordidas.
-Se tiene que ver a simple vista que eres mío, Conway. Solo mío, de mi propiedad.~-volvió a mi cuello para seguir dejando sus marcas en él.
-C-concuerdo contigo. Se tiene que ver a la perfección que Armando Grúas es el dueño completo de mi ser y mi alma y el único al que amo, déjame como un puto dálmata, joder.~-murmuré en su oído con una voz provocadora mordiéndome los labios ante sus palabras. Yo era solo suyo.
Llevó sus manos a mi espalda baja, acariciando esa zona que era especialmente sensible para mí, al igual que toda la parte posterior de mi cuello, espalda y cuello.
Me estremecí al notar escalofríos en mi columna y mordí mis labios con algo de fuerza abrazándome a Armando lo más fuerte posible para tenerlo lo más cerca que se podía.
Bajó a mis pecho para llevarse mis pezones a la boca y lamerlos mientras dejaba mordidas en mis pectorales.
Comenzó a succionar mis clavículas a la vez que se comenzaba a frotar contra mis caderas.
Bajó sus manos a mis glúteos para acariciarlos y apretarlos sin vergüenza alguna, como si hiciera eso todos lo días, como si no fuera la primera vez que lo hacía, esa confianza que tenía para tocarme...me volvía loco.
Lamió mi yugular hasta mi barbilla para subir a mis labios y mirarme a los ojos.
-Mío.~-susurró contra mis labios con una voz ronca y provocativa que me exitó demasiado más de lo que ya lo estaba.
Aumentó el agarre de mis caderas, atrayéndolas hacia su cuerpo para rozarse con ellas.
-Tuyo.~-murmuré besando sus labios de nuevo y mordiéndolos al notar como llevaba una de sus manos a mi bragueta para desabrocharla.
Puse mis manos en sus mejillas para que no se alejara del beso ahogando jadeos en el beso al notarle metiendo sus manos en mi pantalón para acariciar mis muslos posesivamente.
Se notaba que quería demostrar a todo el mundo que yo era solamente suyo, de su propiedad, que le pertenecía, que él era mi hombre, que llevaba en mi interior un hijo suyo, que estábamos formando juntos una familia...
Se me iluminaron los ojos y mordí mis propios labios al encendérseme una bombilla.
Me separé del beso.
-A-armando~.-le llamé captando su atención.
Agarré su mano y la llevé a mi clavícula.
-M-márcame.~-me sonrojé mirando sus ojos fijamente.
Acarició mi clavícula en silencio para acercarse más a mí.
-Estás seguro?~-miró mis ojos fijamente y agarró mi mentón con una de sus manos para que le mirara directamente.
-Segurísimo.~-asentí a mis palabras.
-Seguro seguro?~
-Que sí, coño. Márcame, cariño~
Armando asintió para volver a mi cuello y comenzar a lamerlo mientras desabrochaba sus pantalones.
-Entonces me vas a marcar, amor?~-le miré y acaricié su cabeza.
Levantó su mirada de mi abdomen para mirarme a los ojos.
-Pues claro, pero primero voy a asegurarme de que te duela lo mínimo posible. Te tengo que follar mientras te marco, además no seas impaciente, hay tiempo de sobra.-miró mis ojos unos instantes para volver a mis abdominales.
-Joder, que directo...-Me sonrojé por sus palabras y reí bajo ocultando mi sonrojo con mis manos.
Armando agarró mis muñecas y destapó mi sonrojo, besando mis mejillas con una sonrisa ladina para volver a mi cuello.
Comenzó a bajar lentamente mis pantalones, observando las vistas de mi erección ya bastante despierta.
Bajó hasta ella, para dejar un beso sobre los bóxers y lamer mi abdomen bajo mientras metía su mano en ese trozo de tela.
Acarició mi miembro, causando leves jadeos en mí.
Suspiré de placer mientras veía como dejaba un camino de besos y lamidas por mi abdomen hasta mi pecho.
Seguidamente, bajó mis bóxers y los dejó caer a un lado de la cama mientras bajaba su mano a mi entrada.
La acarició, notando que ya estaba lubricada y abrió mis piernas mientras besaba mis labios de manera corta.
Bajó sus bóxers un poco, sacando su pene por la bragueta de su pantalón sin quitarse la parte baja de su ropa.
Alineó su miembro con mi entrada para dejar caricias en ella con su glande, besando mis labios lentamente y acariciando mis muslos.
Bajó sus caderas poco a poco para irse introduciendo en mi interior, provocando que ambos ahogásemos gemidos en el beso.
Comenzó a embestirme solamente con la punta de su miembro para ir aumentando cada vez más la velocidad y profundidad de la penetración.
Suspiré de placer, arañando su espalda, mientras acariciaba su culo por encima de sus pantalones y apretaba sus caderas exigiendo más.
Armando lamía mis clavículas y cuello cariñosamente dejando pequeñas marcas en esas zonas preparándolas para la marca oficial.
Empezó a moverse con más intensidad, por lo que llevé mis manos al cabecero entre gemidos altos con su nombre al ver las estrellas.
Ambos llegamos al orgasmo, gimiendo el nombre del contrario fuertemente.
El sonido de la habitación, el cabecero golpeando contra la pared, nuestros gemidos y suspiros de placer, nuestras respiraciones agitadas, el golpeteo de nuestros cuerpos chocar, los besos húmedos que nos dejábamos mutuamente...
Armando siguió embistiéndome fuerte mordiendo mis labios.
De repente, noté un caliente líquido de parte del mecánico en mi interior y suspiré de placer.
Seguidamente, noté un cosquilleo en mi abdomen bajo y solté un gemido más alto que los anteriores al correrme entre nuestros abdómenes.
Armando continuó con las embestidas directas en mi punto mientras me miraba a los ojos en busca de aprobación.
Cerré mis ojos respirando agitadamente entre gemidos altos al estar en pleno éxtasis.
Armando tomó un leve impulso para clavar sus dientes en mi clavícula de golpe, lamiendo sus alrededores y la sangre que salía de ella mientras miraba mis ojos, agarraba fuerte una de mis manos y con la otra me daba caricias en el abdomen.
Pegué un grito fuerte por el dolor para desmayarme.
Mi mundo se volvió negro.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora