Horacio

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(Armando)

Estaba esperando en la sala de espera casi mordiéndome las uñas, tras horas y horas de parto, me habían mandado salir, pues el momento decisivo estaba ocurriendo.

Horacio, estaba por fin viendo la luz, estaba siendo padre en esos precisos momentos.

Estaban a mi lado Yun, Juanjo, Manolo, todos los de esa familia que ya había sido desmantelada completamente, y también Volkov y Michelle, esa mujer tan alta del cni que te infundía respeto con el simple hecho de mirarla.

No mucho se escuchaba de esa puerta de hospital, yo realmente querría estar adentro acompañando a Jack, pero se negó, a veces su orgullo podía llegar a niveles insospechados, pero respetaba su decisión.

El silencio no me tranquilizaba para nada, pedía al menos un indicio de que todo estaba saliendo bien.

Y de repente, cómo si alguien de allí arriba hubiera escuchado mis plegarias, un llanto de bebé inundó toda la sala de espera.

Ese era mi pequeño, sin duda.

Me levanté instintivamente, y caminé hacia la puerta con lágrimas en los ojos, lágrimas de emoción y de felicidad.

Apoyé mi mejilla en la puerta, tratando de escuchar algo a través de ella, una voz, una palabra, la reacción de Jack en esos momentos, algo.

Nada, o la puerta era lo suficientemente grande como para que los pacientes tuvieran privacidad o yo no tenía el suficiente sentido del oído para escuchar lo que se decía en el interior de esa sala.

Traté de ver también por el cerrojo de la puerta, pero en cambio, lo siguiente que vi según traté de meter mi pupila por ese minúsculo hueco, fue el suelo, pues abrieron la puerta para por fin llamarme a conocer a mi hijo.

Pasé a la sala, haciéndome el loco al escuchar al ems que me abrió reírse por mi caída, y caminé hacia la camilla en la que reposaba un Jack bastante débil tapado hasta su cuello sosteniendo algo enrollado en una manta, mi bebé.

Las lágrimas volvieron a fluir de mis ojos, y di algunos pasos caminando hacia el ansiado encuentro, pero parecía que la distancia no disminuyera.

Llegué por fin, y pude ver por primera vez en esos momentos esos ojos bicolores, portando uno un tono marrón heredado de ese campeón que le había dado a luz y el otro mi orbe verdoso.

Ese pequeño bebé castaño me observaba con curiosidad, aferrándose al pecho de Jack con fuerza, y derritiéndome el corazón al instante.

-L-lo has hecho muy bien.-hablé entre sollozos, dejando un beso en la frente de mi novio y otro en sus labios.-Estoy muy orgulloso de ti, gracias por hacerme papá.-cerré mis ojos con fuerza para no seguir llorando.

Sentí la caliente palma de Jack en mi mejilla, tratando de calmar mi llanto, por lo que agarré con fuerza su mano.

-No es precioso? Quieres cargarlo?

-Sí, es lo más bonito que me ha pasado en la vida...puedo?

Asintió, y tiró de mi mano hasta posarla sobre el bebé.

Luego yo, con sumo cuidado, cargué al recién nacido en mis brazos, apoyándolo en mi pecho y observándolo fijamente, tal y como él me miraba a mí.

-H-hola, H-Horacio...-sonreí, con lágrimas en los ojos.

El pequeño movió sus pequeños brazos en señal de diversión, y soltó una tierna risa, para después agarrar el cuello de mi camiseta con sus deditos.

-Joder, esto es demasiado para mí...me va a matar un día de estos, el niño.-habló Jack, tapándose mejor con las mantas.

-Jack...-le abracé, colocando al bebé entre los dos.

-De nada, hombre, ya pasó.-me dio palmaditas en la espalda.-Sé que es precioso, es muy bonito, ahora déjame dormir.-me dio la espalda.

Ems:-Anda que el Superintendente no lloró cuando lo vio por primera vez...

-Shhhh cállate o te chapo el hospital, capullo.

Solté una leve carcajada, imaginándome a mi amado omega emocionado al conocer a nuestra creación.

-De qué coño te ríes?-me miró indignado.

-De nada, Jack, de nada.-limpié mis lágrimas, riendo bajo.-Duerme, yo cuidaré a Horacio.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora