Viviremos juntos

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(Conway)
-Este es el salón, sé que ya lo conoces de sobra, pero bueno. Por allí está nuestro cuarto, aquí el baño...
Estaba enseñándole a fondo la casa a Armando. Nuestra casa, porque éramos una familia.
Terminé de enseñarle la casa y me tiré exhausto al sofá. Armando dejó su maleta en el cuarto para luego venir y mirarme. Acarició mi frente.
-Estás muy cansado, amor?-tomó mi mano mirando mi abdomen.
Asentí cerrando los ojos.
Al final decidimos no hacer tan precipitadas las cosas.
Ya había pasado un tiempo desde que acordamos eso de vivir juntos.
Yo ya tenía aproximadamente mes y medio de embarazo.
La verdad es que ya se empezaba a notar mi estado. No se me notaba el vientre todavía, pero si que se notaba por los síntomas.
Pues si que me encontraba más cansado, ya tenía alguna que otra naúsea, antojos, más apetito, dolores musculares, también me sentía algo más sensible emocionalmente, las cosas me afectaban más...había algún día que no me apetecía ni levantarme de la cama.
En este tiempo había ido algunos días a trabajar, otro sinplemente no me apetecía o no me encontraba bien para ir.
Armando estuvo este tiempo a mi lado, como pareja, padre de mi hijo, apoyo emocional, protector... Le amaba demasiado.
-Joder, no sabes cuánto me alegra que ya vallas a estar aquí conmigo siempre, pero estoy más cansado que mi puta madre.-suspiré pesadamente por el cansancio.
-A mí también me alegra mucho, cariño.-sonrió y besó mi mano.-Es normal que estés cansado, hemos dado un buen paseo y alguien te quita las energías.-llevó sus manos a mi abdomen para acariciarlo.
-Bueno, pero se le quiere.-puse mis manos sobre las suyas.
-Más que a nada.-sonrió mirando mi abdomen.
-Qué te apetece para cenar, amor?-me miró.
-Quiero...helado, sí, quiero helado. Me apetece mucho, joder.
-Y de qué quiere mi príncipe el helado?
-De fresas y chía.-me relamí los labios.
-Fresas y chía?-me miró.
-Sí, hostia. Es un helado superior, está buenísimo, coño.
-Bueno, pues voy a buscarte helado de chía y fresas, mi amor, haber si encuentro.
-No tardes, te estaño si no estás conmigo :c
-Yo también te extraño, pero voy a ir a por tu antojo, yo por mi shikito hago cualquier cosa.
-Te amo musho.-sonreí y me acosté boca abajo en el sofá sonriendo al notar un beso de Armando en mi coronilla.
-Adiós, amor.
-Chaooo.-levanté mi mirada para observar como se alejaba triste, me costaba mucho separarme de él en mi situación.-puedo ir contigo?
-Mejor descansa. Duerme un porquito, cuando despiertes estaré aquí con tu helado, vale?-me lanzó.un beso mirándome con cariño.
Asentí levemente mirándole como un corderito desorientado.
Armando me miró triste para después acercarse a mí. Tomó mi mano con duerza y dejó un beso en ella para alejarse y salir del departamento.
Volví a hundir mi cara en el sofá aspirando el aroma de este. Quedaba en él un poco del aroma de Armando, pues se había sentado en él varias veces.
Abracé el sofá mientras iba cayendo en un sueño profundo.
(Armando)
Salí del edificio para montarme en mi coche preguntándome dónde podría conseguir helado de fresas y chía.
Arranqué conduciendo hasta los badulaques y tiendas de la ciudad para buscarlo sin éxito alguno. Solo conseguí chía, fresas y helado por separado.
Decidí conducir hacia la ciudad de al lado, seguro que ahí encontraba algo.
Tardé sobre un cuarto de hora en ubicarme, pero encontré una heladería de gran tamaño en la que había demasiados sabores. Sí o sí tenía que haber ese sabor, no me pensaba rendir.
Yo era así, era o encontrar el helado o encontrar el helado, no tenía otras opciones, tenía que encontrarlo.
Entré con algo de fe al ver todos los compartimentos de helados.
Me acerqué con una sonrisa al mostrador para preguntar.
Esperé unos momentos, ya que había algo de cola.
Era una de las mas prestigiosas heladerías de todo el estado, no me extrañaba, la verdad.
Cuando tocó mi turno miré al heladero y supliqué en ocho idiomas en mis adentros que hubiera lo que mi a querido le apetecía.
-El tema es que necesito helado de chía y fresas, dígame que tiene, se lo pido por lo que más quiera, joder.
-Tenemos.-sonrió para tranquilizarme acercándose al helado.
Miré el helado con los ojos brillantes de la emoción.
-Deme todo el que tenga, por favor.
-De acuerdo.-me miró para agarrar una tarrina grande e ir agarrando el helado con la cuchara heladera, lo colocó en la tarrina.
Observé fija y pacientemente como llenaba la tarrina del dichoso helado.
Terminó y me la extendió.
Pagué el helado, dejándole una buena propina al heladero.
Menuda alegría por un simple alimento.
Caminé hacia el coche rápido para conducir lo más rápido que pude hacia la ciudad.
El tema es, ya tenía el helado, solo faltaba que no se derritiera en el maldito camino.
Cerré bien el recipiente manteniéndolo en la guantera del coche y rezando porque se mantuviera frío.
Llegué en tan solo 7 minutos, joder.
Agarré la tarrina para correr escaleras arriba con ella en la mano.
Busqué la llave del piso en mis bolsillos, sacándola e intentándola meter torpemente en la cerradura con una sonrisa emocionada.
Giré la llave accediendo al piso para acercarme a Jack, que estaba dormido.
Dejé el helado en el congelador para observar desde una esquina a Jack esperando a que se despertara emocionado por enseñarle el helado.
Me sentía realmente orgulloso de mí mismo.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora