Estaré a tu lado en esos momentos

229 27 23
                                    

(Conway)

Después de despertarme ese día con un ruso despeinado a mi lado, me senté unos momentos en la cama, observando como este aún dormía.

Me estiré entre bostezos, acomodándome y mirando hacia la ventana, algunos rayos del sol entraban por ella.

-Buenos días, Jack.-habló aún con sus ojos cerrados, acercándose a mí.

-Buenos días, capullo.-pasé mi mano por su pelo, quitándolo de su cara.-Cómo has dormido?

-Muy bien y tú?.-bostezó mientras abría sus ojos, dirigió su mirada a los míos sonrió levemente al tener mis dedos sobre sus cabellos platinados.

-Me alegra, yo igual.-retiré mi mano de la zona, divertido.

Su vista se fijó en mi abdomen.

-Joder, era tan grande cuando nos acostamos?

-De hecho sí, de una noche para otra no crecen tanto, Volkov.-reí.

-No que los bebés crecían muy rápido?

-Eso es verdad, piensa en lo que ha crecido desde hace unos pocos meses.

-Joder, y va a tener que salir de allí, cómo saldrá?

-Joder, Volkov, ni que no lo supieras, pues por dónde entró, no¿

Cerró los ojos con dolor solo por imaginárselo.

-Anda, eh, que no es para tanto, cosas peores he pasado.

-Yo estaré contigo.

-Y lo agradezco.

-No es nada, Conway.-dijo mientras acercaba tímidamente su mano hacia mi abdomen.

Tomé su mano y la posé en mi vientre con confianza.

Volkov se sonrojó levemente y pasó su mano por ese lugar.

Nos teníamos mucha confianza, pero aún no mucha respecto al tacto.

Los abrazos, las muestras de afecto en general, no era algo que estuviera dentro de nuestras interacciones de día a día.

Por eso era tan especial cuando nuestras pieles rozaban mínimamente.

-Hoy debemos ir a trabajar. Y llevar a Putin al taller, ya que se lo presté a Leónidas y...ya te imaginas lo demás.

-NOOO PUTIN, CÓMO SE LO DEJAS A LEÓNIDAS?

Empecé a reír, llevé mis manos a mi vientre por el movimiento de este, posándolas sobre la del ruso.

-Es que jodió la merry.

-Joder, Conway.

Reí levemente mirándole.

-Por ahora realicemos 10-33 en God, que es mucho mejor que Putin, además.

-Una polla.

-Claro que lo es, eh.-reí, mientras me levantaba de la cama y me estiraba.

-Lo que tú digas.-Se levantó para caminar hacia abajo para preparar el desayuno.

Yo me encaminé hacia el baño divertido y me di una ducha rápida y aseé, saliendo listo para el día de hoy.

Era un día frío de otoño, con montones y montones de hojas sin ya un ápice de vida, completamente secas y de tonalidades variadas.

Me gustaba la estación, aunque ya había que empezar a abrigarse algo más, y yo no era muu fan de eso, por lo que llevaba mi simple traje o como mucho, me ponía un chaleco antibalas junto con pantalones reglamentarios y mi camisa y corbata, claramente.

Así iría hoy, pero el dilema era el chaleco.

Solicité ayuda de mi comisario para ponérmelo, y no me veía como antes con él, estaba claro, pero eso era cuestión de tiempo.

Una vez con el chaleco acomodado, tomé mi desayuno esperando a que Volkov se preparaba para salir.

Una vez rumbo a comisaría, dando un paseo para deleitarnos con las vistas de esa bonita estación,

Siempre me había parecido un bonito fenómeno ver como todos los árboles perdían sus ropajes y yacían desnudos, con todo su adorno disperso por los rincones.

Parecía que a Volkov también, pues no apartaba la vista del camino y sobre todo, de las hojas que aplastaba bajo mis pies.

Se le notaba algo pensativo, dando pasos largos gracias a su elevada altura,  y sin observar nuestro alrededpr o a mí ni un solo instante.

Por suerte, como ninguno éramos personas de muchas palabras ya estábamos acostumbrados a ese tipo de silencios y no era para nada incómodo para nosotros.

Podía divisar de lejos ya mi comisaría, esa que tanta dedicación llevaba entre sus paredes.

Era temprano, por lo que, como era de esperar, no había ni un alma por los alrededores.

Me dispuse a acceder al interior del establecimiento, con un soviético siguiendo mis pasos, ya, por fin, con la cabeza algo levantada.

-Volkov, ocurre algo?

-Absolutamente nada, Conway, entremos de servicio.

Asentí, no muy seguro de sus palabras, y me encaminé a entrar de servicio.

Hizo lo mismo, y salimos afuera para empezar con el patrullaje.

Podríamos ver como el sol salía por el este en unas cuantas horas.

-Yo conduciré.-Volkov subió de conductor una vez abrí el coche.

-No soy un inválido, pero está bien, conduce si quieres.

Me acomodé en mi asiento, disfrutando de las pequeñas corrientes de aire caliente que salían de la ventilación, para acondicionar la temperatura y mantenerla a una adecuada.

Volkov conducía por las frías calles de Los Santos, y debía recalcar que la noche estaba muy tranquila.

Tuvimos que separar slgunos capullos que se estaban insultando y acudir a algunos hurtos.

Mi compañero me estuvo cuidando de todo, como de algunas palabras que me dedicaron los atracadores y de cualquier golpe que pudiera recibir en la pelea.

Y allí nos encontrábamos en ese momento, dirigiéndonos a por la ciudad, complétamente dispuestos y esperando algún otro aviso mientras observábamos el cielo, que ya empezaba a esclarecer.







Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora