Le pertenezco

921 87 13
                                    

(Armando)
Acaricié las mejillas de Jack mientras le observaba tranquilamente. Nunca creí ver al Superintendente tan tranquilo.
Él estaba enrollando algunos mechones de mi pelo en sus dedos mientras escuchaba mis latidos.
Por muy grande y fuerte que fuera en esa situación me parecía realmente adorable.
Sonreí besando su frente para mirar sus ojos.
Se le notaba muy pensativo. Esperaba que no se estuviera machacando con lo del embarazo.
Para mía había sido una verdadera alegría y planeaba de verdad estar para él siempre mientras él no quisiera lo contrario. Como bien dije le iba a apoyar.
Era un hombre de palabra y además el bienestar de Jack y de nuestro bebé me importaba mucho.
No solamente me importaba porque en su vientre se estaba desarrollando un hijo mío, sino que le quería. Quería que estuviera bien, con una sonrisa.
Ójala poder compartir la felicidad de ser padres con él...que me aceptara de esa manera en su vida después de todo...me sentía muy afortunado.
Observé atento sus gafas, en las que se podían distinguir un poco sus párpados, pues tenía los ojos cerrados. Se le notaba muy concentrado en mis latidos y muy sumergido en sus pensamientos.
Bajé mi mirada a su nariz, observé cada detalle de su precioso rostro.
Dirigí mi atención a sus labios, tenían una forma tan armoniosa, un tono tan apetecible..., aún recordaba su textura tan suave, el roce con los míos, las leves mordidas que dejaba separándolos, su juguetona lengua recorriendo cada milímetro de mi boca determinando que en ese tiempo en el que intimamos era solo suyo, pero para que negarlo. Aunque no fuéramos pareja yo ya era suyo. Estaba a su completo mando y disposición. Estaba completamente a sus pies, solo para él. El único que me ponía así.
Si Jack me pisara yo le pediría perdón por ensuciar su zapato.
Seguí observando esa zona mientras lamía y relamía mis labios con una leve sonrisa. Me estaba tentando.
Inconscientemente, agarré sus mejillas con ambas manos y estampé nuestros labios en un suave y cariñoso beso.
Jack se sorprendió, pero terminó correspondiendo, abriendo los ojos para mirar los míos fijamente.
Puso sus manos en mi pecho, mientras que yo llevé ambas manos a rodear su espalda.
En un movimiento rápido, le quité las gafas para mirar más fijamente sus cautivadores ojos. Eran bellísimos. Aunque fuera la primera vez que los veía con claridad, estaba seguro de que desde ese momento no saldrían de mi cabeza.
Ójala esos orbes oscuros me miraran enamorados.
Cortó el beso buscando de mi calor humano, el cual intenté proporcionarle lo mejor posible, abrazándole más fuerte y atrayéndole hacia mí por su cintura.
-Qué coño ha sido eso?-habló mirándome a los ojos.
-Un beso, Conway. Acaso no sabías lo que eran? Hace un mes te di, así que no creo que sea eso, pero no me importaría enseñarte de nuevo lo que es, eh.-reí bajo y le miré a los ojos también.
Me miró fijamente unos instantes para agarrar mi barbilla y dejarme un beso corto en los labios.
Lamí sus labios divertido y le guiñé un ojo, causando un pequeño sonrojo en él, que tapó rápidamente escondiendo su cara en mi pecho.
Besé su coronilla con una sonrisa enternecido. Ante todo este hombre estaba muy shikito. Y yo le iba a cuidar, era mi deber, el más importante de todos.
Conway levantó la mirada para mirarme aún algo sonrojado.
-Me haces un favor?
-Claro, dime cuál es.-le miré curioso.
-Me puedes traer un limón de la cocina? Tengo hambreee y me apetece.
Sonreí levemente de lado, estaba teniendo antojos, este era el primero que vivía a su lado y claramente iba a saciárselo.
Me levanté de un salto de la cama y corrí a la cocina feliz. Abrí el frigorífico para agarrar algunos limones y los lavé muy bien en el grifo con cierta ilusión.
-Los quieres solos?-dije mientras caminaba hacia la habitación para cumplir los antojos de mi rey.
Asintió, por lo que corrí de nuevo hacia la cocina y me dispuse a pelar y cortar los limones.
Caminé con el antojo de mi amor en un plato y me acerqué a él para colocarlo en la mesita de noche y sentarme a su lado.
Le ayudé a recostarse y agarré una de sus manos para dejar un beso en ella.
-Los quieres así solos? Son muy ácidos-le miré y acaricié su mano.
-Sí, así me apetecen.-me miró para después mirar el plato de la mesita.
Sonreí para agarrar el tenedor y pinchar un trozo de limón con él, lo acerqué a su boca, por lo que lo tomó y se lo comió.
Observé atento sus expresiones y reí bajo al ver la cara que puso al comer el limón solo, se veía muy adorable.
Tragó el limón para mirarme.
-Más.
Asentí y comencé a darle la comida con una sonrisa.
Realmente me había hecho mucha ilusión su antojo por muy raro que fuera, se podría decir que esa fue mi primera responsabilidad como padre y me hacía muy feliz poder ayudar a Jack.
Ser papá siempre fue mi mayor sueño, pero nunca creí llegar a dónde estaba.
Ahí, saciando los antojos de embarazo de la persona que más quería y que más me importaba.
Al terminar de comer el limón, le extendí un vaso de agua para que no le sentara tan fuerte y dejé un suave beso en su abdomen mientras bebía.
Me sentía una persona nueva. Ya iba asimilando la noticia de mi paternidad y cada vez era más feliz por ello.
Llevaba relativamente poco al tanto de la situación y ya deseaba con todo mi corazón tener a nuestra criatura en brazos.
No le había visto, pero ya le amaba con todas mis fuerzas. Al fin y al cabo, ¿que podría esperar si ese bebé venía de Jack Conway? Él me encantaba, entonces porque no lo haría su hijo, nuestro hijo?
Puede que no fuera planeado ni mucho menos, puede que fuera fruto de la calentura de nuestros celos, puede que ni siquiera fuéramos una pareja, pero era nuestro niño o niña.
Nuestro bebé, nuestro.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora