(Conway)
Miré los orbes verdosos del hombre a mi lado, junto a esa tenue luz natural de los astros nocturnos, el brillo natural de sus pupilas era un espectáculo mucho más emocionante que las estrellas que estaban sobre nuestras cabezas.
Coloqué uno de mis brazos tras mi cabeza acariciando con la palma de mi mano la fina capa de hierba que se hallaba bajo mi cuerpo.
Cerré mis ojos lentamente con una pequeña sonrisa, el hombre acostado a un lado mío no dejaba de pasar sus suaves manos por mi destapado abdomen.
Podía notar unas leves mariposillas en mi vientre, cada toque suyo era lo mejor que me podía pasar.
Tener un hijo suyo en mi interior era algo extraño, más ahora que empezaba a notarlo. Puede que me sintiera más cansado, más necesitado de su compañía, que hubiera cogido medio kilo, que no pudiera hacer cosas tan pesadas, estaba más sensible..., pero en ese momento entendía las maravillas de el estado en el que me encontraba. Mis ojos brillaban cuando nunca lo habían hecho especialmente, mi piel se notaba más suave, recibía más cariño, me sentía realmente querido y sentía que verdaderamente tenía un futuro por delante (cosa que solo había sentido una vez en mi vida), tenía esperanzas, sueños, metas, algo que me hacía vivir como entre algodones.
En algunos momentos realmente me imaginaba mil y una cosas que podrían salir mal, pero en otros como ese, me encontraba completamente reconfortado con mi situación, y sentía que nuestra amor podía superar cualquier adversidad y problema. Se podría decir que me había ilusionado demasiado con la relación y los planes de futuro que se me pasaban por la cabeza.
Yo mentalmente estaba hecho mierda, no lo iba a negar (bueno, solo para Armando) , la caída de mis compañeros me había pegado fuerte, pero podía ser que ese suceso me hubiera aferrado más a Grúas, me había hecho ver que podía contar con él de verdad y que si que me apoyaba en todo, como él decía.
Él no sabía nada de lo que me había ocurrido y aun así, le tenía a mi lado agarrando mi mano firmemente y consolándome entre sus brazos, no hacían falta las palabras, y agradecía que no me hubiera pedido explicaciones.
Simplemente, se limitó a darme cariño y sacarme en una cita, fuimos a cenar y en el momento nos encontrábamos cerca del cartel de Vinewood observando el firmamento, me había ayudado mucho a distraerme y lo agradecía.
Su compañía y empeño en que esté bien me había dado fuerzas para seguir adelante con todo, para cuidarme, para no volverme loco y seguir cuidando a nuestro pequeño.
Algo estaba claro, y era que no dejaría que los hijos de puta que habían acabado con mis agentes no se irían de rositas, juré vengarme, y sabía que con ayuda del cni, junto con Volkov y Michelle conseguiría sus cabezas de mierda y yo mismo, podría acabar con ese capullo con gorro de pescador que nos había apuntado el primero, se había quedado en mi mente esa mirada fría y calculadora de color verde intenso, ya que nada más se le veía.
Temblé un poco al notar la grande mano del contrario en mi cuello, bajó un poco para posar sus dedos sobre su marca de propiedad, produciéndome alguno que otro escalofrío. Rodeé sus hombros con mis brazos aferrándome a su cuerpo y abriendo mis ojos para observar sus ojos fijamente. Esa mirada verdosa como olivas cambió mis escalofríos placenteros en unos nerviosos y oscuros al traerme muy malos recuerdos. Me abracé a él fuerte escondiendo mi cara en su pecho.
-Joder....-murmuré-.
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Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)
RandomArmando Grúas y Jack Conway eran un alfa y un omega que iban por este camino de la vida solos, cada uno dirigía su manada. Armando el taller y Conway la comisaría. Ambos pensaban que siempre sería así. Solo tenían su trabajo. ¿Una vez que llegaban d...