(Conway)
Había decidido cortar cualquier tipo de comunicación con él, podía ser el padre de Horacio, pero a mi parecer, no merecía estar a mi lado.
Podría ver al pequeño si quería, y si no acababa en federal, claro, pero conmigo, contacto 0.
Si iba al taller, cualquier otro debería de atenderme, y si no, le ignoraría, o le trataría cual lo hacía antes de tener algo.
Podría aceptar una custodia compartida, pero claro que el bebé estaría conmigo la mayor parte de su tiempo, sin duda yo sería quién le criaría usualmente.
Estaba claro, yo tenía un gran problema con meditar demasiado las cosas.
Ni siquiera habíamos tenido contacto con esa mafia aún, aunque pronto tomaríamos cartas en el asunto, y ya pensaba en todo lo que pasaría con Horacio.
Incluso ya me preocupaba por si al crecer, mi niño me culpaba por no estar con su padre, por no aceptarlo, o prefería estar con él que conmigo.
Sabía que no debía de pensar en eso, pues por ahora, la única persona con la que contaba en un cien por cien en mi vida futura, era mi bebé. Y sería mejor vivir día a día que preocuparse por su futuro y por la soledad, pues sin duda, él sería una gran persona, y ya le tenía un cariño inmenso.
Aunque tampoco debería de culparme a mí mismo, pues es normal que piense en esos temas cuando todos y cada uno de mis planes futuros de intentar formar una familia de nuevo, se fueron al carajo.
Al principio dolía, pero cada vez ignoraba mejor su ausencia.
Es imposible acostumbrarse a la falta de alguien a quién has amado mucho, como con Julia, en ocasiones la sigo echando en falta, pero lo que si puedes hacer, es olvidarlo, pasar página.
Claramente, aunque pases página, es altamente probable que alguna vez esa etapa de tu vida regrese a tu mente, pero hay que saber sobrellevarlo, y ante todo, debo de ser fuerte por mi pequeño, que viene en camino.
Ya tenía unos buenos meses de embarazo, y no tendría por qué necesitar a alguien para cuidar al bebé, no? Tenía la ayuda de mis amigos, de mi malla también podría ser, pues si encomendaba a alguien la tarea de ocuparse de Horacio por un tiempo, no podría oponerse.
En el momento, la mayoría de mi tiempo la pasaba en el cni, pues estábamos planeando nuevas operaciones, muchas, por si alguna salía mal, remediarlo al instante, no daríamos nuestra mano a torcer tan fácil.
Lo ideal sería actuar cuánto antes, pues cuánto más tiempo pasara, más delicado estaría yo por los avances del embarazo.
En un solo mes, puede que ya fuera padre y además, debería de cuidarme a mí y al nuevo ser que vendría al mundo.
-Joder, Jack, deja de pensar tanto ya, te dañas a ti mismo, eres un gilipollas.-una voz fuerte y demandante se escuchó tras mis espaldas, que me hizo saltar de la silla de inmediato, sorprendido por el sonido tan repentino.
-S-sí, sí, hostia, no lo estaba haciendo.-estiré mis extremidades, mirándole de reojo, soltando un suspiro.-Es que no vas a dejar de fumar ni un puto momento, capulla?
-Anda que te quejas, y tú hace tan solo unos meses eras igual o peor.-bufó la pelirroja.
-Capulla.-me levanté, dedicándole una mirada directa a sus orbes verdosos, esos que solían recordarme a mi amado últimamente.
Decidí salir de allí por un rato, para ir a dar una vuelta por mí solo, ese último tiempo había estado rodeado de capullos todo el rato, un tiempo solamente en compañía de mí mismo me vendría como nada.
Al salir del lugar, empecé a rondar por la fría ciudad sin destino alguno, deleitándome con las vistas navideñas y animadas de la noche.
Los Santos nunca había sido una ciudad con mucho espíritu navideño, pero alguna decoración había, pues algunas personas habían decidio ornamentar los alrededores, con alguna luz, pintadas en las paredes, o altavoces con músicas de la teporada.
Menudos rebeldes, eh...
Reí ante mi pensamiento, abrigándome mejor con las pocas capas que llevaba encima, pues no me había dado tiempo a abrigarme, nunca cambiaría.
Al llegar a una zona desierta, comencé a caminar abrazado a mí mismo, sin miedo alguno de ser juzgado por ello.
Decidí ir al lugar de aquella vez, a ver las estrellas y desconectar de todos el cúmulo de sentimientos que estaban pasando sin freno alguno por mi ser.
Me senté en el césped, aspirando el aroma campestre, era un tipo campechano, el ambiente pegaba a la perfección conmigo.
Pasé mis manos por los finos tallos de la hierba, acariciándolos y jugando levemente con ellos, enrollándolos en mis dedos.
No pude evitar recordar las caricias que dejaba en su cabeza con gran mimo.
Cerré mis ojos, acomodándome mis gafas, y dejando caer mi espalda en la tierra.
Escuché algunos pasos, sabía quién era, estaba claro, pues ya nos habíamos encontrado en ese lugar alguna otra vez.
-Con que Nadando?-murmuré, sin abrir mis ojos.
-Jack...
-Me puedes dejar descansar?-hablé, en un tono frío y seco.
-Hace frío, y es peligroso, joder, al menos ve a casa.
-Se está bien aquí, es tranquilo, o lo era antes de que llegaras.
Los pasos se acercaban a mí, hasta pararse, justo frente a mis pies.
Mis ojos se abrieron lo mínimo, pudiendo observar su característico sombrero de pescador, decorado con los puntos de luz nocturnos del cielo.
-Sueles venir aquí a menudo? Siempre ha sido mi lugar para pensar y relajarme.
-En ocasiones, solo cuando quiero descansar y pensar en cómo criaré a MI hijo sin una pareja como apoyo.
-Estás terminando conmigo?-murmuró, dolido.
-Me parece insultante que después de todo pienses que seguíamos juntos, Grúas. No eres consciente de cuándo quiero estar con alguien y cuándo me aborrece completamente su presencia?
-Yo pensé...
-Es realmente acojonante todo esto. Ya hablaremos sobre cómo gestionar el tiempo para nuestro hijo, pero ten en cuenta que yo tengo más derecho que nadie a cuidarlo. No me emociona que se junte con mafiosos, pero seré un tio campechano y te permitiré conocerlo, al menos, solo para que seas consciente de lo que pudiste tener y perdiste por tus putos chanchullos de mafioso.
-No lo hago por gusto, Jack. Al principio fue por necesidad, ahora, por obligación.
-No necesito explicaciones, Grúas, que una cosa es vender polvo de ángel y otra es matarme agentes y distribuir las armas que intentan lo mismo, y hieren a mi malla o a mí mismo.
Solo recibí un silencio como respuesta.
-Además Nadando, así que fuiste tú quién me besó? Si que te gusto, si no puedes ni aguantarte estando de puto incógnito.
-No te imaginas cuánto, Jack...-rió levemente.
-Pues no lo demuestras en lo absoluto.-me levanté, poniéndome frente a él, y observándole a los ojos con una mirada juzgadora.
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Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)
RandomArmando Grúas y Jack Conway eran un alfa y un omega que iban por este camino de la vida solos, cada uno dirigía su manada. Armando el taller y Conway la comisaría. Ambos pensaban que siempre sería así. Solo tenían su trabajo. ¿Una vez que llegaban d...