(Armando)
Acaricié las mejillas de Jack algo agitado, empecé a pronunciar su nombre con desespero, quería que volviera en sí.
Yo siempre era una persona calmada, pero la sola idea de que el amor de mi vida no volviera a despertar nunca. Parecía sumido en un sueño profundo, demasiado profundo, apenas inhalaba aire.
Yo no creía mucho en esas gilipolleces de los cuentos de hadas, la verdad, pero un impulso me llevó a tomar sus mejillas con ambas manos y acercar mi rostro al suyo. Junté nuestros labios en un beso suave no correspondido.
Posé mis manos tras su cuello cerrando mis ojos al instante, me imaginaba que él estaba ahí, siguiéndome el beso, compitiendo conmigo en una batalla de lenguas de esas que nos gustaban. En uno de esos besos apasionados que nos dábamos desde aquella vez que culminé en él, creando uno de los milagros de la vida y el suceso que más feliz me había hecho en mi existencia, mi sueño.
A mí Conway siempre me había parecido un hombre lleno de incógnitas, desde esa primera vez que le vi a lo lejos. Acababa de abrir el taller, era un chaval de tan solo unos 20 años, inexperto, comenzando su vida independiente después de fugarme de casa una vez que terminé mi carrera de ingeniería mecánica. Me habían informado de un nuevo Superintendente, uno que acababa de llegar a la ciudad. Me pareció extraño y curioso que no hubiera tenido que ir subiendo de rango para llegar a ese puesto, pero tampoco me pregunté más eso.
Lo que si que pasaba mucho por mi cabeza era el por qué de ese complejo de superioridad y esa manera irrespetuosa de tratar a la gente. Siempre iba impecable, con una buena postura y dando gritos por la ciudad, parecía sacado de una película de la guerra, un tipo muy violento.
La primera vez que interactué con él fue después de un tiroteo, le habían disparado a las ruedas de su querido God y pude ver en su dedo anular una brillante alianza de oro, estaba casado.
La verdad me lo esperaba, pero su compromiso tampoco sació mis dudas hacia sus persona. Cada vez que le veía no podía evitar preguntarme alguna que otra cosa sobre él, me llamaba mucho la atención.
Al principio hablábamos lo mínimo que suelen hablar un mecánico y un cliente, seguro que ni reconocía mi cara al verme por la calle, pero la suya se había grabado en mi mente desde el segundo cero de verle, al igual que su musculosa mano con ese anillo que un día de la nada dejó de llevar.
Había escuchado rumores sobre su divorcio, aunque también había otros sobre que se había enviudado, cada persona de la ciudad inventaba su propia versión. Yo solo sabía que desapareció durante un tiempo, al igual que esas pequeñas sonrisas que me dedicaba al devolverle las llaves de su vehículo, ese brillo tan fuerte que emanaba su ser se apagó de golpe, se convirtió en una persona mucho más fría y reservada que de costumbre, no se le veía nada feliz, y eso me entristecía.
Al final terminé aceptando que ese hombre me atraía.
Comencé a recordar enfrentamientos y encuentros que había tenido con él mientras besaba sus labios esperando algún movimiento por su parte.
Como aquella vez que me dejé llevar por mis mecánicos para hacer una protesta en comisaría. Estaba nervioso, sabía que le vería y que probablemente pensara que yo era el responsable al ser el jefe.
También pensé en cuando estaba en el taller con Volkov y comenzaron a acusarnos de un tiroteo en comisaría, la verdad su comportamiento me puso muy nervioso, por alguna razón aunque me estuviera jodiendo sentía esas mariposillas en mi estómago. No pude evitar preocuparme cuando se tiró encima de su patrulla, sabía que yo no le había hecho nada, que él, con su especialidad (armar dramas), se había tirado frente al capó del coche, pero de la misma manera quería envolver su torso con mis brazos.
Todo fue a más cuando empezó a manifestarse en mis sueños, no salía de mi cabeza, me tenía loco.
Yo no quería nada con nadie, hacía mucho que no quería saber nada del amor, pero no podía evitar imaginarme una vida con él, era mi sueño, pero dudaba que quisiera tener a alguien a su lado, sobre todo tratándose de un criminal como yo.
Aunque lo de las organizaciones fuera algo de mi pasado, ahora mismo estaba en una para ayudar a mi mejor amigo, pero eso no quitaba el estar en ella, aunque aún no hubiera hecho nada grave. Sabía que yo a él no le agradaba, que solamente se acercaba a mí para lo estrictamente profesional, pero no podía evitar tenerlo en mi mente.
Para mí era algo muy vergonzoso, estando donde estaba sentir lo que sentía por ese hombre tan odiado en mi campo, él era el enemigo, supuestamente un hijo de puta que se dedicaba solamente a acabar con los que somos como yo. Un maleducado que siempre me gritaba y hacía chistes malos con mi nombre.
Si cualquiera supiera lo que pasaba por mi cabeza, que ansiaba sus labios, agarrar sus manos mirando fijamente sus ojos y susurrarle al oído que aunque el camino de la vida fuera oscuro yo le acompañaría siempre, ver maravillas del mundo, atardeceres mientras nuestros cuerpos se rozan en un acto de amor y pasión, caminar a su lado por la playa escuchando el sonido de las olas y viendo las nubes, poder recorrer su espalda con mis manos y sentir el tacto de su piel, me gustaba y no solo eso, le deseaba.
Todas esas noches de soledad ansiando sus caricias para ahora tenerlo delante y que no despierte.
Le necesitaba, aún ansiaba su presencia, estar a su lado, ir al cartel de Vinewood a ver el ocaso entre besos y caricias, apoyarle en todo en su embarazo, que llegue ese día en el que pueda agarrar con fuerza su mano mientras trae a nuestra criatura al mundo, verle con el bebé en su pecho, ansiaba criar a nuestro pequeño con él, que cada noche al dormir pudiera será su lado después de leerle un cuento a nuestro hijo, pedirle matrimonio y llevarle al altar, ver su dedo con una alianza con nuestras iniciales, ansiaba estar a su lado el resto de mi vida, yo le amaba verdaderamente, nunca quise dañarlo, nunca quise tenerlo en mis piernas incosciente, quizás hubiera sido mejor nunca haberme llevado por la tentación y el deseo...
Algunas lágrimas cayeron por mis mejillas, cerré los ojos con fuerza esperando despertar de esta horrenda pesadilla y encontrarme a mi Jack a mi lado, dormido, con nuestra creación en su vientre. Ya no le estaba besando, pero nunca llegué a separar nuestros labios, necesitaba notar su piel.
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Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)
RandomArmando Grúas y Jack Conway eran un alfa y un omega que iban por este camino de la vida solos, cada uno dirigía su manada. Armando el taller y Conway la comisaría. Ambos pensaban que siempre sería así. Solo tenían su trabajo. ¿Una vez que llegaban d...