Muy unidos

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(Conway)
Miré a Armando de reojo con una cálida sonrisa, se estaba tan agusto a su lado...
Después, desvié mi mirada a la infinidad del mar para pensar en sus verdes ojos y perderme en su mirada.
No sabía que quería encontrar en ella, pero realmente hipnotizaba.
Podría estar toda mi vida así, mirando embobado los orbes verde oliva de aquel hombre al que tanto amaba.
En cambio los míos eran tan oscuros...como mi alma.
Pareciera que cada vez que la sangre de mis manos se aumentaba cada vez que veía como a alguien de mi entorno se le apagaban las luces de su mirada, las mías iban disminuyendo a su paso.
Ojos negros, tapados siempre por un accesorio.
Tapados siempre para que no se viera esa oscuridad.
Supuestamente la mirada de una persona es un reflejo de su alma.
La mía estaba podrida y se veía a simple vista en mis orbes.
Las gafas realmente me hacían olvidar mi pasado?
No, pero lo hacían menos visible, de cierto modo me hacían sentir mejor.
Llevaba años ocultándome tras ese plástico oscuro y en ese momento me sentía tan a los pies de ese señor que con él no me hacía falta ocultarme.
No sé si era por el embarazo, pero Armando ya era una parte más de mí.
Si estuviera ciego le dejaría ser mis ojos, si no pudiera andar, le dejaría ser mis piernas...
No sé de otra persona en la que confíe tan ciegamente.
Noté como me guiñaba un ojo, por lo que salí de mis pensamientos algo sonrojado por su gesto inesperado.
Dejé un pequeño beso en la comisura de sus labios para esconder mi cara en su pecho y ocultar así mi sonrojo.
Aunque confiara en él siempre ocultaría muchas cosas, había vivencias que simplemente...
Si Armando supiera cada cosa que he hecho no estaría a mi lado...
La gente cambia, sí. Pero yo no...
Puede que sea porque asi me educaron, pero bueno. No pensaba educar así a nuestro bebé.
Me abracé fuerte a él por su cuello y sonreí levemente al notar sus manos bajar por mi abdomen hasta posarse en mi cintura con suavidad.
-Grúas.-susurré en su oído.
-Conway.-susurró contra mis labios.
Nos miramos a los ojos fijamente y suspiré para quitarme las gafas.
Armando me miró sorprendido para fijarse en mis ojos detalladamente.
-Tienes unos ojos preciosos, Jack.
-Son muy oscuros.
-Y por eso me encantan.
-Lo dudo.
-Nunca había visto unos ojos tan oscuros, son muy especiales.
-Lo dice el ojo aceituna?
-Pero-
-Tus ojos si que son la hostia, me encantan. Sin embargo los míos reflejan cosas terribles.
-Tus ojos reflejan que eres Jack Conway, el amor de mi vida.
-Reflejan solo muerte y destrucción, Armando. No quieras idealizar las cosas.
-Es la verdad, cariño. Si fueran distintos no serían los tuyos.
-Si fueran distintos no estarían tallados en sangre.
-Cuando vas a entender que me encantas así como eres? Cada parte de ti es perfecta y además es mía.-llevó sus manos a mi marca para acariciarla con cuidado.
-Tuya sí.
-Y perfecta.
-Lo que si es perfecto es nuestro bebé.
-Eso sin duda, seguro que sale a una preciosidad que yo conozco.
-Seguro que sale al padre, eh. Que criatura más bonita.
-Lo más bonito es que sea una mezcla de los papás, eh. Así se podrá ver a la perfección que es nuestro pequeño o pequeña y que lo creamos los dos, con muchos amor.
-Muchísimo.-reí bajo.
-Pues sí, mucho Conway.-rió levemente dejando un beso en mi mejilla.
-Concuerdo contigo, sería perfecto que fuera una mezcla de los dos, eh.
-El tema es que salga como salga lo será porque es hijo de God.
-Exacto, lo es. Pero si yo soy God tu eres el amor de la vida de God.
-Que bien, no?
-Sí, si es que el bebé va a salir de dos dioses.
-Eso no lo dudo.
-No lo dudes, Armando.
-Tu menos, cariño.
-Yo no lo dudo.
-Así me gusta.-sonrió y me dió un pico en los labios.
-Bueno, ahora que te apetece hacer, God de God?
-Lo que mi God quiera.
-Lo mismo digo, llévame a donde quieras.
-Yo te invité, puedes elegir.
-Tú me invitaste, elige.
-Bueno, déjame pensar haber si se me ocurre algún lugar para ir.
Asentí mirándole y resolviéndole el pelo divertido.
-Oyeee.-rió
-Te quiero.-le sonreí y acaricié su pelo descolocado.
-Y yo te quiero, Jack.-miró mis acciones.
-Entonces tienes algún lugar pensado?-dije mientras enrrollaba mechones de su pelo en mis dedos.
-Creo que sí.-asintió guiñándome un ojo.
-Pues perfecto.-alejé mis manos de su cabello.
-Como tú.-se colocó el pelo hacia atrás con sus manos.
-Como el padre de mi hijo, dirás.
-Y del mío.
-Sabes que así no vamos a acabar nunca, verdad?
-Lo sé, pero cuidado que soy muy cabezón.
-Yo mucho más.
-Ya empezamos...
Reímos juntos mientras agarrábamos nuestras manos entrelazando los dedos con fuerza para caminar hacia algún lugar guiados por Armando.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora