Cinco minutitos más

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(Conway)
Abrí los ojos lentamente limpiándolos con mis manos algo cansado. Armando me estaba dejando besos por toda la cara para que me despertara.
-Cinco minutitos más...-me tapé con las sábanas hasta la cabeza para cerrar los ojos de nuevo y encontrar una postura demasiado cómoda como para levantarme, menuda pereza.
-Jack, hay que levantarse, hoy tenemos consulta. La de los dos meses de embarazo, cariño, levántate, por favor.-dejó en beso en mi frente por emcima de la manta para agarrar mi mano, que caía por un extremo de la cama.
Entrelacé nuestros dedos agarrando fuerte su mano para destapar mi cabeza y medio sentarme en la cama.
-Porque es tan pronto la consulta?-dije con voz pesada, me daba mucha pereza levantarme, estaba cansado, quería dormir.
-La próxima vez la pedimos a otra hora, Jack, pero hpy hay que ir. No quieres ver cómo va el bebé?
-Mejor. Jooo, pues claro que quiero, pero joder, es muy pronto.
-Venga, que te llevo en brazos.-me sonrió dejando un beso en mi mano.
-Sí sí, llévame llévame.
-Te llevo.-sonrió cargándome en sus brazos con cuidado para sacarme de la cama y dejarme sentado en ella.
Caminó hacia el armario, agarrando uno de mis trajes y me lo alcanzó, dejó un beso en mi mejilla.
-Yo voy a prepararte algo para desayunar, prepárate para el médico, anda.
Asentí con una sonrisa para comenzar a quitarme el pijama.
Mi abdomen se notaba algo redondeado, pero aún no era muy visible el embarazo, no se podía apreciar bien.
Me puse mi traje pensando en que en poco ya esas prendas me apretarían, extrañaría llevarlos, pero todo sea por el bebé.
Después del parto podría volver a llevar trajes, de todos modos. Y con la pereza que me daba ahora arreglarme y lo que hacía en un día tampoco es que tuviera ganas de ponerme trajes, cosa muy rara en mí.
Aunque hay que tener en cuenta que un embarazo es un mundo, eres una fuente de hormonas, sentimientos, entre otros.
Algo que antes te encantaba puede asquearte ahora y viceversa.
Los embarazados somos raros.
Pero al fin y al cabo estás creando una vida en tu interior, eso es un gran mérito de por sí.
Estás sacrificando tu vida entera por otro ser, realmente es algo admirable.
Me hacía muy feliz tener a Armando a mi lado, él valoraba todo eso, las dificultades que estaba pasando por mi situación, las diferentes sensaciones y sentimientos que experimentaba...
Él me ayudaba mucho, ponía todo lo que tenía en sus manos para que esta etapa de gestación fuese lo más llevadera posible para mí y por ahora no iba mal, aunque solo estaba de dos meses. Me quedaban siete.
Realmente Armando había cumplido su palabra.
Había estado a mi lado y ahí seguía, soportando mi carácter, bastante difícil de llevar, de hecho, y a mí en general.
Cuidándome cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana. Siempre.
Si es que cada rasgo de su persona era perfecto ante mis ojos. Cada puta cosa era única, cada acto, cada detalle, aunque para cualquier persona pudiera ser lo peor del mundo a mí me parecía simplemente increíble. Si Armando Grúas no tuviera alguna de esas cualidades ya no sería él, ya no sería mi Armando. Le amo tal y como es y me encanta así.
Terminé de vestirme para bajar a la cocina y abrazar a Armando por detrás.
Sonrió, volteándose y dejó un beso en mis labios abrazándome por la cintura.
-Te amo, Armando.
-Y yo, Jack.-miró mis ojos fijamente.
Miré sus ojos y dejé un beso corto en sus labios.
-Te he hecho tostadas.-me atrajo hacia él por mi cintura, señalando un plato que estaba encima de la encimera.
-Gracias, mi amor.-sonreí abrazando su cuello.
Armando agarró una de las tostadas para acercarla a mi boca con una sonrisa.
Le di una gran mordida entre pequeñas risas.
Apoyé mi cabeza en su hombro, mientras masticaba la comida que él me estaba dando.
Me cuidaba demasiado.
Al terminar, pasó su pulgar por mis labios para limpiar el exceso de mermelada de fresas de ellos.
Lamió su dedo para después darme un beso y lamer mis labios divertido.
-Limpito.-rió.
-Si me limpiaran así siempre me ensuciaría incluso respirando.-reí lanzándole un beso.
-Uis, cuando quieras, mi amor.-hizo como que recibía mi beso.
-Lo mismo digo. Tú dime fecha, lugar y hora y ahí estaré para que me limpies, cariño.-le guiñé un ojo.
-Pues cuando quieras. Mientras no tengamos consulta médica para ver a nuestro hijo, claro.
-También es verdad.
-Sí, y ya tenemos que ir para allá, al final vamos a llegar tarde.
-Joder, vamos entonces.
-Sí, vamos.-sonrió para alzarme por la cintura, permitiendo así que enrollara mis piernas en su cintura para no caerme.
Abracé su cuello, sonriendo al notar sus manos en mi trasero, miré sus ojos fija y directamente.
-Vamos, coño.-le di un pico para agarrarme mejor.
Armando asintió para comenzar a caminar y salir del departamento y edificio.
-Vamos en tu coche o en el mío?
-En el tuyo si quieres, supongo que te será más fácil conducir.
-Tambien es verdad.-asintió a mis palabras, yendo hacia su coche.
Lo abrió, dejándome en el asiento de copiloto.
Él, accedió al siento de conductor y arranco el coche para comenzar a conducir hacia el hospital.
Veríamos a nuestro hijo.

Armanway, lobos solitarios (Armanway/Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora