Capítulo 9.

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Llevamos una hora en silencio. Antes llamé a mi primo para hablar con el de todo lo que había pasado y para informarle de que no dormiría en casa ya que me quedaría aquí cuidando a Leti. Me dijo que ya hablaríamos y me pidió perdón por la forma de ser de Caleb.

-¿Quieres que hagamos un dibujo?-le pregunto a la niña.

-No.

-Estoy segura de que a Caleb le encantaría que le hicieras un dibujo-la digo.

Su punto débil es su hermano y quizás de esa forma pueda ganarme su confianza.

Me mira.

-Bueno, vale-dice ella.

-¿Dónde están los papeles y las pinturas?-la pregunto.

-No tengo-dice ella.

Una niña que no tiene para pintar, esto es demasiado raro todo.

-¿Quieres que vayamos a comprar?-la pregunto.

-Si, si quiero.

Busco llaves y no encuentro por ningún lado.

Miro a la mesa y veo que Caleb ha dejado unas llaves de repuesto. Chico inteligente, todavía pensaba que me habría dejado con la niña en casa y sin llaves. No entiendo como sin conocerme de nada me ha dejado estar a solas con su hermana, si yo tuviera una hermana no dejaría que nadie que no conozca se acercase a ella, supongo que ser prima de Manu es lo que le ha convencido.

Bajamos a la calle y veo enfrente una tienda que parece tener de todo, una especie de bazar. Entramos y buscamos un libro para pintar. Leti coge uno de animales y yo otro en blanco para que pueda hacer dibujos que la gusten y no solo que pinte los que ya están hechos. En una balda de arriba hay pinturas y cojo los primeros lápices que veo. Caminamos a la caja y pago a la dependienta lo que ha costado.

-¿Te gustan?-la pregunto.

-Son muy bonitas, a Caleb le van a encantar.

Siempre pensando en su hermano. Al ser hija única no sé lo que se siente por un hermano pero supongo que debe ser el sentimiento más bonito y fuerte del mundo.

Llegamos de nuevo a casa.

-¿Quieres que te bañe para ponerte el pijama y ya pintamos?-la pregunto.

-Yo me baño sola, Caleb me ha enseñado, sólo tienes que aclararme el pelo del jabón.

-Vale, señorita mayor, solo haré eso-la digo.

-Ven te enseñaré mis pijamas.

Entramos a su habitación y todo es de color morado, lo que más llama mi atención es el cuadro enorme que hay de ellos dos y sus padres, pero mi mirada se queda fija en la sonrisa de Caleb. Parecía feliz.

-Esos son papá y mamá, ya no están, pero Caleb dice que de vez en cuando vienen a verme cuando estoy dormida para darme un beso-dice mientras abre su armario.

Pobrecita.

-Seguro que si cariño, seguro que lo hacen-la digo.

-¿Yo también me voy a morir?-me pregunta.

-No, no de momento, te queda mucho para ser mayor cariño, tienes que vivir muchas cosas-la digo agachándome a hablar con ella.

Coge un pijama de unicornios y me lo enseña. Yo cierro los cajones y el armario y salimos de la habitación para ir al baño.

Es sencillo, tiene lo básico de un baño pero es bonito, color gris y blanco.

La niña comienza a desvestirse y yo la ayudo, regulo el agua para que salga templada y la niña entra en la bañera. Yo me siento en el borde para poder ayudarla cuando me necesite.

-¿Podemos jugar?

-¿A qué quieres jugar Leti?

-A las canciones.

-¿Y como se juega?

-Cantas y yo te oigo para que me relaje mientras me ducho, con mamá siempre jugábamos a eso.

-De acuerdo.

No me sé ninguna canción de niños. Ni siquiera recuerdo ninguna de cuando era pequeña, solo una nana que me cantaba mi padre cuando era pequeña.

Empiezo a tararear el "Lalalu" que es la nana y la niña se relaja mientras empieza a bañarse.

Al cabo de un rato y después del baño de Leti y de haber recogido todo, comienzo a hacer la cena. Antes me ha dicho que quería un poco de pescado y he buscado en la nevera a ver si había y con suerte he podido inventar algo de cena para la niña con un poco de merluza y una patata cocida.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora