Capítulo 38.

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No nos hemos casi ni arreglado. Yo llevo un vestido largo negro. Caleb una camisa negra y un pantalón negro también. Me he recogido el pelo con un moño, me he puesto unos tacones negros y ni siquiera me he maquillado.

Martina y Diego se van a quedar con Leti mientras nosotros estemos fuera.

No recuerdo cuando fue la ultima vez que asistí a un funeral. Ni si quiera creo recordar haber ido a alguno.

Y no tiene sentido que el primer funeral al que voy en mi vida, es al de mi padre. Al del hombre que más daño me ha hecho en la tierra, junto con Caleb.

No es que no crea que mi padre fuera un buen tío, de hecho estoy segura de que en algún momento de su vida lo fue. No lo conocí lo suficientemente bien cuando era pequeña. Lo único que sé de él, es que era un alcohólico y que nos abandonó a mi madre y a mí cuando yo era pequeña.

Odio el momento en el que me llamaron de aquella comisaría y odio cuando volví a verle. Si no me hubieran llamado aquel día no tendría que estar pasando todo esto. Caleb no tendría que estar pagando este funeral.

Creo que en mi mente durante años mantuvo la esperanza de que él intentaría ser mejor. Y que si en algún momento me volvía a encontrar con él, hubiera sido un momento bonito. Jamás imaginé que si volvía a ver a mi padre, iba a pasar todo esto

Soy una estúpida por intentar ver lo bueno de la gente cuando todo lo que hacen ellos en cambio es demostrar que me equivoco.

Caleb. Mi padre. Manu. Todos. Todos acaban decepcionándome y haciéndome daño. Tarde o temprano me acaban fallando.

-¿Quieres hablar de esto?-me pregunta Caleb.

-No lo sé, no, no quiero, nada de lo que diga va a cambiar esto-respondo negando con la cabeza.

-Puedes hablar conmigo Cloe, ya lo sabes-me dice sonriendo.

-Estoy enfadada. Enfadada con mi padre por estar muerto. Enfadada conmigo, con el mundo también-digo agachando la cabeza.

-¿Cómo puedes estar enfadada con tú padre por estar muerto Cloe?-me pregunta.

-¡Porque me deja el cargo de conciencia! Hasta para morirse ha tenido que joderme. Ahora tenemos que pagar su entierro y él ni siquiera pagó mis libros del instituto joder-digo sollozando.

-Normal.

¿Normal? Pienso.

-¿Normal? Esto no es normal Caleb. Una hija no debería enterrar a su padre y más si este ha sido un maldito cerdo con ella-le digo.

-Normal tu enfado, lo entiendo, tienes todo el derecho del mundo a enfadarte, a gritar, a llorar o a escupir sobre su tumba si lo deseas.

No puedo evitar soltar una carcajada con lo último que me ha dicho.

-Estoy mintiendo a mi madre, a todo el mundo. Pero no quiero tener que falsear con la gente, no quiero que vengan a darme el pésame personas que ni siquiera le conocían Caleb.

-No tienes que decírselo a nadie, a nadie-recalca.

Estoy viendo el ataúd de mi padre pasando por delante mío y lo único que siento es rabia. Caleb me tiene agarrada del brazo porque antes le he dicho que me estaba mareando y que me encontraba un poco mal. Gestionar este tipo de situaciones es una auténtica mierda.

Los señores que llevan el ataúd me preguntan si voy a decir algo antes de que entierren el cuerpo. Yo asiento con la cabeza.

-Mi padre no era un hombre bueno. Pero era mi padre. Los pocos años que le tuve conmigo fueron los más especiales de mi niñez, teníamos conexión y compartíamos muchos momentos juntos. Mi padre me enseñó a ser todo lo que hoy soy, para lo bueno y lo malo. Él fue quien me enseñó que cuidar y querer ayudar a la gente era la forma más bonita de vivir la vida. Que hipócrita por su parte. Me destrozó de todas las formas humanamente posibles de dañar a alguien. Así era él. Me abandonó siendo una niña y ahora me ha vuelto a abandonar, esta vez para siempre. Pero por fin descanso. Por fin ya no tengo que preocuparme si seguirá vivo o no. Ahora ya sé que está muerto. Y eso me duele, me da rabia y me hace sentir enfadada. No se merece que alguien le llore y me prometo que no voy a llorar nunca más por él. Nunca.

Termino mi discurso y Caleb me sigue mirando. Me ayuda a caminar mientras me agarra del brazo.

Nos encontramos en un pequeño jardín. De pie al lado de una fuente.

Toda esta situación me está agobiando y afectando demasiado y estoy segura de que si vuelvo con él a casa no podré dedicarme tiempo a mi misma para superar esto y necesito hacerlo. Quiero estar sola. No quiero volver a casa y tener que enfrentarme a Manu ni a mis tíos, pero tengo que salir de la casa de Caleb y necesito curarme también un poco de la obsesión que tengo con él.

-Necesito tiempo-le digo con la cabeza agachada.

-¿Qué?-me pregunta.

-Voy a volver donde mis tíos y necesito que respetes mi decisión.

-¿Estás loca?-me pregunta.

-Ahora mismo necesito descansar y estar sola. Necesito estar tranquila y seamos honestos Caleb, contigo no tengo nada de esas cosas que necesito ahora-le digo llevando mis manos a su cara.

-¡Si te vas no quiero que vuelvas!-grita quitando mis manos de su cara.

-No me hagas esto más difícil Caleb. Deja de ser egoísta por un momento joder. Acaba de morir mi padre y yo necesito tiempo para estar sola. Deja de pensar de una maldita vez en ti y en ser el centro del universo-digo enfadada.

-¿Vas a irte?-pregunta de nuevo.

-Voy a irme.

-Bien. Pues no quiero volverte a ver nunca más. No vas a estar entrando y saliendo de mi vida cada vez que a ti te parezca bien-dice Caleb.

Le miro directa a los ojos y los veo...¿Llorosos? No. Seguro que es por el polen y el polvo del jardín o porque tiene alergia a alguna flor que haya por aquí.

-Eres un maldito egoísta-digo.

-¡Largo! Le diré a Martina que te lleve mañana todas tus cosas, yo no quiero verte más-dice dándose la vuelta.

-¿No vas a despedirte?-le digo.

-Adiós-dice sin mirarme.

Me doy media vuelta y continúo mi camino. Me giro un par de veces para ver si él hace lo mismo. Pero obviamente no lo hace. Todo esto que acaba de decirme era otro más de sus teatros y juegos mentales. No le importo en absoluto. Y él a mí en cambio, me ha robado el poco corazón que me quedaba.

Vuelvo a girarme otra vez para ver si con suerte consigo verle mirándome, pero esta vez ni siquiera le veo. Caleb ha desaparecido de mi visual. Ya no está aquí.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora