Capítulo 92.

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Sigo recogiendo todo lo rápido que puedo mis cosas, sin dejar de llorar y con la puerta cerrada. No quiero saber nada de lo que esté pasando afuera, ya no me incumbe.

He llamado antes a Martina para preguntarle si podía ir a su casa unos días, no quiero volver donde mis tíos después de que hayan dado la cara por Caleb y nos hayan ayudado y mucho menos, volver a Londres después de todo lo que ha pasado este tiempo atrás.

Aunque mi relación con mi madre haya mejorado, no quiero volver a casa, embarazada, del hombre que odia.

Así que muy a mi pesar, solo tengo un camino y es irme a casa de mi amiga a pasar un tiempo hasta que consiga algún piso donde poder irme y criar a mi hijo.

-Mierda.

Maldigo para mis adentros al darme cuenta de que tengo cosas en el baño para recoger y que no me queda otra opción, que salir de la habitación y tener que encontrarme con Caleb y Leti.

Respiro hondo y cojo el manillar de la puerta para abrirla y poder salir.

-¿Leti?

La niña está sentada sola en el sofá, viendo la televisión y con los ojos rojos de haber llorado, supongo que porque ha escuchado los gritos o porque el idiota de su hermano le habrá contado lo mala que soy y que hemos discutido.

-Caleb se ha ido-dice la niña entre sollozos.

Maldito cabrón.

-¿Hace cuánto tiempo se ha ido cariño?-le pregunto todo lo calmada que puedo.

-Un rato, se ha ido en silencio para que no te enterases-dice.

Es un cerdo, lo ha hecho aposta, se ha ido para joderme y que yo no pueda irme. Sabe que nunca dejaría a Leti sola y por eso se ha ido, para que yo no lo haga.

Bien Caleb, has ganado esta partida.

-Ahora vengo, voy a la habitación a llamar por teléfono.

Después de varios intentos inútiles en intentar que Caleb me coja el teléfono, decido llamar a Martina para contarle lo que está pasando.

-Ya salgo para allá-dice Martina.

-No, no vengas, ósea puedes venir, pero no voy a irme.

Martina permanece en silencio.

-¿Hola?-digo.

-¡Como le hayas perdonado voy a matarte!-me chilla.

-No es eso, ven a casa y te cuento todo.

Dejo el teléfono en la cama para volver al salón con Leti e intentar que me cuente lo que ha pasado con su hermano en los momentos que yo he estado en la habitación recogiendo mis cosas en teoría para irme de esta casa.

Ahora ya no puedo, ahora tengo que quedarme otra vez aquí. Me siento encarcelada, como si estuviese secuestrada en esta casa. El único problema es que el secuestrador hasta hace unas horas era mi novio y yo sigo enamorada y creyendo que es el amor de mi vida.

Siempre he dicho que existen dos tipos de amores, el amor para tu vida y el amor de tu vida, sin duda Caleb, es el amor de mi vida pero cada día tengo más claro, que no es el amor para mi vida.

La primera diferencia entre ambas, es que el amor para tu vida es el amor más sano que se puede tener y te lo da la persona en la que confiarías con los ojos cerrados y con la que al final, acabas pasando el resto de tu vida. El amor de tu vida es la persona que más has amado, por la que hubieras sido capaz de cualquier cosa, un amor incondicional, pero al final, en la mayoría de los casos, no acaba bien y es después cuando conoces a ese segundo amor, al que nunca podrás querer igual, ni con la misma intensidad, pero acaba convirtiéndose en el amor para tu vida.

Es todo un proceso, ley de vida supongo.

Caleb, sin duda es el amor de mi vida, pero sé que no puede acabar bien a la larga, este amor no puede durar mucho más porque va a acabar matándome mentalmente. Ya no tengo fuerzas, pero ahora ya no solo somos Caleb y yo, ahora tengo un hijo en mi tripa que viene de camino a este mundo y pienso darle lo mejor que pueda y por desgracia, Caleb no lo es.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora