Capítulo 35.

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Hoy Martina y Diego vienen a casa a cenar. Caleb y yo hemos hecho pastel de carne al horno. Caleb ha ido a compara una botella de vino blanco para la ocasión.

Llevo puesto el pijama. Ha sido mi look de toda esta semana atrás. No he tenido ganas ni fuerzas para cambiarme.

Martina acaba de llamarme. Están aparcando en el descampado de casa y ya suben, eso me ha dicho.

-Ya están llegando, voy a acostar a Leti-le digo a Caleb.

-Genial.

La niña corre a dar un beso a su hermano de buenas noches y yo la espero en la habitación. Leti sube a la cama y yo me siento a su lado para arroparla.

-Gracias por seguir aquí conmigo Cloe-me dice Leti.

-No tienes que darme las gracias, lo hago encantada-la digo yo.

Me encantaría decir que uno de los motivos por los que sigo permaneciendo en esta casa no es por mi mala relación con mi primo actualmente y por el dolor que sigo sintiendo hacia él.

-Ahora descansa, mañana será un día largo, ya es Viernes y es tu último día de colegio esta semana-le digo.

-Te quiero mucho Cloe-dice.

Es la primera vez que Leti me dice que me quiere. Y eso me alegra el corazón.

-Yo también te quiero-le digo.

Salgo de la habitación. Martina y Diego acaban de entrar por la puerta.

-¡Por favor! Llevas con esos pantalones de pijama toda la semana-dice Diego bromeando.

Yo me río.

Martina y Diego me dan un abrazo. Y yo se lo devuelvo a ellos.

También se saludan con Caleb.

-Te veo bien hermano-le dice Diego a Caleb.

-Yo siempre estoy bien-dice él.

Martina y yo nos vamos a la cocina, dejando a los dos chicos en el salón.

-¿Cómo estás?-me pregunta ella.

-He estado mejor, pero comparado con la semana pasada, estoy bastante mejor, sinceramente-la digo sonriendo.

-¿Y con Caleb?-me pregunta.

-Bueno, parece que ahora nos llevamos mejor, diría que hasta casi somos amigos, esta semana no hemos discutido ni una vez-digo.

-Vaya, es un gran logro también por su parte-dice feliz Martina.

-Lo es...

Cogemos la bandeja del horno para llevarla a la mesa. Diego y Caleb llevan los cubiertos y vasos a la mesa.

Todos nos sentamos. Menos yo, que sirvo a cada uno en su plato.

-¿Has sabido algo más de tú padre?-me pregunta Diego.

-No, nada nuevo, sin noticias-digo.

Caleb le hace un gesto para que no vuelva a preguntarme por el tema.

Me siento en la mesa y todos empezamos a cenar.

-¡Amor esto es una delicia!-dice Martina.

-Está riquísimo Cloe-dice Diego.

-Gracias chicos-les digo.

Miro a Caleb. Él no dice nada. Pero por su forma de mantener silencio y sonreír a la comida, pienso que está disfrutando y que le ha gustado.

Pasamos el resto de la noche jugando a juegos de mesa. Monopoly, Cluedo... Y una partida de cartas.

Martina y Diego se despiden de nosotros. Cerramos la puerta y nos quedamos solos. Caleb recoge un poco el salón y yo lavo los platos en la cocina.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora