Capítulo 91.

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Sigo tumbada en la cama y arropada hasta arriba, desde que me he quedado sola otra vez en casa inconscientemente me acaricio la tripa en varias ocasiones y rezo porque esto sea un sueño, aunque más bien es una pesadilla.

La puerta de casa se abre, y eso significa que mi momento ha llegado, Caleb acaba de llegar.

No sé cómo levantarme de la cama y decirle a Caleb que tenemos que hablar lo único que sé es que tengo que hacerlo y que no puedo esperar más tiempo.

La puerta de la habitación se abre e intento no incorporarme en la cama para que Caleb no me vea llorar.

-Ya estoy aquí nena-me dice.

-Vale, no me encuentro muy bien-digo disimulando mi llanto.

-¿Estás bien?-me pregunta extrañado.

-Lo estoy, Leti está durmiendo, fui a verla hace un rato, se ha dormido una gran siesta-digo.

Caleb, al no creerme se acerca a la cama y se sienta, me destapa la cara y enciende la luz.

Intento volver a taparme con la manta, pero no me deja.

-Para, por favor-le ruego.

-¿Qué cojones te pasa?-me grita asustado.

-Nada Caleb, estoy bien-digo.

-¿Ha sido tu madre, tus tíos?-me pregunta enfurecido.

-No Caleb no ha sido nadie.

-Entonces dime que te pasa, por favor, me estás asustando Cloe mi chica, háblame por dios-me dice.

-¡Estoy embarazada Caleb! Eso me pasa-grito.

Caleb me mira perplejo, con los ojos abiertos, sin articular palabra, me mira como si fuera lo que más odia en el mundo.

-No es posible...-dice por fin.

-Lo es.

-¿Cómo ha pasado?-pregunta con los ojos vidriosos.

-No creo que tenga que explicarte cómo ha pasado, los niños vienen con el sexo y Caleb, entre tú y yo existe mucho de eso, fin de la cuestión.

Caleb se levanta enfurecido y le pega un puñetazo al armario, gritando palabras que no consigo entender. Le miro y afirmo que esto está siendo un completo error.

El hombre que tengo enfrente, dando puñetazos a un armario y no sabiendo afrontar una situación como una persona adulta, es el padre de mi hijo, lo que me hace cuestionarme más la situación que estoy viviendo.

Si de por si me aterraba la situación de estar embarazada, la reacción de Caleb, desde luego que no me ayuda para nada.

-¿Puedes tranquilizarte? Vas a despertar a la niña-le digo enfadada.

Se me han cortado las lágrimas, ahora ya no estoy triste, estoy enfadada, lo que me ha hecho que deje de llorar después de todo el día sin poder parar de hacerlo.

-¡Tenía planes contigo! Quería hacer mil cosas contigo y con Leti.

-¿Crees que yo no?-le pregunto.

-Me da igual lo que pienses tú, no quiero tener un hijo, no sé cómo ser padre y no quiero aprender, no quiero esa carga ni la responsabilidad de tener que hacerme cargo de otro niño más en esta casa-grita enfadado.

-Tranquilo, no tienes que hacerlo, le criaré yo sola, pienso sacar ese niño hacia adelante yo sola, sin tu ayuda y sin la de nadie.

-¿Qué me estás queriendo decir con esto?-me pregunta.

-¡Que se acabó! Hemos terminado, no vuelvas a buscarme-le digo levantándome de la cama.

-Si te vas de esta casa, no vuelvas nunca.

-No pensaba hacerlo tranquilo-digo apartándole del armario para recoger mis cosas.

Caleb sale enfurecido de la habitación, cerrando de un portazo la puerta. Oigo la voz de Leti que se ha despertado con los gritos y todo esto se hace más difícil todavía de lo que ya era.

No quiero que ella me vea irme con mis cosas y tampoco quiero que se haya enterado, de que su hermano va a ser padre, de un niño al que no quiere. Pero por una vez tengo que pensar en mi, tengo que pensar que un niño está creciendo dentro de mí y que tengo que ser más fuerte que todo esto.

No se donde ir, no sé a quién acudir, pero no voy a quedarme aquí. Esto se tiene que terminar y no voy a permitir que Caleb me siga reteniendo en esta casa más tiempo.

Me miro al espejo y me acaricio la barriga.

-Vamos a conseguirlo, te lo prometo-le digo a mi tripa, con la esperanza de que mi hijo me escuche.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora