-¡Ayuden a mi mujer por favor! Está embarazada.
Es la voz de Caleb la que suena por los pasillos del hospital. Los demás también han venido, pero se han quedado afuera, ya que solo han dejado pasar a Caleb conmigo.
Me agarra la mano mientras grita desesperado que alguien venga a ayudarme.
Estoy ahora mismo en una situación muy extraña, tengo los ojos cerrados, como si estuviese dormida, pero oigo perfectamente todo, sé que estamos en el hospital por todo lo que oigo también y porque las luces de los pasillos me dan de lleno directamente en la cara.
Aunque no esté consciente, una parte de mi, lo está y lo peor de todo esto, es que esa parte que es consciente de lo que está pasando, está demasiado asustada.
No quiero perder a mi bebé, no quiero que le pase nada malo, tampoco quiero que me pase a mi claro está, pero lo primero es mi hijo, eso es lo más importante.
La mano de Caleb agarra fuerte la mía. Oigo que está llorando. Odio no poder decirle que estoy bien y que todo esto pasará pronto.
Me hace daño oírle llorar, me hace daño saber que está sufriendo por mi, porque sé cómo es y sé que él no llora por nadie y mucho menos sufre. Eso es lo que más me duele, que no puedo abrazarle y que tampoco debería, se ha portado tan mal conmigo que no sería capaz de perdonar todo lo que ha hecho, sobre todo, no podría hacerlo sabiendo que él ha sido consciente de cada acto suyo. Sabe donde me duele, sabe hacerme daño y cuando se lo propone es ahí, en esos sitios donde más mete el dedo.
Luego se arrepiente, porque en el fondo confío en que quiere ser mejor, que quiere cambiar y que de verdad quería una vida conmigo. Pero es demasiado, todo esto, es demasiado para mí.
No sé si estoy dispuesta a aguantar este tipo de cosas para tenerle en mi vida, sé que no me merece y que yo no merezco todo lo malo que hace, pero le amo. También sé que no todo es amar a la otra persona, pero lo que si sé es que nunca en mi vida había amado a alguien así, nunca.
Abro lentamente los ojos, durante un rato no he escuchado nada, ni sentido nada tampoco. Lo primero que veo nada más abrir los ojos es a Caleb apoyado en la cama. Estoy en una habitación del hospital, todo es blanco.
Estamos solos, Caleb no se da cuenta de que le estoy mirando, está apoyado en la cama y le oigo susurrar sin saber que es lo que está diciendo.
-C...al...eb...-digo lentamente.
Caleb levanta la cabeza de inmediatamente y sonríe al verme. Se levanta de la silla y me abraza, me besa la frente y vuelve a mirarme. Apoya su frente contra la mía y sonríe.
-Estás bien, Cloe, todo está bien y nuestro hijo está bien-dice mientras una lágrima le cae por la mejilla.
Nuestro hijo...Sus palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza.
-¿Qué ha pasado?-pregunto.
-Tuviste una bajada de tensión, lo que era preocupante es que te estaba durando demasiado.
-¿Todo esta bien?-pregunto tocándome la tripa.
-Todo está perfecto, te lo prometo.
-Vale. Ahora quiero seguir durmiendo, vete a casa.
-Ya estoy en casa-dice agarrándome la mano.
-No quiero que estés aquí, por favor-le digo mientras aparto mi mirada de él.
-No voy a irme, Martina está con Leti, yo voy a quedarme aquí hasta que volvamos a casa-me dice.
-No. No voy a volver Caleb-digo.
Cierro los ojos, no quiero seguir con esta estúpida conversación que no va a solucionar nada.
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Un golpe de suerte
Teen FictionCloe y Caleb son dos polos opuestos, dos mundos diferentes, dos vidas paralelas, sin nada en común. Cloe cambia su vida de la noche a la mañana cuando decide mudarse de Londres a casa de sus tíos de Barcelona, desde ese momento, todo lo que se le av...