Capítulo 29.

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A la mañana siguiente me levanto al lado de Leti otra mañana más, pero esta vez no es igual que las otras anteriores, esta vez ya nada es igual que todos estos días atrás.

No puedo sacar de mi cabeza lo que ayer ocurrió con Caleb, tampoco puedo sacar de mi cabeza cómo fui tan idiota de dejarme llevar y de permitirle que jugase conmigo como lo hizo.

Me odio a mí misma, me odio por no haber pegado ojo en toda la noche imaginando mil y una situación sexual con Caleb, me odio por sentirme atraída por el, pero me odio más todavía por seguir queriendo que lo que pasó ayer vuelva a pasar.

Yo nunca he sido así, no sé qué me está pasando desde ayer, pero yo nunca en mi vida había necesitado a alguien sexualmente, ni siquiera a Philip y eso que nuestro sexo era bastante bueno.

Lo que provoca Caleb en mi no lo había sentido nunca, ni siquiera soy capaz de explicar la extraña sensación que siento cada vez que le tengo cerca. Nadie antes había conseguido dejarme sin palabras y alterarme sin ni siquiera tocarme.

Supongo que Caleb está acostumbrado a que todas las chicas caigan rendidas a sus pies, sobre todo, lo sé por las cosas que me ha contado Martina de su pasado.

Yo no soy una chica que a él le pueda gustar y él no debería de gustarme a mí.

Salgo de la habitación de Leti con cuidado para no despertarla y me dijo a la cocina para tomarme una buena taza de café, porque sinceramente ahora la necesito más que nunca.

Tengo un dolor de cabeza insoportable y busco por los cajones de la cocina alguna pastilla para que pueda tomarme y se me calme el dolor.

Caleb entra en la cocina y ni siquiera me saluda.

Ha vuelto el estúpido y arrogante Caleb.

No sé en qué momento se me ha podido llegar a pasar por la cabeza que lo de ayer también le iba a hacer cambiar de opinión hacia mí y que podríamos llegar a ser amigos, pero tampoco quiero engañarme, después de lo que ha pasado, no quiero ser su amiga.

No quiero ser su amiga porque no sé en qué momento he empezado a sentir celos al imaginarme situaciones de Caleb con otras chicas, como Lara. Y los amigos no sienten celos.

¿Qué estás haciendo? Pienso.

-¿No vas a decirme nada?-le pregunto.

-Te recuerdo que tú fuiste quien salió ayer de mi habitación dejándome claro que estaba enfermo por pedirte que te quedases a dormir, no tengo nada más que hablar contigo, me quedó todo muy claro-dice.

-¿Cómo te puede importar tan poco el daño que le haces a la gente?-le pregunto.

-¿Te estoy haciendo daño?-me pregunta.

¿Me está haciendo daño? No lo sé, quizás. Pienso.

Su actitud de mierda puede ser que llegue al punto de hacerme daño, porque al igual que nadie me ha hecho sentir tanta atracción sexual, he de decir que nunca jamás me habían tratado tan mal, sin ni siquiera conocerme.

-Sí, me tratas mal y no quiero hablar ni siquiera de la forma en la que tú me hablas a mí-le digo.

-Daño es lo que te han hecho Philip, Angie o tu gran primo Manu, yo simplemente actuó tal y como soy, porque no se me puede cambiar-dice.

¿Cómo es capaz de decirme estas cosas? No entiendo porque quiere hacerme más daño al decirme esto.

¿Disfruta siendo así? Pienso.

-Eres sin duda alguna la peor persona que he conocido en toda mi vida-digo.

-Genial, no me hables, no me sigas, no estes cerca mío así todo más sencillo, por fin he conseguido lo que quería-dice.

-No dudes que no pienso volver a hablarte, no piensas en absolutamente nada más que en ti mismo, ni siquiera en Leti-digo enfadada.

-No menciones a la niña-dice amenazante, acercándose a mi.

-Hablo de lo que veo y de lo que vivo todos los días de mi vida desde que te conozco, estoy cansada de tu actitud de mierda Caleb-digo.

-¿Y por qué sigues aquí? Si tan cansada de mí estás no entiendo qué sigues haciendo aquí-dice.

-¡Porque no tengo otro sitio al que ir!-digo rompiéndome en llanto.

El escucharme a mí misma decir lo que acabo de decir, hace que me rompa a llorar. Vine a Barcelona con la mente tranquila y llena de felicidad pensando que iba a compartir todo el tiempo del mundo con mis tíos y mi primo, lo que no me imaginaba es que días después no quisiera pisar esa casa porque mi primo iba a traicionarme de la peor forma que se le podría haber ocurrido.

-Espera, no llores-dice Caleb.

Le miro fijamente con los ojos llenos de odio y rabia, no quiero que se acerque a mí y mucho menos quiero que haga el falso papel de preocuparse por mí cuando sé perfectamente que no es así.

-¡Déjame en paz! Por favor, te suplico que me dejes en paz-digo entre llantos, sin casi poder pronunciar bien mis palabras.

-Lo siento Cloe, de verdad que lo siento, yo nunca pido perdón-me dice.

-Pues si no pides perdón no es mi problema, pero no tendrías que hacerlo si no hicieras actos de mierda-le digo echándole en cara lo que acaba de decirme.

-No me había dado cuenta de lo que te pasó ayer-dice refiriéndose a lo de mi primo Manu.

-¡Es que tú no te das cuenta de nada, que no tenga que ver contigo! El resto del mundo te da completamente igual y ese es tu problema, que eres un puto egoísta-le grito.

-Si fuera un egoísta, no te dejaría quedarte en mi casa hasta que estés preparada para volver a la tuya-me dice.

-Sí, y esa parte tengo que agradecértelo pero también estoy aquí porque te interesa que cuide de tu hermana no nos engañemos.

-Cloe, podría haber dejado que la nueva niñera se quedase en la casa y no haberte devuelto tu puesto de trabajo.

-Hiciste eso para que me fuese de la maldita fiesta-le replico.

-Eso es lo que tú piensas, porque claro, ¿no se te pasa por la cabeza que haya sido porque no quería que estuvieras allí porque sé el peligro que conlleva estar en esas fiestas verdad?- me dice.

-¡Que dejes de intentar convencerme de que te preocupas por mí! Que no es cierto-digo.

-¿Podemos empezar de cero? Si quieres que seamos amigos, lo seremos, no puedo prometerte nada, pero al menos si te vas a quedar en mi casa una temporada hasta que decidas volver a donde tu primo, al menos intentaré que nos llevemos bien-dice.

-Sinceramente, no sé qué decirte porque no te creo, no me trago absolutamente nada de lo que me digas y mucho menos me voy a creer que vas a intentar que nos llevemos bien, lo siento, pero agradecería de verdad que me dejases mi espacio y al menos no me estuvieras todos los días, recordando lo mucho que odias tenerme aquí-le digo.

-No odio tenerte aquí, pero no voy a decirte nada más, te dejaré el espacio que necesitas no te preocupes, no volveré a dirigirte la palabra si es lo que quieres, puedes quedarte aquí el tiempo que necesites-dice caminando para salir de la cocina.

-Gracias.

-Pero no olvides lo que estás haciendo aquí, trabajar cuidando a mi hermana, así que ahora vete a despertarla, haz el desayuno y encárgate de ella, yo me voy de esta puta casa de mierda para no tener que atosigar a la señorita-dice de mala gana, refiriéndose a las palabras que le he dicho de que me dejase espacio para mi sola.

Caleb abandona la cocina y yo me quedo en ella llorando todavía más que antes.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora