Capítulo 76.

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Una enorme fila de gente espera en la calle para poder entrar en la discoteca. La puerta es negra con luces rojas y en un cartel con el nombre de la discoteca en luces de neón.

Bajamos del coche y caminamos hacia la puerta, me resulta extraño pero Martina no se pone al final de la fila si no que va directa hacia los porteros.

-¡Dichosos los ojos!-dice uno de ellos.

-¡Martina!-dice el otro.

-¡Hola chicos!-dice ella.

Martina abraza a los dos hombres.

-Esta es mi amiga Cloe.

Yo sonrío tímidamente cuando veo que ambos se acercan a saludarme con dos besos.

-Hola-digo.

-Las amigas de Martina son nuestras amigas-dice uno de ellos.

Son bastante simpáticos, aunque su apariencia de tipos duros demuestren lo contrario. Son literalmente el doble que nosotras de cuerpo, me sacan dos cabezas por lo menos. Llenos de tatuajes y con la cabeza rapada, uno es de color oscuro de piel y el otro es blanco como la nieve.

-Pasad chicas-dice el portero abriéndonos la puerta.

-Gracias Alex, gracias Estiven-dice Martina entrando.

Yo la sigo y me despido de ellos también dándoles las gracias.

Bajamos unas grandes escaleras oscuras con luces de neón a los laterales y llegamos a una enorme pista con escaleras a los laterales. Al fondo hay un escenario y al lado derecho la barra.

-Vamos a por una copa-dice Martina.

-Vale, pero no quiero beber mucho.

-Si si lo que tú quieras-dice ella.

-¡Martina!

Una voz femenina me atraviesa los oídos a pesar del ruido que hay en la discoteca y no puedo evitar girarme. Una chica alta, morena de pelo largo, con ojos azules y las mejores curvas que he visto en mi vida camina hacia nosotras a paso ligero.

-No me lo puedo creer, Amanda, llevo siglos sin verte-dice mi amiga.

Yo me mantengo al margen mientras que ellas se saludan.

-Cloe, esta es Amanda, una vieja compañera de trabajo y una antigua buena amiga-me dice.

Saludo a la chica con un par de besos y ella me sonríe.

-Ella es Cloe, mi mejor amiga.

-¿Qué tal te va?-le pregunta Amanda a Martina.

-Voy a por las bebidas, tú quédate aquí, veo que tenéis que poneros al día, ¿qué te traigo?-le pregunto a Martina.

-Vodka con zumo de piña por favor-me dice.

Las sonrío a ambas e intento caminar hacia la barra entre la multitud de gente. De vez en cuando las personas se chocan conmigo, algo que me agobia pero no le doy importancia. La gente baila y bebe, pasándoselo bien. Y aunque esto no es mi ambiente tengo que empezar a acostumbrarme y a adaptarme a este sitio y a esta fiesta, tengo que hacerlo por Martina y por mi misma también, me merezco desconectar un poco de mi rutina y de mi vida habitual.

Por fin llego a la barra, me hago un pequeño hueco entre la gente que espera a ser atendida y me apoyo con los brazos en la pegajosa barra.

Un camarero alto, de pelo castaño y de buen cuerpo me sonríe al verme.

-¿Puedo ayudarte?-me pregunta.

Vaya, es más guapo de cerca, sus ojos color miel, sus enormes manos y su perfecta mandíbula marcada hace que me quede embobada y casi sin poder contestar.

-Quería dos copas, de vodka con zumo de piña por favor-le digo.

-Claro, lo que la señorita quiera-me dice sonriendo y guiñándome un ojo.

Veo como el camarero prepara las copas y yo espero mientras muevo ligeramente y disimuladamente las caderas al ritmo de la música.

Un hombre de mediana edad se me pone al lado y me mira como si me estuviera literalmente desnudando con la mirada.

-Yo pagaré sus copas-dice el hombre.

-No gracias.

-Insisto-dice el hombre.

Miro al camarero y él me mira a mí, esperando mi respuesta, sin saber qué hacer. Estoy odiando este momento, odio a la gente así, "babosos" les llamo. Piensan que te van a invitar a una copa y ya por eso, tú les debes algo. Y lo peor es que probablemente sean hombres de familia que salen de fiesta y son infieles y eso hace que me ponga todavía de más mala leche.

-He dicho que no, gracias-le digo con un tono enfadado y cortante al hombre.

El camarero sonríe y me entrega las copas. Yo le pago con la tarjeta del teléfono. El hombre que estaba a mi lado ya ha decidido irse y eso me tranquiliza, al menos no ha sido pesado.

-Que pesadilla, ¿verdad?-me pregunta el camarero.

-Hay gente así en todos lados, pobre de la siguiente chica que le toque.

-Debes de estar acostumbrada-dice.

¿Está ligando conmigo? Me pregunto a mí misma. No, no creo, estoy sacando esto fuera de contexto.

-No lo creas.

-Soy Marcos-dice.

-Cloe. Un placer Marcos, ahora tengo que irme a buscar a mi mejor amiga, antes de que líe cualquier cosa-digo riéndome.

-¡Cloe!

Oigo la voz de Martina detrás mía y me giro a verla.

-Aquí está-le digo al camarero.

-Parece que ella te ha encontrado antes-dice él.

-Ha sido un placer Marcos, cuídate-le digo.

-Igualmente Cloe y ya sabes, si hay algún pesado que te molesta, iré al rescate.

Ambos nos reímos y Martina me mira extrañada.

-¿Qué cojones acaba de pasar?-me pregunta.

-Pues no lo sé, la verdad.

Empiezo a contárselo y ella se ríe de mi situación. Me cuenta que Amanda y ella antes eran íntimas pero que desde que Martina dejó de trabajar aquí perdieron el contacto.

Ahora entiendo porque conoce a todo el mundo que hay en esta discoteca.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora