Capítulo 93.

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Martina ha llegado hace un rato, nos hemos tumbado las tres en la que hasta hace un rato era mi cama. Leti en el medio de las dos para sentirse más protegida. Nosotras mientras la hacemos cosquillas e intentamos que se ría para que olvide todo lo que ha pasado.

Me contó que Caleb salió de la habitación enfadado y que sin decirla nada, o al menos ella no le entendió nada porque solo gritaba, cogió su chaqueta y se fue a la calle. Ella dice que no sabe nada más de lo que ha pasado, pero en el fondo sé que miente, porque no hace otra cosa que mirar hacia mi tripa, como si buscase alguna respuesta a sus preguntas.

Es una niña, pero es demasiado lista para su edad, lo suficiente como para saber lo que está pasando hoy entre su hermano y yo.

Martina se mantiene callada, después de contarle la historia no ha sido capaz casi de articular palabra, solo me mira atónita, sin entender nada y con un odio tremendo en sus ojos. Sé que la duele por mi, pero en el fondo, Caleb no deja de ser su mejor amigo y también le duele que pase por esto.

La situación de Martina es muy complicada y lo entiendo, quizás soy demasiado egoísta siempre acudiendo a ella, pero es con la única persona que me siento tranquila y segura, en este tiempo se ha convertido sin duda alguna en una parte de mí fundamental, en mi otra mitad.

Leti se ha quedado dormida, así que nosotras sin hacer mucho ruido nos levantamos de la cama para ir al salón y poder hablar tranquilas, sin que Leti se entere de más cosas de las que debe y sin despertarla ya que por fin se ha quedado dormida después de todo.

Cerramos la puerta para que no entre ruido en la habitación y nos sentamos en el sofá. Me apoyo en Martina y comienzo a llorar como una loca mientras le cuento lo que ha pasado de la mejor forma posible.

-Siento tanto que todo esto te esté pasando amiga, no te lo mereces, de verdad que no-me dice mientras me acaricia la cabeza.

-Me lo merezco, por haber confiado en que iba a cambiar y por darle tantas oportunidades, soy una estúpida.

La puerta de casa se abre y nos incorporamos en el sofá del susto. Caleb entra a casa, sin equilibrio, borracho y oliendo a perro mojado.

-¿Quieres que me quede?-me pregunta Martina.

No la contesto. La imagen de Caleb delante mía actuando como un crío de quince años en su primera borrachera no me deja ni si quiera hablar.

Me levanto enfadada y le empujo contra la pared, con la poca fuerza que tengo y sin pensar en nada más.

-¡Eres un sinvergüenza!-le grito.

-¡Cloe para! Cálmate, no te pongas a su altura-me grita Martina.

No oigo nada, ni quiero escuchar. Solo me centro en la imagen de Caleb, riéndose de mí, empotrado en la pared y con la cara llena de sangre.

Ya no me sorprende, sé cómo es y más cuando bebe, se habrá pegado con el primero que ha pasado por delante y será de eso, o se habrá caído, que más da, ya no importa, ya nada importa.

-Queeee guapaa errress-dice trabándose y sin saber pronunciar.

-Pues mírame bien, porque esta es la última vez que vas a verme Caleb.

-No...Mi hijo...-dice.

¿Tú qué?-pregunto alzando la voz casi chillando.

Martina me coge del brazo antes de que vuelva a hacer una locura y me arrepienta.

-Vámonos Cloe, Leti ya está acompañada y tú ya tienes que irte de aquí, bastante has pasado ya.

Veo como Caleb se deja caer al suelo. Se sienta de la mejor forma que puede y me mira.

-No me dejes, por favor.

La primera frase que consigue decir sin trabarse, parece que hasta no haya bebido. Pero es listo, demasiado, sabe que es mi debilidad y que si me lo pide un par de veces más, me quedaré aquí otra vez y nunca conseguiré irme ni dejarle, pero ahora, tengo una fortaleza más grande que nunca, mi hijo.

Entro despacio a por mis cosas a la habitación y antes de irme, me acerco a Leti y beso su frente, con uno de los besos con más amor que he dado en mi vida.

-Te quiero-susurro en su frente.

Quiero a esta niña con todo mi corazón, pero yo aquí ya lo he intentado todo, tengo que mirar por el futuro mío y de mi hijo.

Cierro la habitación y veo que Caleb sigue en el mismo sitio, sentado en el suelo y llorando.

-Adiós Caleb-le digo.

-¡Quiero tener a ese niño contigo!

Le vuelvo a mirar después de oírle decir eso y niego con la cabeza.

-Eso ya no te funciona conmigo, no vas a convencerme con eso, lo siento, ya no Caleb, cuídate y no hagas tonterías por favor-le digo antes de salir de la casa con mis cosas.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora