Capítulo 34.

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Caleb y yo nos hemos ido a tomar una Coca-Cola a un bar que había al lado de la comisaría. Necesitaba distraerme antes de volver a casa. No quiero que Leti me vea así. No es justo para ella.

Le he estado contando a Caleb todo lo que en el pasado ocurrió con mi padre. He conseguido abrirme con él y explicarle todo el daño que me hizo. El daño que también hizo a mi madre.

Compartir este rato con Caleb ha sido agradable para mí. El sentir que una persona me escucha, aunque no me comprenda ni entienda la situación es satisfactorio.

Nunca antes me habría imaginado tener que contarle a él este tipo de cosas y mucho menos me hubiera imaginado que Caleb fuese la persona que me acompañaría en una situación como estas. Pero una parte de mí agradece que haya sido él y no otra persona.

Si tan solo pudiese borrar el momento que acabamos de vivir, juro que lo haría. Si hay algo que tengo claro es que no pienso contarle a mi madre nada de lo que acaba de pasar. No quiero preocuparla y más ella estando tan lejos de mí. Conozco a mi madre de sobra y sé que si le dijese lo que ha pasado cogería el primer vuelo dirección Barcelona y vendría a estar conmigo.

Que mi madre viniese a Barcelona, significaría muchas cosas que no estoy dispuesta a que sepa. Una de ellas la traición de Manu, otra, que su hija está viviendo en casa de una persona que la hace daño y que no es bueno para ella, pero también conllevaría tener que explicarle a mi madre que su hija está siendo una completa idiota y está teniendo sentimientos hacia esa persona que tanto daño le hace.

No sé cómo reaccionaría mi madre, si le contase todo lo que ha pasado con Caleb. Pero por lo que imagino, sé que no reaccionaría nada bien. Mi madre no soportaría que alguien más volviese a hacerme daño y sobre todo, no entendería que yo me estuviese dejando ser tratada así. Sabe el amor propio que me tengo y el orgullo que tengo y el verme así haría que no reconociese a su propia hija. Porque ni siquiera su propia hija se reconoce así misma.

Cuando estoy con Caleb, es como si todas mis defensas disminuyesen considerablemente. Como si todo el orgullo y el amor propio que tengo desapareciesen por arte de magia. Como si lo único que me importase en esta vida fuese él.

Sé lo mal que me ha tratado y sé perfectamente la mala relación que tenemos entre los dos. Y yo me sigo odiando por siempre estar dispuesta a pasar tiempo con él.

El resto de la semana transcurre de la peor forma. Casi no salgo de la cama de Leti y ahora es Caleb quien está cuidando de ella, e incluso de mí. Esta semana no hemos discutido, no hemos tenido ningún altercado e incluso se ha quedado hablando conmigo horas y horas seguidas.

Sin duda está siendo una de las peores semanas de mi vida. No dejo de llorar y casi no estoy comiendo. Martina ha venido a vernos un par de veces y dice que he perdido peso, que debería de comer más y obligarme a salir de la cama. Pero no tengo fuerzas. Para nada.

Leti ha vuelto al colegio. Le han quitado la escayola y vuelve a ser la niña feliz e inquieta de siempre. Algo que me da felicidad en toda esta situación de mierda.

Es extraño como Caleb y yo hemos conseguido encontrar un punto de paz, de comunicación y de calma. Y por una parte es agradable también. Disfruto de su compañía. Algo que no imaginaba hace un par de semanas. Es increíble como pueden llegar a cambiar las cosas.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora