Capítulo 26.

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Caleb al final consiguió que me calmase. No entiendo en qué momento una persona como él ha conseguido que parase de llorar y aunque siga con dolor y rabia internamente, ha conseguido que al menos haya dejado de llorar y eso ya es un logro.

Consiguió que me levantase del suelo y nos fuimos a la cocina a sentarnos. Me ha estado escuchando todo el rato sin interrupciones.

Me atrevería decir que es otra persona totalmente diferente y agradezco de corazón tener su compañía en estos momentos.

Es bipolar eso seguro, pero me alegra no haber tenido otro enfrentamiento de los nuestros después de lo que ha pasado y que al menos haya sabido mantener la compostura de escucharme y poder hablar conmigo tranquilamente, porque se lo tengo que agradecer de verdad.

No me imaginaba nunca tener que desahogarme con una persona como él pero sinceramente ahora mismo es la única compañía que quiero tener ya que se ha comportado como un auténtico señor con toda la situación que acabamos de vivir y más en su casa con su hermana delante.

-No sé cómo agradecerte todo esto sinceramente-digo.

-Cloe, no me caes bien, pero las injusticias no me gustan y solo quiero dejarte claro una cosa, a partir de este momento quizás no te va a gustar lo que vas a ver de mí, pero solo tengo una forma de solucionar las cosas-dice.

No entiendo lo que me está queriendo decir con lo qué suelta por su boca. Le miró extrañada esperando a que continúe hablando, pero no lo hace, solo me mira.

-¿Qué estás queriendo decirme con esto?-le pregunto.

-Manu tiene que pagar por lo que acaba de hacerte-dice finalmente.

-¡No! Es tu mejor amigo y esto a ti no te incumbe para nada, yo hablaré con él-le digo.

-Creo que no va a ser posible-dice.

-Caleb, no intentes hacerme creer que te importo o lo que sea que estés haciendo, esto no es asunto tuyo-le digo.

-En el momento en el que dos personas que no conozco se presentan en mi casa empieza a ser asunto mío, Manu no tendría que haber dado mi dirección, si esos dos gilipollas querían hablar contigo que lo hubieran hecho en la calle, así que si me incumbe en el momento en el que mi hermana está en una casa y se podría haber formado un problema, no me digas lo qué tengo que hacer Cloe-dice acercándose a mí.

Caleb se está acercando a mí, pero por primera vez no siento miedo.

Por primera vez, en todo el tiempo que conozco a Caleb, no tengo miedo de estar cerca suya, incluso me atrevería decir que todo lo contrario. Le miro fijamente analizando cada centímetro de su cara, pero me fijo más todavía en la forma de sus labios, en lo gruesos que los tiene y en la forma tan bonita que tiene.

-¿Qué estás haciendo?-me pregunta.

No digo nada, solo sigo mirándole mientras que él se acerca todavía más a mi. Ahora mismo estamos literalmente a dos centímetros el uno del otro.

Me mira directo a los labios.

Si no fuera Caleb la persona que tengo delante de mí, me atrevería a decir que va a besarme.

Acaricia mis brazos mientras que me sigue mirando fijamente a los labios. Lo peor de todo es que no me estoy quitando y me mantengo firme y quieta delante de él. No sé qué cojones estoy haciendo y sobre todo no sé por qué no estoy actuando para quitarme de sus brazos.

No había sentido la sensación que me está provocando este momento nunca antes en mi vida, a mi favor tengo que decir que no me gustaría que esto estuviera pasando, pero algo en mi quiere que ahora mismo Caleb me bese.

-No...-dice él.

-¿Qué?-pregunto.

Caleb se separa de mí y se da la vuelta para no mirarme, apoya sus manos en la encimera de la cocina y niega con la cabeza constantemente.

-¿Qué pasa?-le pregunto.

-¡Esto no está bien! Tú ni siquiera me gustas, no me importas tampoco y no quiero que vuelvas a pensar que quiero besarte, porque no es así, yo jamás estaría con alguien cómo tú-dice alzando el tono de voz.

-Gracias por tu sinceridad, acabas de terminar de joderme el día, maldito gilipollas-le digo enfadada.

-No me gustas, yo no te gusto a ti, por favor lárgate de mi vista-dice sin mirarme.

-¡No voy a irme! No quiero volver a mi estúpida casa dónde está mi primo-le grito.

-Genial-dice.

Veo cómo camina hacia la puerta sin dirigirme ni siquiera la mirada y solo oigo sus pasos una vez desaparece de la cocina, lo siguiente que escucho es un portazo de la puerta de casa.

Caleb acaba de irse.

Genial. Pienso.

No sé en qué momento se me había ocurrido que Caleb podría ser una buena persona y que simplemente era un incomprendido y que necesitaba coger confianza con la gente para poder tener una buena relación, pero tengo que dar gracias una vez más de que me haya demostrado que es el maldito gilipollas que pensaba que era.

Me odio a mí misma por casi haber dejado que me besara, porque por mucho que él me diga que no, sé perfectamente que ha sentido exactamente lo mismo que yo y que quería hacerlo, me da igual sus aires de macho alfa y su negación ante la situación que acabamos de vivir. Sé perfectamente que él ha sentido lo mismo que yo y por mucho que me diga no pienso creerle, pero me odio a mí misma por haber llegado a sentir atracción hacia el, hacia una persona tan sumamente asquerosa.

Un golpe de suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora