Capítulo 42: El flechazo del niño creído.

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Me llamo Cliff Grimoire, y aunque cueste creerlo, soy nieto del mismísimo Papa de la Iglesia Milis.

Además, aunque todavía soy joven, poseo un claro talento para la magia; hasta el punto de que podría considerárseme un prodigio. Por otro lado, no puedo negar que poseo un temperamento difícil de contener, pero eso se debe principalmente a que muchos de mis compañeros no comprenden la diferencia entre nuestra habilidades. Y digamos que esto ha llevado a que me sienta un poco solo en la universidad, aunque nada importante teniendo en cuenta lo borregos que son la mayoría de estudiantes de la misma.

Sé que tengo talento, pero comprendo que solo con eso no es suficiente para triunfar, y nunca olvido que el esfuerzo es igual de necesario e importante. Quizás por esto, hay algunos profesores que aunque no soporten que un niño les supere, al menos me respetan; por mucho que este respeto no signifique nada para mí.

Este año cumplí los 16, implicando con ello que el año pasado me convertí en un hombre a ojos del mundo, aunque no hubiera ningún conocido que viniera a celebrarlo conmigo. No obstante, entiendo esto como algo normal, ya que el motivo por el que vine a la Universidad de Magia de Ranoa fueron las luchas internas por el poder entre las facciones de la Iglesia Milis; lo que me llevó a alejarme de todos a los que conocía.

Esta retirada se debió a que hace unos años, hubo un intento fallido de asesinato contra la Miko de la Orden del Templo, orquestado por la facción que apoya al Papa, mi abuelo. El fallo en este acto conllevó que la lucha por el poder se intensificara enormemente; y para que la vida de su nieto no corriera peligro, mi abuelo decidió mandarme lejos de los conflictos, al reino de Ranoa.

- Cliff, posees un enorme talento, pero es necesario que observes el mundo con tus propios ojos.

Con esas palabras, el Papa se despidió de mí. Pero con esas palabras comprendí que el Papa esperaba resultados de mí, como era de esperar.

Puede que Eris me hubiera vencido, pero eso no cambiaba que fuera un prodigio.

Tras un largo viaje, por fin llegué al reino de Ranoa para encontrarme una tierra yerma tanto en los terrenos como en sus gentes. La comida no estaba a la altura de mi paladar, el invierno era casi constante y la población local era incapaz de comprender mi grandeza; aunque eso no consiguió que dudara de mi talento.

Soy un Estudiante Privilegiado, el nieto del Papa, soy el futuro líder de la Iglesia Milis... ¿Qué sabrán ellos?

Pero en mi primer año en la Universidad, ocurrieron 2 eventos que hicieran tambalear mi confianza.

El primero fue un joven llamado Zanoba Shirone, que resultó ser un Miko, un niño bendito, un Hijo de Dios; y como tal, Dios le había hecho entrega de una bendición acorde.

El chico en cuestión no parecía ser excesivamente sensato, pero su habilidad, su fuerza... ese era otro cantar... Se le había visto levantar a una persona 3 veces más grande que él con una mano y sin esfuerzo antes de lanzarla por los aires.

Y alguien con esa bendición se encontraba en la misma universidad que yo aprendiendo magia, centrándose únicamente en magia de Tierra.

Sus avances eran torpes y lentos, pero me costaba comprender por qué un Hijo de Dios sentía la necesidad de aprender magia.

Desde tiempos inmemoriales, la magia ha sido la respuesta de los débiles humanos de imitar la grandeza de los dioses; en ese caso, ¿qué motivos tendría un niño bendito con la fuerza de Dios para aprender algo tan innecesario para él como la magia?

Con esta duda, no tuve más remedio que acercarme a él para saciar mi curiosidad.

- ¿Por qué estás aprendiendo magia?

The Chosen One: Gohan × Mushoku Tensei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora