1.

1.1K 89 18
                                    

Crecí rodeado de flores, viéndolas crecer y transformarse en hermosas, listas para ser llevadas destinadas a un motivo muy especial, mi madre siempre decía que las flores eran el mejor presente para entregar a las personas que amabas, que todas tenían un significado muy especial y emotivo. Así que yo crecí junto a ellas, admirando cuán grandes y radiantes se ponían, pensando sobre la persona afortunada que las recibiría.

Un día, cuando tenía cinco años, me detuve a observar a aquel niño que había ocupado mi rincón especial, divisé su pequeño rostro, de mejillas húmedas debido a las lágrimas que brotaban por sus ojos. Admiré su piel tan pálida como las rosas blancas que significaban pureza, sus labios tan rojos aparecieron ante mi vista después, así como las rosas rojas que eran el mismísimo amor, aquellos ojos tan brillantes como el sol a mediodía, irradiando calidez y tanta seguridad, aunque aquel día estuviera llorando; lloviendo.

Pequeña flor.

Avancé despacio, un poquito más, sin dejar de observar cada rincón de aquel rostro. Nuestras miradas se cruzaron, se hicieron una. Nunca había visto a un niño con esas características. ¿Cómo un niño podía ser tan semejante a una flor? Tendría que hacerle muchas preguntas a mi madre esta noche.

—¿Cuál es tu nombre? —Le pregunté con seguridad, sonriéndole para que tuviera confianza en contarme acerca de él, pero no respondió, aunque seguía mirándome con sorpresa.— Mi nombres es Park Sunghoon, ¿me puedes decir cuál es el tuyo?

—S-Sunoo.


[...]


—Basta, basta. —Nuestras risas podían oírse por todo el vecindario, éramos demasiado ruidosos casi siempre.

—No, no.

Así comenzó nuestra amistad, hace muchos años, no teníamos más amigos que nosotros y con eso nos bastaba. Estuvimos juntos toda la primaria, estuvimos juntos todo el grado superior y estaremos juntos en la Universidad o eso es lo que me dijo la madre de Sunoo, porque ambos estábamos destinados a estudiar la misma carrera. Hemos estado juntos casi toda la vida y hemos crecido bajo el mismo ritmo, cómo podríamos distanciarnos.

Sin embargo, no sé en qué punto alguien se detuvo u otro avanzó. Sunoo había dejado de ser aquel chico escuálido y delgadito que coleccionaba caramelos, vi cómo lentamente se fue transformando en alguien totalmente hermoso y le vi madurar. Su cuerpo ha cambiado, muchas partes de él se han marcado y su piel se ha puesto radiante y delicada como la porcelana. También sus facciones han cobrado vida, aquellos ojos se han puesto intensos y alucinantes, sus labios no se han quedado atrás, tal vez esté exagerando, pero juro verlos mucho más rojos de lo que ya eran, se han vuelto apetecibles como él. Por supuesto mis sentimientos también han cambiado, si bien antes mi corazón latía por él, ahora se vuelve loco con tan solo oír su voz.

—Hoon, por favor...

—¡Hasta que digas que perdiste! —Mis dedos no dejaron de provocar cosquillas sobre su torso.

No entiendo por qué no ha habido tanto cambio en mí, es decir, sí, he crecido, muchas cosas en mí han crecido bastante y he dejado de ser un pequeño muchacho, tengo el cuerpo de cualquier chico a mi edad, pero esto nunca llama la atención. Admito que usar los brackets podría restarme puntos, pero a Sunoo no le molestan, es más, casi ni los nota.

—¡Perdí, perdí!

—¡Sí!

Alejé mis manos de su cuerpo y me dejé caer sobre el césped a su lado, ambos soltábamos risas débiles y respirábamos agitadamente. Era un fin de semana agradable y decidimos pasarlo juntos, como siempre, en el parque. La sombra de nuestro árbol preferido nos protegía del intenso sol que estaba por lo alto, avisando que llegó el mediodía y que si no llegábamos a tiempo a la casa de Sunoo, su madre nos regañaría.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora