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—¿Te gusta lo que ves, eh?

Sus ojos tenían un brillo especial mientras admiraban mi cuerpo desnudo balanceándose sobre él, ocupando mi diestra para acorralarlo sin posibilidad de escape, y dejando que mi zurda bombeara lentamente la erección que hasta hace pocos minutos mi bóxer sostenía.

—Hoon.

—¿Mh?

Sus intentos vanos de cubrir su entrepierna con aquella camiseta, incrementaron mi deseo de por fin cogerme ese culo que ha estado negándome todo este tiempo. Me sostuve sobre mis rodillas ya posicionadas a la altura de sus muslos y sin esperar una señal suya, tomé el borde de aquel retazo de tela y con ayuda de mis dos manos, desgarré la costura con una brutalidad que desembocó sorpresa. Esa mierda no iba a privarme del grandioso panorama de esos muslos muy bien formados y deseables.

Si bien no rompí la prenda para quitársela, logré abrirla cinco centímetros sobre su tierno obligo, el cual dejaba en evidencia su agitada respiración tras observar lo sucedido. Aproveché su conmoción para separar sus piernas y recoger sus rodillas sobre su estómago. Una sonrisa se pintó en mis labios al hallar esa entrada cerradita entre sus nalgas, iba a romper las reglas, empezaría por el final. Él no me dejaría con las ganas jamás.

Sunoo levantaba su cabecita para poder alcanzar mis ojos, mas se dejaba vencer cuando la vergüenza le inundaba en sudor. No lo pensé mucho, de hecho recordé algunos de mis encuentros con otros chicos mientras conducía el glande sobre el borde de su entrada, sujetando mi pene desde la base. Intenté meterlo con fuerza y de un solo intento, sin embargo fue cosa imposible, él estaba muy estrecho como para lograrlo. Solté un soplido, Sunoo no era virgen, pero su culo lucía como tal.

Deslicé mis manos entre sus muslos y me detuve sobre ellos para sostenerlos en caso de que él tuviera planeado cerrar las piernas, y me acerqué sutilmente hacia el borde de su interior ansioso de dejar un rastro de saliva que por supuesto causó una reacción en él. El gemido chillón causado por la sorpresa me alentó a continuar la faena.

—Hoon n-no...

Escupí sobre el borde y dejé que mi diestra soltara aquella pierna, solo para que se ocupara de deslizar el fluido en su interior. Él se removió con un simple toque y su respiración se hizo más pesada, por ello escupí una vez más sobre el borde y metí mi dedo, internando la saliva hasta un rincón considerable, solo para disfrutar de aquella preciosa vista de Sunoo temblando y tan agitado sin razón respetable.

Me incorporé sobre mi sitio, repetí el monótono proceso de rozar el ápice de mi masculinidad por su entrada, dejando que lentamente él me aceptara a medida de mi ingreso. Moví la vista hacia su rostro, sus ojos se encontraban clavados en mí, no deshice el encuentro, sostuve su mirada con la mía mientras se la metía con menos dificultad.

Él en algún punto no pudo soportarlo, gimió agudo y dejó caer su cabeza sobre las sábanas, con los ojos muy bien cerrados. Agradecí su rendición mucho antes de que observara mi expresión excitada y casi sorprendida al apreciar cuán estrecho se hallaba. Sus manos tomaron las sábanas y las sujetaron con una fuerza desgarradora, probablemente con la misma fuerza con la que yo terminé por metérsela. Suspiré de satisfacción y él gritó de dolor mezclado con placer, ¿cómo puede ser capaz de excitarme eso en esa situación?

—¡D-duele, ah!

Tomé su cadera y me impulsé de ella para embestir su interior sin remordimientos o con intenciones de parar. Sus manos dejaron de sostener las sábanas e intentaron empujarme por el estómago para que me detuviera, yo me llené de la desbordante sensación de placer al sentir esas ardientes paredes cerrándose con fuerza sobre mi erección y de esa visión enferma de su boca soltando gemidos de dolor combinados con sensualidad.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora