10.

296 34 23
                                    

Me levanté con los rayos del sol golpeando mi rostro. Me giré lentamente buscando a Sunghoon con la mirada, pero me encontraba solo en la habitación. Me incorporé sobre las sábanas, me preguntaba dónde estaba Sunghoon. En los fines de semana la gente solía dormir más...

Mi rostro comenzó a arder cuando me di cuenta de que había dormido semi desnudo junto a él. Cubrí de inmediato mi pecho con la sábana y arrastrándola un poco logré alcanzar la puerta de baño para tomar una ducha que necesitaba con urgencia.

No hubo señales de Sunghoon en los veinte minutos que tomé para secarme y vestirme. Salí de la habitación con calma, tratando de escuchar algún ruido proveniente de él y me detuve en la puerta del cuarto de huéspedes, que extrañamente se encontraba abierto. Crucé la puerta y paré en seco, ahí estaba Sunghoon, ejercitándose sobre una delgada colchoneta.

Ahogué un suspiro, tenía muchos sentimientos encontrados y acababa de levantarme.

Negué con la cabeza, ¿qué estaba sucediendo conmigo? Él volteó la cabeza y se percató de mi presencia, yo brinqué hacia atrás con nerviosismo y aclaré mi garganta.

—¿Y-ya desayunaste?

—No. —Dijo moviendo su cabeza. ¿Cómo se pone a entrenar si ni siquiera ha desayunado?

—Lo prepararé, ¿puedes venir en quince minutos?

—Vale.

Salí velozmente de ese lugar con rumbo a la cocina. Sunghoon no se veía feliz, pero tampoco molesto, en realidad estaba serio y tranquilo, no tuvo ninguna reacción en particular al verme. ¿Pudo dormir con tranquilidad? Yo no, en absoluto.

Quería hacer algo sencillo pero delicioso. Así que usé su tostadora, esa que parecía nunca haber sido usada aunque no tuviera la etiqueta y abrí la bolsa del pan para usar un par y mientras se doraba, serví un poco de yogurt —su favorito— con fruta picada en cuadraditos y granola. Las tostadas estuvieron listas y les puse mermelada. Pensé que Sunghoon tendría que comer algo más saludable, pensé que podría gustarle ese tipo de desayunos.

Supuse que estaría muy lleno como para querer café, así que preparé una taza para mí.

Sunghoon apareció después de los quince minutos acordados, con el pelo húmedo y portando una chaqueta abierta que continuaba dejando ver su torso. Tragué duro y me senté en el comedor junto a él.

—¿Cómo preparaste esto tan rápido? —Él husmeaba su taza y plato con curiosidad.

—Es sencillo...

—¿Esto es sencillo? Yo jamás podría hacerlo.

Sunghoon empezó a probar todo mientras chocaba sus pies contra el suelo demostrando emoción. Yo solté algunas risitas de vergüenza. Seguía diciendo que era algo sencillo, pero dentro de mí sabía que jamás hubiera preparado algo así para mí. Quería lucirme para él y darle lo mejor.

Probé las tostadas y mientras le agregaba más mermelada a la mía, vi cómo uno de sus bracitos se estiró para jalar mi taza de café hacia su sitio. No pude decir nada cuando él se bebió de golpe la mitad y luego continuó comiendo con esa hambre voraz que a mí se me hacía tierna. Sunghoon se levantó con velocidad cuando terminó.

—Gracias. —Dijo antes de desaparecer por el pasillo.

Yo recogí la mesa y lavé todo con calma. Él y yo podríamos salir, no sé, podría poner la excusa de que no conocía la ciudad —aunque así fuera— para que él me enseñara más lugares, así pasaríamos más tiempo juntos.

Me senté sobre el sofá y encendí la televisión, no encontré nada divertido, pero me entretenía cambiando los canales.

Sunghoon apareció de nuevo y esta vez estaba arreglado.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora