17.

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El fin de semana llegó muy pronto sin noticias importantes. Sunghoon parecía no tener planes, porque se levantó tarde y desayunó con calma, luego preguntó por el almuerzo antes de tirarse sobre el sofá para reír a todo volumen con las caricaturas.

Era un sábado sin nada qué hacer, para él. Era un sábado con mucho quehacer, para mí. Los papeles se han invertido.

Mientras verificaba que el pollo no se dorara por demás, tomé tiempo para dejar la cocina impecable, dejando a flote mi obsesión compulsiva de limpieza. Me quedé blanco, sacándole el brillo a la encimera, no quería pensar en nada, pero aún tenía ese trago amargo estancado en la garganta. Me ponía mal ver a Jungwon y a Jongseong, me ponía mal saber que ellos estaban cerca y que les volvería a encontrar tarde o temprano. Eso me preocupada, eso me aterraba.

Era un sábado caluroso y sofocante. Eso era.

—¡La comida está lista!

Oí los pasos veloces de Sunghoon. Apareció en la cocina con una sonrisa hermosa que me provocaba muchas cosas por dentro. Atacó su plato con la misma velocidad con la que lo hace siempre. Esta vez usé una receta de internet y al parecer todo salió bien, porque él golpeaba el piso con sus pies mientras soltaba gritos exagerados de emoción. Comencé a sonrojarme.

—¡Está muy sabroso! —dijo metiéndose varias papitas en la boca.

—Espero que lo disfrutes...—Me senté junto a él y comimos juntos.

Después de su segunda ronda, volvió a retomar su lugar en el sofá y yo me interné en el cuarto de lavado. Lavé todo según color y delicadeza, tomándome el tiempo de verificar dentro de los bolsillos. Me di cuenta que lo que Sunghoon guardaba en ellos, la mayoría se trataba de condones abiertos y caramelos derretidos. Fue una sensación agradablemente amarga.

—Es sábado, ¿y tú haces eso? —Sunghoon apareció sorpresivamente en la puerta, con el torso desnudo y con su vasito de yogurt de soya. Giré de inmediato, mientras sentía cómo la sangre subía a mis mejillas.

—H-hay muchas cosas qué hacer...

—Bueno, la gente acostumbra salir de fiesta o viajar, pero tú prefieres lavar la ropa.

—Sí.

—Me agrada. —Tomé todo con calma y cuidado, no quería que mis manos nerviosas me delataran.— Es decir... le da un aire más acogedor a este departamento.

¿Qué quería decir con acogedor?

—Ya veo...

Nos quedamos en silencio. Yo no despegué mi mirada de la lavadora ni por un segundo, él avanzó lentamente hacia la secadora, cerca del montón de ropa limpia que debía ser doblada. Mi respiración comenzó a agitarse... hace calor, pero... ¿por qué le gusta estar semi desnudo casi siempre?

—Tu talla es muy pequeña. —Dijo de repente, yo giré de inmediato, lo vi sostener la tanga que había comprado hace semanas para él. Creí que iba a darme un ataque cardiaco por la vergüenza.

—...

Él me miró con una sonrisa sencilla, de esas que le restan importancia a la situación. Yo actué velozmente y le arrebaté la prenda para ocultarla detrás de mi espalda. Eso provocó una risa en él.

—Eres muy infantil, Sunoo. —Admiré sus cabellos despeinados y su perfil tan atractivo.— Quiero hablar contigo y... me gustaría que llevaras eso puesto —dijo sin tono de burla en la voz, lo decía en serio— te veo en la habitación en cinco minutos —concluyó, antes de rozar mi mentón con sus dedos y salir del cuarto con rumbo a la sala.

Yo no sabía que estaba contenido el aire hasta que lo expulsé en un suspiro nervioso. ¿Hablar conmigo con esto puesto? Estiré mi mano, observé la prenda y cerré los ojos, ¡qué vergüenza, qué vergüenza!

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora