26.

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Es comparable a las fichas de dominó cuando se encuentran ordenadas una tras otra y al ser una empujada, todas caen detrás.

No lograba entender la razón, por un momento todas las respuestas se hacían claras y nuevamente se nublaban debido a un espacio vacío. Todas esas escenas en mi cabeza intentaban contarme una historia, la mía, pero la introducción ha desaparecido, el desarrollo está a medias y el desenlace está lleno de imágenes que tienen una razón, más no la entiendo, porque no la conozco.

Cerré los ojos por un momento y busqué paz, quise que todo desapareciera, incluyéndome, pero nada sucedió, mi cabeza continuaba pidiendo razones y analizando lo que acababa de enlazar, aquellas cosas sobre la mesa y los recuerdos que se fueron acumulando en mis sueños. No se trataba de un efecto secundario de la bebida, no. Era mi pasado, simplemente.

Sentí que iba a desmayarme, en serio y por algún motivo había olvidado el número de emergencias. Gruñí por lo bajo y presioné mis puños con fuerza en la desesperación de no poder manejar nada de lo que estaba sucediéndome. Entonces la puerta sonó y levanté la vista de inmediato al imaginar que podía tratarse de él. No deseaba ver a nadie.

—¿Amor?

Sunoo ingresó por la puerta con una sonrisa que me pareció falsa y mi instinto de rabia aun preso en mi pecho, logró escapar. Me levanté del piso y caminé torpemente en su dirección.

—¡Vete de aquí!

Él se quedó paralizado sobre sus talones sin entender el motivo de mi actuar, mas cuando sus ojos se posaron sobre la mesa, él abrió la boca sin ser capaz de pronunciar una palabra. Negó con un movimiento de cabeza e intentó tomar mi mano, yo empujé la suya.

—...

—¡Fuera, fuera de aquí! ¡Ahora!

—H-Hoon... no.

Tomé su brazo con fuerza y jalé de él para llevarlo hasta la puerta, pero él se resistió y se aferró a mi hombro.

—Fuera.

—No, no, escucha, ¿tú... tú...

Lo sentí temblar, aún cuando luchaba contra mi fuerza llena de ira que deseaba sacarlo del departamento.

—Lo sé, cabrón, ¡ya lo sé! Este imbécil ya lo sabe.

—¡No, no, no!

Su espalda golpeó la puerta y me impidió alcanzar la manija para abrirla. Sus dedos continuaron aferrándose a mí clavando sus uñas, aquello me provocó ganas de vomitar, era demasiado para mí.

—Fuera traidor.

—Perdóname por favor, perdóname... perdóname —su voz sonaba rota y casi herida. Noté su llanto cuando varias de sus lágrimas cayeron derribadas sobre mi mano— perdóname.

—Déjame solo.

—No... n-no, no lo haré.

—¡Fuera!

¿Qué no lo entiende? Quería estar solo, quería un tiempo para poder asimilarlo todo, él solo empeoraba las cosas y no quería llegar a lastimarle, en ese momento no era yo, estaba fuera de todo.

—No lo haré, si quieres gritarme hazlo y si quieres golpearme está bien, pero... pero yo no me iré de aquí... no volveré a dejarte solo otra vez, no.

Me alejé de él, sabía que él no se rendiría como siempre, bueno, al menos eso era lo que vi estos últimos meses, realmente no sabía si era real, él lucía tan falso que sentía que toda su vida se trataba de una mentira, al igual que la mía. Regresé hacia mi sitio sobre la alfombra, casi cerca del ventanal, mientras le oía sollozar detrás. Entonces me giré para apuntarle con el dedo, aún con el cuerpo tembloroso.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora