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Solo bastaron dos semanas para que todo rastro de vitalidad desapareciera de Sunoo. Solo bastaron dos semanas para que sus energías y ganas de continuar desaparecieran. Todo se ha desvanecido, yo junto a él.

—¿Me veo bien?

—Sí, luces hermoso.

Terminé de ajustar la corbata de Sunoo con cuidado, antes de acomodar sobre su cabecita la boina blanca que venía a juego con su elegante traje. Él lucía hermoso al igual que siempre, ante mis ojos.

—Tú te ves realmente guapo.

—Lo sé —susurré, esbozando una ligera sonrisa.

—Uh.

—Deberíamos... deberíamos decirle a tu madre q-

—No, no, por favor no —suplicó. Hablamos sobre el tema más de una vez, él se negaba a darle esa terrible noticia a su madre, él temía por su salud emocional.

Ya era hora y no podíamos llegar tarde a nuestra propia boda. Así que abrí la puerta de la habitación para ingresar la silla de ruedas y acercarla a la orilla de la cama. El silencio se hizo presente, nadie dijo nada mientras con cuidado mis manos cargaban a Sunoo para trasladarlo sobre la silla. Entonces avanzamos hasta la puerta principal dispuestos a abandonar el departamento, usando el ascensor hasta cruzar el vestíbulo en dirección al estacionamiento.

Durante todo el trayecto el mismo silencio que nos ha estado haciendo compañía estos días, regresó. Un nudo se formó en mi garganta y me fue imposible iniciar una conversación natural. Evidentemente este era un día diferente a los demás, porque sería el más especial de todos, se trataba de nuestra boda, por supuesto que tendría que ser un día alegre, habíamos esperado mucho por este día y finalmente estaba aquí. Sin embargo, la nostalgia de una despedida seguía muy impregnada en nuestros corazones.

Me duele. Me duele más cada día. Ver cómo lentamente se va marchitando, cómo el brillo de en sus ojos y sonrisa se desvanecen. Ha dejado de mirarse en el espejo y detesta admirar su reflejo a través de la pantalla del celular, solo se queda en silencio divisando la luz del día a través de la transparencia de las cortinas, hasta quedarse dormido tras una noche horrible. Hay... hay algo llamado el tratamiento del dolor, es una resignación a la falta de esperanza, que solo busca eso, callar el dolor. Aprendí a inyectar sobre sus delicados brazos calmantes que le hacen delirar, por lo que se desconecta de la realidad y simplemente deja de sentir, hasta que logra descansar por muchas horas. Son pocos los momentos donde él realmente puede estar tranquilo, sin gritar por el dolor, son pocos los momentos en donde está despierto.

Supliqué sobre mis rodillas hace días. Bajé la cabeza y junté las palmas de mis manos en un intento desesperado de encontrar sosiego. Pedí disculpas por tener que hablarle expresando una petición, cuando durante toda mi vida siempre le había negado, empero, había escuchado de su bondad, había escuchado que él podía perdonarlo y curarlo todo.

Entonces supliqué, no por un milagro, sino por sosiego para que el dolor fuera compartido y mi ángel dejara de soportar tanto, supliqué para que apaciguara el suplicio de esta batalla. "Me has dado esta fuerza por alguna razón, permíteme ser yo quien luche por él, permíteme tan solo unos momentos más a su lado en plena serenidad, por favor".

En aquella noche la serenidad nos embargó, como si una capa transparente y protectora nos rodeara bajo la luz de la luna. Sunoo pudo dormir sin sentir dolor, solo descansó y yo lloré solitario la siguiente noche sobre la alfombra de la sala. Agradecí sin entender exactamente qué, solo agradecí.

Aunque el maldito tiempo avanzara sin detenerse, robándonos lo único que podíamos compartir; tiempo. Ese relativo el cual siempre había sido mi aliado, ahora no era más que el portador de mis maldiciones. Por su culpa, Sunoo ha quedado en los huesos con un tono pálido y triste sobre su piel, donde las agujas dejan estragos y moretones imposibles de borrar. Hay miedo en mí, cada vez que cierra los ojos, porque soy demasiado egoísta como para dejarlo partir de mi lado, soy cobarde y egoísta al negar la posibilidad de su partida cualquier minuto del día, a pesar de conocer su sufrimiento. Soy egoísta porque solo supliqué por sosiego y no por paz eterna. Quien debería morir era yo, no mi ángel.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora