20. SH

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Hay un agujero en el techo, un pequeño y diminuto agujero en el jodido techo, desde siempre, desde que recuerdo, hay un agujero en el techo.

Se lo dije a mi madre, se lo dije a mis amigos, se lo dije a todo el mundo, hay un agujero en el techo, pero nadie lo encuentra, solo yo. Es que es sencillo, lo señalo, lo analizo, lo puedo ver, ¡está ahí! Pero todos se empeñan en decirme que no hay nada de agujeros, pero está, en serio está ahí, me mira o yo le miro, no lo sé, solo sé que está ahí en la oscuridad y en medio de la luz. Siempre.

Creo que son las ocho de la mañana, no he podido dormir bien. Sigo mirando ese agujero en el techo, más cabreado que nunca. Wonyoung sigue queriendo que me vaya a Japón a terminar la pasantía y que trabaje allá, vale, es lo que me dice primero luego que de su desaparición por más de dos meses sin llamar. No soy capaz de decirle que quiero dejar la pasantía, que odio Japón, que odio el japonés, que no voy a trabajar en oficina nunca, que odio esta carrera porque hasta ahora no entiendo de qué se trata...

Y que detesto que actúe como si no pasara nada cuando hace dos meses estuvimos a punto de casarnos a las once de la noche en la calle comercial y que no fue posible porque yo estaba ebrio, ¡solo fueron tres botellas! Claro que podía firmar, es más quería firmar. Sigue fingiendo que no le importa cuando esa noche lloró en medio de la calle y yo quise golpear al maldito hijo de puta que creía que yo estaba ebrio. Se abrió una brecha esa noche, algo se rompió esa noche.

Es frustrante, quiero que me grite y me incrimine lo que hice, lo que soy, pero ella sonríe, ella sigue sonriendo y preguntándome si he comido bien. Detesto que siga diciendo "no debiste molestarte" o "por favor duerme bien" cuando no lo merezco. A veces me odio a mí mismo porque soy sincero con todos, porque soy la persona más sincera del mundo y lo digo sin pensarlo dos veces, pero con ella, joder, las cosas con ella son diferentes, con ella lo pienso dos veces y callo. No he podido decirle que es la mujer de mi vida ni esa noche gris que no pudimos casarnos y que lloraba desconsolada por mi culpa, no he podido.

Sungno se removió entre las sábanas, está a punto de levantarse.

Abrió los ojos dos minutos después y me miró con algo de confusión.

—Buenos días... —Tiene ojeras y se ve cansado.

—Hola.

Continúo mirando el agujero del techo mientras él se talla los ojos con su mano. Ya es muy tarde como para llegar a la pasantía.

—Oh dios mío, ¿qué hora es? —Se levantó de golpe con la respiración algo agitada.

—Más de las ocho.

Desvié la mirada en su dirección, tiene una expresión ida y sorprendida por algunos segundos.

—¿Por qué no me avisaste?

—No lo recordé.

Siento su frustración, yo también estaría frustrado si la pasantía fuera importante para mí. Él se dejó caer de nuevo sobre las sábanas, ambos miramos hacia el techo en silencio.

—...

—Hay un agujero en el techo —dije, sin esperar mucho de su parte más que el típico: ¿Cuál agujero?

—Sí.

Me quedé absorto. ¿Él podía verlo?

—¿Lo ves?

—Sí... ¿qué sucedió?

Tomé aire, ¿en serio podía verlo? No estoy loco, ¿cierto?

—No lo sé.

—Hay que rellenarlo...

Sunoo se cubrió con las sábanas y yo esbocé una sonrisa de felicidad, no estaba loco ni ebrio ni drogado ni fumado ni nada, era cierto, Sungno es el más cuerdo entre todos y lo ve. ¡Sí!

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora