Extra.

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Han pasado cuatro años desde la última noticia en los periódicos. Por algún motivo, los sucesos trágicos pierden relevancia a través de los años. Quizás porque el tiempo no se detiene y las personas tampoco, la vida continúa transcurriendo. Algunos mueren, otros nacen, es la ley de la vida y del tiempo. Nada se detiene, todo continúa.

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?¿Por qué? ¿Por qué?

Cada vez que Wonyoung cerraba los ojos, esos nombres tallados en piedra aparecían en su mente. Hasta después de haber viajado a Busan para visitar el cementerio, pensó que pudo haber sido una mala idea llevar a los niños con ella. Ellos jamás habían pisado un lugar así y fueron dolorosas sus preguntas referentes a qué hacían ahí. ¿Ellos tendrían alguna mínima idea de las personas que yacían ahí?

—Mamá, Myunhoon me pateó.

—Myunhoon...

Él levantó su cabecita desde el asiento que compartían ambos adelante y esbozó una sonrisa angelical para no ser regañado por continuar pateando a su hermano, por segundos menor.

—No fue mi intención.

—Manténganse tranquilos, ya vamos a llegar.

Ambos estuvieron de acuerdo con un "sí" alargado, que le provocaron una sonrisa instantánea. Después de todo no había cometido un error en ir hasta Busan para que ellos conocieran a los niños, porque sabía perfectamente que sería la última vez que "aquellos nombres" serían pronunciados por su boca.

Era doloroso, por supuesto. Fue doloroso desde hace mucho. Fue doloroso desde que Wonyoung supo de los sentimientos de Sunghoon hacia Sunoo, fue mucho más doloroso al tener que esbozar una sonrisa y dejarle ir, apoyándole en todos los planes de pareja que alguna vez tuvieron. ¿Por cuánto tiempo alguien podría callar un amor que lentamente acababa con sus ilusiones y sueños, irremediablemente? No sabía hasta qué punto podría callar, pero estaba segura de que no hubiera sido para siempre.

Que si amaba a Sunghoon, sí, cada día más. Que si le dolía su partida, sí, como nunca en la vida había dolido. Que si extrañaba su voz, sí, extrañaba absolutamente todo y se culpaba a sí misma por haber decidido huir aquella noche en donde no pudieron casarse. ¿Las cosas hubieran sido diferentes ahora? Se preguntaba. ¿Estarían juntos en este momento y "él" jamás habría formado parte de su vida? Ni siquiera ella podía responder. Quizás sí, quizás no.

Cuando un juguete se cayó al suelo, todo se detuvo, finalmente habían llegado a la estación de Seúl y estarían de vuelta a su hogar. Wonyoung se levantó velozmente y guardó el juguete en su bolso, antes de sujetar a los niños con ambas manos, para que no se distrajeran con nada del lugar.

—¿Ya llegamos?

—Sí, cariño.

—¡Mamá, tenemos hambre!

—Comeremos pronto, ¿sí?

—¿Qué tan pronto?

—Muy pronto.

Myunhoon saltaba con cada paso, mientras Sunoo llevaba su propio ritmo tranquilo y de vez en cuando, tocaba sus ojos para aclarar su visión después de haber estado dormido la mayor parte del viaje.

Wonyoung tomó un taxi para no tener que enfrentar el transporte público que cerca del mediodía se hacía mucho más complicado. Sacó la billetera de su bolso y empezó a contar el dinero que le restaba. Había gastado muchísimo en un día y era consciente de que tendría la misma cantidad en la casa, muy bien guardada, que por supuesto era poco. ¿En cuántos días desaparecería todo el dinero? Ya no tenían mucha comida en la casa y pronto los niños tendrían que ir a la escuela. El dinero no le sería suficiente para poder cubrir todos esos gastos.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora