5.

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—Disculpa, ese es mi asiento.

Hoy volví a llegar tarde a clases porque fui en busca de Sunoo y éste ya se había ido a clases y cuando llegué me encontré con que un chico estaba ocupando mi lugar descaradamente.

—Amh, hay otros lugares...

—Sí, pero ese es mi asiento.

Aquel extraño chico levantó la mirada, tenía unos lentes enormes.

—No veo tu nombre por ningún lado.

Esa es la razón por la cual no me gusta socializar, la gente suele ser muy pesada y si le das más confianza, pueden aprovecharse de ella.

—He estado aquí desde el primer día, muévete.

—¿Te has puesto a pensar en que estamos en la universidad y no en la primaria?

—Oh.

Aquello había ido demasiado lejos, sin dudarlo abrí mi mochila y busqué con toda velocidad mi marcador grueso, ese de tinta permanente y le amenacé con el objeto. Él se levantó del lugar como si éste quemara.

—Es tuyo, es tuyo.

Ajá, así sabría con quién iba a tratar, la próxima vez lo pensaría mejor si es que no quería tener una marca roja en la cara. Me senté en mi lugar bajo su atenta mirada y él se sentó en el asiento continúo. Creí que estaría tranquilo, sin embargo sentí su mano sobre mi hombro, llamándome, yo a duras penas me di la vuelta para mirarlo.

—Oye, ¿me pasas tus apuntes?

—Está bien, pero espero que tu pequeño cerebrito logre entender mi gran intelecto. —Susurré mientras sacaba mi cuaderno de notas y se lo pasaba. Me aseguré de seguir a detalle todo lo que hiciera con él, porque era realmente valioso.

Él tomó el cuaderno y empezó a hojearlo con velocidad.

—"También" lleva tilde. —Dijo mirándome con firmeza, yo me quedé estupefacto. ¡Claro que llevaba el acento!

—Estás ciego, yo le puse el acento.

—Claro que no. —Él me mostró la página en donde se encontraba la palabra y efectivamente había olvidado poner el acento. Solo solté un suspiro y no dije nada mientras él continuaba hojeando.

—¿Terminaste?

—Supongo, todos los ejercicios están regalados.

—Lo mismo dije yo cuando los resolví.

—¿En serio? Escuché a unos chicos en el pasillo que decían que estos ejercicios eran imposibles.

—¿Estás hablando en serio?

—Dios mío, sí.

Ambos mostramos una expresión sorprendida y luego estallamos en risas por algo estúpido, varios estudiantes se voltearon a vernos. Aquel chico golpeó el pupitre e inexplicablemente rompió una hoja de su libro, lo que nos causó más risa.

—Soy Lee Heeseung. —Dijo entre risas, extendiéndome su mano.

—Park Sunghoon. —Respondí, estrechando su mano con la mía.

Tuve que admitir que conocer a otras personas no es tan malo, aprendes mucho y te diviertes. Heeseung era un chico brillante, sabía hablar muy bien el inglés y el japonés, me comentó que su IQ era bastante alto y vaya que lo es. Sin duda nos llevaríamos muy bien.

El maestro no llegó así que decidimos ir a la cafetería a comer algo, antes de abandonar la institución. Pedimos un par de hamburguesas y comimos tranquilamente.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora