33.

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—¿Quién?

—¡El amor de tu vida! —grité aguantando la risa.

—¿Dean eres tú?

—Kim Sunoo...

Sunoo soltó varias risitas y abrió la puerta del departamento. Yo no hice el intento de ingresar, me encontraba muy ofendido con eso de la mención de "Dean" como para tener ganas de hacerlo. Sin embargo, él negó con la cabeza y jaló de mi brazo para que ingresara. Finalmente esbocé una sonrisa y reí junto a él.

—No te enfades por eso, uh.

—Supongo que Dean no te traerá algún presente romántico como yo.

Moví mi brazo hacia adelante y le mostré la rosa blanca que había comprado para él en el camino. Su sonrisa se transformó en una expresión de sorpresa que me hizo sentir orgulloso, evidentemente, yo era la persona más romántica del mundo.

—Amor...

—Tómala, la traje para ti.

Él tomó la rosa con ambas manos y la inspeccionó sigilosamente antes de asomarla a su nariz con la intención de disfrutar de su agradable aroma, el mismo que yo fui inhalando mientras subía las escaleras del departamento. Tenía tres razones para comprarle una rosa blanca; la primera la razón es que detesto las rosas rojas porque tienen un olor intenso y casi asqueroso, lo que las rosas blancas disimulan y lo hacen agradable, la segunda razón es que el idiota de Hojin le regaló rosas rojas porque sin tin rijis cimi sis libiis.

—Es realmente hermosa, amor.

—La compré porque sentí que ella y tú tenían algo en común. Sus pétalos con tan pálidos y suaves como tu piel, también comparten un delicioso aroma que me vuelve loco. —Esa es la tercera razón.

—Oh Hoon...

Sunoo se mostró bastante conmovido por mi reciente razón y me abrazó torpemente mientras su boca buscaba la mía para besarnos después de tantas horas estando separados. Mis brazos apresaron su cintura para atraerlo un poco más cerca, apreciando el sutil roce de nuestros cuerpos cubiertos de una calidez agradable. Entonces los minutos continuaron pasando entretanto nosotros nos perdíamos en nuestro mundo.

—Bebé...

—Es que no sé cómo expresar con palabras todo lo que siente mi corazón en este momento.

—Lo expresaste con ese beso, ya lo sé todo.

—Uh, amorcito lindo.

—Bebito precioso.

Aún en la gran cercanía de nuestros rostros, pudimos contemplar con claridad la sinceridad en nuestros ojos y sonreímos porque la paz nos inundó. Una paz de "ya no hay dolor ni preocupación, solo nosotros".

—¿Te gustaría salir a cenar?

—Sí —susurró sobre mi boca— estaba a punto de preparar algo, pero llegaste antes.

—Es que estaba ansioso de verte —y aceleré de manera peligrosa.

—Yo también, oh, ¿me contarás cómo te fue?

—Te lo contaré a detalle en la cena.

—De acuerdo.

Nos separamos de manera natural, aunque mis manos insistieran en seguir sujetando su cintura, porque Sunoo necesitaba tomar su abrigo para salir. Entretanto yo abrí la puerta para cederle el paso, pero me tuve a esperar un poco pues él corrió a dejar la rosa en un vaso porque ciertamente no teníamos ningún florero en casa y se me cruzó la idea tonta de comprarle un enorme florero en donde pondría guardar cada día una rosa, la que por supuesto yo se la daría después de regresar a casa. Ah, qué cursi, dios mío.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora