22. SN

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Lo que diferencia a mis sueños de mis pesadillas, es la delgada línea entre el recuerdo y la esperanza. Línea delgada que lucha interminablemente por mantener a la esperanza lejos del recuerdo, al dolor lejos de la felicidad, a mí lejos de la memoria.

Sin embargo hay algo turbio más allá de lo que se puede explicar, donde las líneas se rompen y todo empieza a mezclarse y la felicidad se llena de sangre y el dolor de mí. Donde las flores se marchitan y los amaneceres nunca se bañan de sol, solo de oscuridad. Una oscuridad casi transparente y cegadora, tan distante de la noche que no abriga ni de frío, sino de soledad.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo? —Pude reconocer su voz haciendo eco en mi cabeza. Observé todo, pero mis ojos parecen cerrados ante la oscuridad abandonada por el amanecer. Es su voz y es el tono frío de la misma.— ¡Responde!

—No lo sé...

Seguí buscando una pista que me pudiera conducir hacia él para poder correr del lado contrario, pero todo parece igual y el eco proviene de todo lugar y siempre termina en mí.

—Que seré bueno siempre y cuando tenga a la justicia de mi lado y seré justo hasta que pagues.

—¡No tengo nada qué pagar!

Aunque mis piernas tiemblen, tengo las manos hechas puño como si fuera mi punto de fuerza, dispuesto a luchar.

—Sunoo eres alguien malo —Jungwon habló con rudeza y con ese tono burlón que solo logró estresarme.

—¿Y qué eres tú?

Hay un silencio inquietante y de pronto me es imposible respirar, toda la oscuridad comienza a estrangularme y aunque lucho por quitarme esa presión en el cuello cuando agito las manos, no hay nada, solo vacío. Me sentí absorbido por la nada y no pude decir ni una sola palabra. Era yo a punto de mor...

La alarma me despertó cuando abrí los ojos y empecé a toser sin razón aparente. Me tomó algunos minutos sobre la cama poder identificar dónde estaba y qué hora era. La mañana lucía radiante desde la ventana y anunciaba mi viaje con rumbo a Busan durante los siguientes días.

Era demasiado tarde para llegar al trabajo y mucho más para enviar una nota de permiso que sabía que iban a denegar, así que restándole importancia a la posibilidad de un despido, me alisté para salir en menos de veinte minutos, no sin antes ingresar al departamento de Sunghoon con el corazón acelerado.

Sabía que él no estaría a esa hora, pero pude sentir su presencia en todo sitio, como si él pudiera ver todo lo que me encontraba haciendo, aunque no supiera nada de esto. Pegué la nota que ayer había escrito en el refrigerador y salí de ahí antes de que pudiera arrepentirme:

"Estaré fuera por algunos días, asegúrate de alimentarte y dormir bien. Atentamente, Kim Sunoo".

No se trata de una huida, sino de un receso. Deseo un receso con toda el alma, solo quería regresar a los brazos de mi madre por algunos días y llorar hasta sacarlo todo, me reconfortaba imaginar que también podría sacar a Sunghoon de mi corazón de una vez por todas, incluso si me mentía.

Una hora más tarde ya me encontraba admirando los últimos rastros de Seúl, dejando detrás las casas y saludando al brillante sol del mediodía. No sabía si Busan sería un gran consuelo para mí, cuando hay partes de él en todo lado, ahí, allá, incluso en mí.

Es difícil superar a alguien cuando hallas sus rastros sobre tu cuerpo, alma y vida. De pronto lo encuentras en ti, metido en mañas que nunca habías tenido; en canciones que jamás habías escuchado y que ahora sabes de memoria; lugares que nunca fueron recuerdo y que ahora son hito; en frases que solo tú puedes repetir porque algún día fueron "suyas". Todo, todo, todo, tú.

Todo lo que soy no es más que el reflejo de lo que él fue. Estoy hecho a su medida. Mi cuerpo está hecho para encajar con él y mi alma lo sabe, más que dios o el diablo, es mi alma quien lo sabe.

¿Quedarme sin ti es el precio que tengo que pagar por haberte lastimado, Sunghoon? Puedo hacer lo que sea para tenerte siempre, aunque tenga que sufrir toda la vida. Todo tiene un precio, ¿cierto?

Siempre hay un punto de quiebre, una dislocación de emociones que aturde nuestras almas y por un momento nos recuerda que seguimos vivos o nos avisa que estamos a punto de morir. Entonces cuando el punto de quiebre deja de ser punto y es un hecho, entendemos que ya estamos muertos o idos o solos, que prácticamente es lo mismo.

¿Cómo dejarte ir sin dejarme ir en el proceso? ¿Cómo arrancarme el corazón del pecho tratando de sacarte si tú estás en cada centímetro de mí? ¿Cómo olvidarte si mi memoria se ha quedado en ti?

Sunghoon ha ingresado tanto en mi vida que la ha tomado para sí, para poder vivirla. Si tan solo él supiera que tenemos una historia detrás de todo este teatro, si tan solo supiera que más allá del drama y las peleas, estamos nosotros y que desde siempre hemos sido nosotros. Si supiera...

Lo que deseaba de él era que a pesar de todos mis miedos, él continuara tomando mi mano y no se echara a correr a la mínima duda.

Desperté cuando los altavoces del tren empezaron a sonar anunciando la llegada. Yo salí algo desorientado y bastante hambriento sin saber exactamente qué hora era. Solo me dediqué a jalar mi maleta hacia afuera para poder buscar algún taxi que me llevara a casa.

—¡Sunoo! —Sin embargo fue aquella voz fue quien retuvo mis pasos.

Me giré para poder asegurarme que se trataba de algo real y no solo una alucinación. Él fue quien se encargó de hacerme entender que era real, regalándome una dulce sonrisa y me contuvo entre sus brazos con la calidez de su cuerpo.

—Quise darte la sorpresa aquí, llegué esta mañana de New York.

¿Y vino directamente aquí? Pensé que visitaría a su padre primero, yo solo le había informado que estaría en Busan el fin de semana. ¿Cómo pudo saber exactamente a qué hora llegaría mi tren? ¿Cómo pudo adivinar que necesitaba a un amigo justo en este instante?

—Te extrañé Hojin —susurré, luchando contra las lágrimas.— Te extrañé.



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Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora