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No pude dormir bien por todos los pensamientos que se iban sumando a mi cabeza y por el dolor creciente en mi espalda debido a la mala posición en mi asiento, cerca de la cama de Sunoo. Lo único que se repetía en mi cabeza era el: "¿Qué puedo hacer?" sin respuesta.

—¿Estás bien? ¿No te duele algo, bebé?

—Estoy bien...

No solté su mano, continué ahí acariciando la suavidad de su piel y trasmitiéndole la seguridad que necesitaba.

—¿Descansaste bien?

—Sí... ¿tú pudiste dormir?

—Sí, sí, un poco. —Mentí. No quería causarle más preocupaciones. Él tendría que estar tranquilo para mejorar.

Sus ojos me inspeccionaron con lentitud, como reconociendo cada muestra de cansancio debajo de mis ojos y descubriendo otra más.

—¿Qué te dijo el doctor sobre mi estado?

—Emh... —aquello me tomó por sorpresa—, lo que te dije ayer...

—Yo reconozco esa expresión en tu rostro, por favor dime lo que te dijo sobre mi estado.

—Sunoo...

—Merezco saberlo, por favor no me ocultes nada.

Sunoo siempre ha sido muy intuitivo, es imposible ocultarle algo, al menos no después de todas las expresiones compasivas de las enfermeras más jóvenes al venir a revisar pulsaciones y que por supuesto él notó de inmediato.

—Me dijo que tú no te hiciste los estudios que te pidió, sobre la anemia severa...

—Entiendo.

—Que tus síntomas coinciden con la anemia y con...

—¿Qué?

—Leucemia —susurré, casi sin poder pronunciarla.

Estallé en llanto al no poder soportar más ese dolor dentro de mi pecho.

El rostro de Sunoo se llenó de las mismas lágrimas, mientras nuestras manos se entrelazaban una a la otra con mucha fuerza. Sentí su miedo, porque yo me encontraba ahogado en el mío. Solo éramos... éramos dos personas que se necesitaban una a la otra para continuar, no estábamos preparados para ese tipo de batallas, no.

—A-amor...

—Estarás bien, te lo juro. Vas a curarte y estarás bien, te lo juro por lo más sagrado, te lo juro...

Oír su llanto y escuchar su tristeza me rompió el corazón, se sentía como una gran bala impactando sobre mi pecho con el dolor que solo la rabia podía otorgar. Miles de preguntas sin respuestas aparecían sin parar, la duda reinaba en cada palabra que juraba. ¿Será posible?

—F-fue mi culpa...

—Bebé n-

—Es mi culpa, es mi culpa...

Él continuó repitiendo aquello, yo le contuve entre mis brazos cuando no pude aguantar el impulso de tenerlo entre mis brazos a través de un abrazo delicado.

—No te culpes por esto, te lo ruego.

Me alejé de él para no causarle dolor, pero en ningún momento solté su mano. Saqué fuerza de algún lado inexplicable y por un momento mis miedos se hicieron lejanos ante la presencia de la valentía dentro de mi pecho. Se trataba de él y yo, lucharíamos como siempre lo hicimos, lucharíamos contra todo.

—Hoon... —Sequé sus lágrimas con mi mano libre.

Hay muchos tratamientos y muchas personas se han recuperado.

Sunoo, el chico flor ⪼ SunSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora