* Gorriar: Robar
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Por desahogarse, más que por petición de su tía de que le contara todo, Paulina soltó el secreto de lo que habían sido esos casi siete meses en Don Matías y tras las puertas de la casa cural. Le narró cómo habían terminado alojándose allí, el trabajo concedido, los ángeles en su vida que habían sido Luis y Abel preparándola para los sacramentos, y hasta para la vida al enseñarle a leer y escribir. No ocultó detalle alguno de cómo poquito a poco el padre se robó su corazón en cada pequeña acción que realizaba, hasta que los dos acabaron sucumbiendo al deseo y el amor. Acabó llorando de nuevo cuando llegó al culmen de la historia, e Ismenia le brindó apoyo apretándole la mano. No la juzgó ni reprendió, pues sabía que en cuestiones del corazón, no cabía la razón ni la consciencia, solo el sentir. Únicamente le hizo una pregunta, la misma que Luis le hiciera a Abel tras encontrarlos.
—¿Te protegiste? ¿Él usó preservativo?
—Eso es incómodo que lo preguntes, tía—la mujer negó.
—No lo es, cariño. Simplemente quiero sentirme tranquila de que tú lo estés. Sería demasiado doloroso verte así sufriendo por perderlo y que además estuvieras embarazada.
Los colores le subieron al rostro.
—Creo que lo hizo. Usó una telita antes de hacerme el amor. Me garantizó que con eso no me pasaría lo que con mi padrastro.
Ismenia afirmó con la cabeza, comprendiendo.
—Igual no importa mucho eso ahorita. Solo tengo en la cabeza que no lo volveré a ver. Después de que dijera que era un error—su tía la abrazó contra su pecho.
—Lo siento mucho—susurró.
—¿Debería arrepentirme como él de lo que hicimos? ¿De amarlo?—levantó la cabeza de golpe—dímelo, tía. ¿Hice mal?
La mujer mayor solo sonrió con tristeza, acariciándole la mejilla.
—La iglesia no lo permite, ¿pero quién se dará cuenta en estas circunstancias? ¿Quién soy yo para juzgarte si lo que me cuentas es amor? Terminara mal o no, es amor, y estoy convencida de que Dios es todo Misericordia. Los comprendió, y ahora se han alejado—le secó las lágrimas—tú no te martirices con eso. Solo trata de volver a la calma y elaborar tu duelo. Toda tu vida has merecido ser feliz y no lo has conseguido. Ahora es tu oportunidad. Crea tu propio futuro junto con tus dos tesoros. Que por cierto... ¿Cómo se lo tomaron?
Paulina cerró los ojos, contrita.
—Emilia no lo sabe. Cree que vinimos por unos días a pasear contigo y eventualmente nos regresaremos a Don Matías con Abel.
—Se lo tienes que decir. La verdad, Linita—ella se puso de pie, asomándose a la baranda del balcón.
—Me odiará cuando lo sepa, tía. Que su mamá fue una cobarde, que no le conté algo tan importante como para despedirse de Abel. Para ella ese hombre era su papá real.
—Se molestará. Pero no te odiará. Es solo una niña de seis años, Pao—la sintió a su lado, poniéndole la mano en su espalda—y tú no fuiste cobarde. Solo una mujer enamorada incapaz de lidiar con el propio dolor, para someter a sus hijos a uno similar. Sabías que el decírselo la mataría como lo hace contigo—inclinó la cabeza, llorando.
Por momentos el dolor se hacía insoportable.
—Fuiste valiente y considerada con ella. Pero se lo tendrás que decir antes de que comience a hacer preguntas. Si cree que son pocos días los que se quedarán, esperará volverlo a ver y conforme pase el tiempo dolerá más.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...