DICCIONARIO ANTIOQUEÑO (Léelo antes de empezar)
* Raspón: Herida provocada por la rozadura de la piel contra el suelo / Enfurruscar: Enojar / Cumbamba: Barbilla - mentón / Peladura: Herida abierta pero pequeña.
****************
Él lo había visto todo.
Desde la llegada de la mujer al parque con los niños, hasta como se quedaban ellos jugando mientras ella recorría los locales del parque. Las palomas a su alrededor le reclamaban los preciados granos de maíz, piando y arrullando. Pero él no dejaba de ver lo que hacían ambos pequeños, y porque la mujer los había dejado allí.
No perdió detalle de como el que parecía ser el mayor, cuidaba unos bolsos pero no le quitaba los ojos de encima a su hermanita; y menos de cuando la niña corrió y gritó con los brazos extendidos persiguiendo a las palomas. Su gato, Figgaro, sentado sobre su hombro, bastante viejito y ya que empezaba a ver más o menos poco, también la siguió con la mirada. Incluso cuando no calculó bien la velocidad a la que iba y se fue al suelo de frente, golpeándose la barbilla y las rodillas.
Como buen samaritano que su religión le había enseñado, se puso de pie de un salto dejando la bolsa de maíz y corrió para auxiliar a la niña. No lloraba todavía, pero si parecía muy asustada.
—Ya pasó, tranquila—se acuclilló a su lado ayudándola a levantar y vigilando si se había quebrado una mano o pie.
Solo tenía raspones en una de sus rodillas, el codo y la barbilla.
—¿Estás bien?
Le limpió con un pañuelo los moretones y la mugre de las piernas. La niña solo lo miró con lágrimas en los ojos que no llegaron a salir, quizás queriendo hacerse la fuerte.
—Me caí—gimió.
—Lo sé—intentó sonreírle alentador.
Aunque los niños no es que se le hubiesen dado de maravillas.
—Pero ahora ya pasó y estás bien.
No tendría más de seis años, con sus cabellos castaño claro, ondulados y unos preciosos ojos claros. Nunca la había visto por el pueblo ni a su madre y hermano tampoco. De lo contrario los recordaría. Cuando la pequeña se miró los raspones estuvo a punto de largarse a llorar. No tuvo otra forma de distraerla que mostrarle a su gatito, mientras el hermanito parecía venir corriendo a ellos.
—No llores. ¿Quieres conocer a mi gato? Le gustan mucho los niños—inclinó el hombro y dejó que la pequeña viera al minino.
Las lágrimas cesaron entonces, reemplazadas por una sonrisa de curiosidad, y cuando al acariciarlo el gato cerró los ojos y ronroneó, la pequeña se olvidó por completo que se había caído.
—Es muy bonito. ¿Cómo se llama?
—Figgaro—su gato le lamió la manito y la niña comenzó a reír—dile que estás encantado de conocerla, Figgaro.
—¡¡Emi!!—gritó el niño cuando llegaba a su altura.
—Hola, Figgaro. Yo soy Emilia.
El ronroneó más y la niña lo miró.
—¿Cómo te llamas? Yo soy Emilia. Estoy con mi hermanito y mi mamá.
Cuando él pensaba presentarse, el niño que tendría tal vez diez u once años, llegó y la apartó poniéndola detrás de él.
—Emilia, no te le acerques. Mamá dice que no debemos hablar con desconocidos.
La pequeña volvió a asomarse, mientras él se ponía de pie.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...