DICCIONARIO ANTIOQUEÑO (Léelo antes de empezar)
* Mercar: Hacer la compra / Oblea: Trozo de pan ácimo sin levadura que usualmente se da en la iglesia / Songo zorongo: Lentamente - despacio / Carretuda: Persona que habla mucho pero solo de chismes / Embrollo: Problema / El patas: Diablo - satanás / Encopetado: Peinado alto y elegante / Mema: tonta - boba / Maña: tacto - cuidado / Paca: paquete
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Semana y media más tarde...
—¡¿Paulina?!
Los niños tanto como ella, levantaron la cabeza ante el llamado. Mientras ellos dibujaban en unas hojas que el padre Abel les había facilitado antes de irse a reunir con la madre del convento; ella picaba unas zanahorias para la sopa.
—Estoy en la cocina, padre.
Se secó las manos con un paño y salió al encuentro del padre Luis, que era quien la llamaba. Sus pasos pesados bajaron del segundo piso, con una hoja en mano, y él sonrió al hallarla.
—Mija, siquiera la veo. Quería saber si está desocupada para hacer unos mandados.
—¿El qué?
Le pasó la hoja con un mundo de garabatos que ella no entendió.
—Hoy hay que hacer la compra y pensé que ahorita que estoy desocupado, puedo acompañarla para presentarle a la dueña de la tienda donde el padre Abel acostumbra a mercar. ¿Puede?
—Pues, padre, ahorita hacía la sopa. Si me espera unos minuticos lo puedo acompañar.
Sonrió animado.
—Perfecto. Avíseme cuando esté lista.
Ella asintió volviendo a encaminarse a la cocina para ultimar detalles del almuerzo.
Una semana y poco más había pasado desde que viviera en la casa cural con sus nuevos amigos. Un tiempo en el que vivió una paz que nunca creyó posible tener jamás. Ya se había adaptado completamente a su vida como empleada de los padres y no podía estar más feliz. Aunque algunos días debía madrugar para tenerles el café recién hechecito, no era nada comparado a la manera en que vivía antes en Belmira. Sus hijos tanto como ella no veían la hora de que amaneciera para disfrutar de su nueva casa.
Sus hospedadores ya acostumbrados a su presencia también eran de lo más gentiles en el trato, haciéndola sentir como si tuviese una familia. Comían todos juntos siempre que los horarios de ellos se lo permitían, le ponían platica de cualquier tema, exceptuando su pasado en Belmira; y la incluían en todo lo que hacían, salvo las Eucaristías. Porque por más que ellos le rogaran, Paulina no pensaba arrimarse a la iglesia o conocer de ese Dios que ellos todos los días predicaban. Tal vez si le hubiese hecho caso ese Señor en lo que le había pedido de ayudarla a salir del hueco en el que estaba. Pero le parecía poco creíble que estuviera en todos lados como sus amigos lo aseguraban, y más, que se metiera en un pedazo de oblea y en un vino.
Luis incluso la había apodado Tomas el discípulo, por no creer hasta ver, ¿pero que podía hacer ella si nunca la habían educado en eso, ni había sentido a ese Dios cerquita incluso cuando más lo necesitaba?
Tapó la olla al haber terminado de añadir los ingredientes, y se removió el delantal. Era mejor no hacer esperar al padre Luis.
Sus pequeños la miraron desde la mesa, y Emi dejó de colorear, para acariciar al gato que descansaba en un banquito a su lado.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...