Capítulo 36

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{Narras }

Lo observé y sentí como su respiración se aceleraba. Le dolía, era obvio que le dolía. No quería forzarlo, así que simplemente esperé en silencio intentando transmitirle una mirada tranquilizadora.

—No es necesario que hablemos de esto si no quieres – objeté en un susurro.

Esperé otro minuto y luego habló.

—Mi madre me ha estado ocultando esto hace dos meses.

—¿El qué? – pregunté confundida.

—Mi padre murió hace dos meses exactamente, y ella lo sabía – comenzó a apretar los dientes –La odio, _____, no te imaginas cuanto la odio.

Presentí y cumplí. Lágrimas nuevamente comenzaron a deslizarse sobre su mejilla. Sufría silenciosamente, y yo me sentía impotente.

Pasé mi brazo sobre su hombro y lo miré fijamente mientras acariciaba con mi otra mano su cuello.

—Gracias – susurró en tono casi inaudible.

Sonreí a medias.

—Sigue.

—Hace más de un año que mi padre estaba llamando a casa de mi madre, preguntando por mi. He cambiado el número de mi móvil y mi madre no quería dárselo.

—¿No tenían buena relación luego del divorcio?

—Para nada – afirmó Christopher – Se llevaban realmente mal. Mi madre pensó que mi papá llamaba para convencerme de irme a Nueva York con él. Ya que él vive allá. Pero él en realidad llamaba porque estaba enfermo – se le quebró la voz y quise llorar también – Tenía cáncer.

Lo ví intentando contener las lágrimas, pero sabía que no lo lograría por mucho tiempo.

—Él quería pasar su último tiempo de vida conmigo, ¿Entiendes? ¡La maldita zorra de mi madre no se lo permitió!

Notaba detrás de ese rostro adolorido una fuerte ira.

No diría nada, ¿Cómo podría haber hecho algo así la madre de Christopher? Yo no era quien para meterme, pero ¿Cómo alguien puede prohibirle a un padre el ver a su hijo?

Cuando hay hijos de por medio, hay que olvidar el afecto personal. Los hijos son primero, sin importar qué. Los asuntos personales entre adultos van después. Un hijo es una prioridad.

—Sé que quieres decir algo – me dijo Christopher – Lo noto en tu expresión.

—Yo... – tartamudeé – No sé que decir. Simplemente no quiero meterme a opinar, quizás tu madre tuvo sus razones. No lo sé.

—Ella le prohibió verme, _____, ¿Qué razón puede haber detrás de eso? ¿Rencor? ¿Rencor porque mi padre la dejó? Eso no es una excusa.

Estaba enojado, muy enojado.

—¿Ella sabía la verdadera razón por la que quería verte?

—No, pero tampoco es pretexto. Ella simplemente se negó a aceptar explicaciones de parte de mi padre. Encima tiene el descaro de venir a hacer el drama hasta la puerta de mi casa, y decirme que lamenta que mi padre haya muerto. No sé que me entristece más, si su muerte en sí, o que la mujer que me dio la vida sea tan mala persona.

—Lo siento – volví a susurrar y él me miró – Sé que no sirve de nada que lo diga, y que no te sentirás mejor, pero es lo único que puedo hacer además de estar para ti – admití mientras bajaba la mirada.

—No tienes que decir nada, _____ – acarició mi pelo – Yo debería disculparme por venir con mis problemas – comenzó de nuevo y le lancé una mirada fulminante.

—Ya te dije que eso no importa.

—¿Porqué aún me tratas con amabilidad luego de estos tres meses? – comenzó preguntándose más a sí mismo – Eres demasiado buena para ser verdad.

Otra vez. Me había quedado sin palabras.

—No hablemos de eso – suspiré.

—Creo que me he quedado sin lágrimas.

Arqueé una ceja.

—Sé que es difícil, pero... ¿Podríamos empezar de nuevo? – clavó su mirada café en mí, y me sentí cohibida.

—Christopher...

—Por favor – dijo firme interrumpiéndome antes de que pudiera negarme.

Sentí como me subía la sangre al rostro.

—Será difícil – comenté.

—¿Eso es un sí? – preguntó esperanzado.

—Eso es un "intentémoslo" – sonrió.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora