Capítulo 62

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{Narra Christopher}

—¿A qué te refieres? – preguntó tirando de mi camisa.

—Al final de la noche te lo daré – susurré con aire misterioso.

—¿Sexo? – aventuró.

—Además de eso.

Ella sonrió.

{Narras }

La indecisión, los miedos, el tormento que venía cargando hace tantos meses se había esfumado mágicamente y había dado lugar a una increíble sensación de bienestar emocional que no había experimentado nunca desde antes de que muera mi madre.

¡Christopher me amaba! Aún no podía creerlo, ¿Él diciendo que yo no podría sentir lo mismo? ¿Que me alejaría de él? ¿Estaba enfermo? Jesucristo. Sentí como si le inyectaran azúcar a mi corazón y a mis venas. Estaba más feliz que nunca en toda mi existencia.

Jamás había experimentado el amor, pero por lo que sabía era algo maravilloso.

"Escoria", pensaba hasta que me tocó a mi.

Si tan solo me lo hubiera dicho unos meses atrás, me hubiera ahorrado todo ese inútil sufrimiento e inseguridad, ¡Demonios!

Quería correr por toda la casa gritando a todo pulmón, "¡Él me ama, él me ama, perras!". Supuse que era mejor contener mi euforia para después.

Yo lo amaba, y él me amaba. ¿Podría existir algo más perfecto? ¿Más puro o real?

Con sus mil defectos, y mis mil y un defectos.

Christopher me complementaba, me hacía sentir viva, fresca y nueva.

"¡Oh vamos! ¿Dónde ha quedado la ácida y fría Rodríguez?", me atormentó mi conciencia.

Me reí de mi misma, y me auto conteste.

"Christopher se la ha llevado, y consigo, toda la mierda que me rodeaba", pensé.

Si antes estaba pasando bien mi fiesta de cumpleaños, ahora sentía que tocaba el cielo con las manos.

Christopher no se despegó de mi en toda la noche, ni siquiera para ir al baño.

Sus adorables celos, sus besos fogosos, me estaba enloqueciendo.

Luego de unas cuantas copas, divisé con dificultad el reloj en la pared. ¿Las once recién?

—Se te vé feliz – susurró Christopher en mi oído.

—Estoy feliz – le sonreí.

Estábamos en un rincón de la sala, mientras que en el enorme living, despejado de sillones y muebles, se concentraba una gran cantidad de gente bailando subido de tono.

—Te amo – sentí su aliento rozar mi oreja, y mi corazón dio un vuelco.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora