Capítulo 39

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{Narras }

Me quedé helada.

—¿Tiene algo de malo si lo fuera? – pregunté sarcástica.

—Tienes casi diecinueve años, y a la mitad de los muchachos del pueblo detrás de ti, sin descontar que eres ardiente, ¿Cómo es que sigues siéndolo?

—No lo soy – admití intentando evitar el rubor.

—¿Con quién fue? – preguntó con curiosidad mientras yo lo observaba con los ojos como platos – ¡Oh vamos! Eres como mi hermana, ¿No vas a contármelo?

—Ni en sueños.

—¿Fue con alguien del pueblo verdad? ¿Del instituto? – cuestionó – ¿Con Paul? – me miró y no contesté – ¡Sabía que había sido con él!

—¡No! No fue con él, ni con ningún chico del instituto, Erick – gruñí.

—¿Fue con una chica? – abrió los ojos sorprendidos, y noté una leve pizca de excitación.

Comencé a reírme a carcajadas tras su expresión.

—No fue con una chica – comenté entre risas.

De ninguna manera me haría confesarle que mi primera vez había sido con Christopher.

Él se me quedó observando, no se quedaría sin una respuesta.

—Fue con un chico del instituto al que iba en Quito, unos meses antes de cumplir dieciocho – maldita y descarada mentirosa, eran mis nombres.

—¿Y qué tal? ¿Te dolió? He de decir que los hombres salimos en gran ventaja de esto, ya que... – volví a interrumpirlo.

—¡Cállate! ¡No quiero escucharte! – tapé mis oídos, ahogando su risa.

Habían pasado más de diez minutos y el profesor no aparecía, cuando estaba a punto de recordárselo a Erick, un hombre joven, de unos veinticinco años entró por la puerta.

Me quedé impactada.

Era realmente guapo, ¿Sería un estudiante nuevo? Ojos color verdosos, y pelo rubio. Fuertes bíceps debajo de una camisa blanca al cuerpo. Rostro perfecto y aniñado.

Parecía un modelo salido de una revista adolescente.

—Hola clase – anunció parándose frente a todos y casi se me disloca la mandíbula al escuchar lo que dijo – Soy su nuevo profesor, Johann Vera.

¡Dios me bendiga! ¿¡Ese era nuestro profesor!? A partir de ahora jamás volvería a llegar tarde a la clase.

—Se te caerá la baba – susurró Erick riéndose.

Golpeé su codo disimuladamente y él se quejó.

—Seré su nuevo profesor el resto del año, ya que el profesor Slaviñi se ha jubilado, como deben haberse enterado – dijo observando a todos en general.

Su voz era fuerte, clara y masculina. Aunque su ápice era jovial. No parecía ser un tipo exigente, se expresaba con amabilidad y casi con dulzura.

No pude quitar mi mirada de él en toda la clase, y Erick se la pasaba haciéndome bromas.

Era la primera vez que no quería que acabasen las dos horas de literatura desde que había entrado a la universidad.

Todo en él era tan perfecto.

Al terminar las horas, y de mala gana, junté mis cosas y me dirigí a su escritorio mientras procuraba que mis pies se movieran luego de estar tan cerca de él.

—El ensayo – anuncié dejando mis dos hojas sobre su escritorio y él levantó su mirada.

El corazón me dio un vuelco.

—Mañana sabrás tu nota – sonrió y me sonrojé.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora