Capítulo 46

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{Narras }

—Hola Christopher – saludó Yoyo cuando llegó al banco.

—¿Qué tal Yoyo?

—Genial, ¿Y tú? – respondió el chico en tono amigable.

—Perfecto.

Lo observé, pero Christopher no se movía ni un centímetro del asiento.

—Bien, ahora muévete del lugar de Yoandri, Christopher.

Él me miró, y volvió a entregarme otra de sus sonrisas juguetonas.

—¡Oh lo siento Yoandri! – comenzó Christopher – Pero quería pasar un rato con mi novia.

Me quedé helada. Él no podía haber dicho eso.

—Lo siento por incomodar hermano, me sentaré en tu asiento, puedes quedarte aquí – se disculpó Yoyo y lo miré casi horrorizada.

—Oye Yoyo, él y yo no... – él me interrumpió.

—No te preocupes _____, la próxima clase será – sonrió – te enviaré el CD, ¿Vale? – quise replicar pero el ya se había ido.

Fulminé con la mirada a Christopher.

El resto de la clase pasó tranquilamente. Tranquilamente enloquecedora.

El profesor explicó toda la historia ecuatoriana, y Christopher no dejaba de intentar llamar mi atención, o tocar mi pierna con su mano, o acercarse a susurrarme cosas pervertidas en el oído.

Fingí que lo ignoraba, pero en realidad me divertía.

Era un idiota, pero aún así me divertía. Claro que no lo admitiría. De hecho pasaba la mayor parte de mi vida ocultando cosas que demostrándoselas a la gente.

Al finalizar la clase, salí decidida hacia ningún lugar. Lo único en lo que pensaba, era salir de allí.

Maldita y asquerosa confusión.

¿Por qué no podía ser como el resto de las chicas? "Espera un momento... _____, no has dicho eso", me reproché casi automáticamente. ¿¡En qué diablos estoy pensando!? No soy una maldita puta. Y mucho menos de Christopher.

Tomé mi móvil y le marqué a Sofi rápidamente.

—¿Cariño? ¿Qué sucede? – preguntó mi amiga.

—¿Puedes venir a buscarme? – dije algo nerviosa, sabía que Christopher venía detrás de mí a lo largo del pasillo.

—¿Qué no tienes otra clase más en el mismo edificio?

—¡Sí! Pero no me siento muy bien – mentí.

—_____, ¿Qué ha pasado? Parece que estás hiperventilando – rió Sofía.

—Nada, nada – volví a mentir – ¿Puedes venir?

—¿Es muy grave, _____? Es que tengo una clase y llegaré tarde.

Y en ese momento alguien me arrebató el celular.

Sabía quien era.

La fragancia a galán lo acompañaba.

—Si, ¿Sofi? – dijo Christopher detrás mío – No te preocupes, nuestra amiga está genial, solo es un poco exagerada – carcajeó y lo fulminé con la mirada – ¡Oh! ¡Si claro! Yo le diré. Nos vemos en la tarde, adiós.

Cortó y entallé mis ojos mirándolo seria y reprochante.

—¿Qué has hecho? – cuestioné intentando mantener la calma.

—Solo le dije la verdad, ¿O acaso no estás bien? – comenzó a acercarse intentando ahogarme con su mirada.

Y estaba funcionando, su cercanía nublaba todo pensamiento racional. ¿Cómo demonios hacía aquello? Me encontraba emocionalmente en desventaja, ya que siempre era yo la que terminaba lastimada.

—No me siento bien, Christopher, quiero irme a casa – dije frunciendo el ceño sin mirarlo.

—Mírame – susurró pero no quise hacerle caso.

No me hundiría de nuevo en sus deseos, y menos en los míos.

Tocó mi cabello y me aparté.

—No es justo que juegues así conmigo – susurré a la defensiva.

—No estoy jugando – dijo firme.

Le arrebaté el celular de la mano y seguí con mi camino, consciente de sus pasos detrás mío.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora