Capítulo 59

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{Narras }

Erick guardó silencio unos minutos mientras conducía con el ceño fruncido.

—¿En qué momento has decidido que lo amas? – preguntó con elocuencia.

Suspiré.

—No lo he decidido, simplemente lo he asumido.

—¿Se lo has dicho?

Lo miré asustada.

—Eso es lo que me preocupa.

—¿Qué cosa? – preguntó confundido.

—Eso – repetí nerviosa.

—¿¡Qué cosa!?

—¡No le he dicho que lo amo!

—¿Y cuál es el maldito problema? – gruñó abrumado.

—Lo siento, lo siento. No te enojes. Sé que te estoy estresando.

—_____ – me interrumpió con calma – Ya dime.

Suspiré de nuevo, y le conté lo sucedido en el auto de Christopher antes de entrar a clases.

—No seas tan dramática, _____ – dijo divertido – ¿Tanto escándalo por eso?

De alguna forma, la tranquilidad de Erick me alivió.

—Pues no lo sé, ¿Tú que piensas? ¿Se habrá dado cuenta que lo amo? – balbuceé nerviosa.

—¿No lo sé? Quizás. Y si fuera así, ¿Cuál es el problema?

—No quiero que lo sepa. Acepté vivir con él apenas ayer, cuando finalmente cedí a lo que quiero. A lo que mi estúpido, asqueroso y patético corazón quiere.

El rió animadamente mientras estacionaba su auto en el aparcamiento de la cafetería.

—¿Te has dado cuenta que tampoco me has contado que te mudaste con él? – me dijo en tono de reproche.

Lo miré e hizo un puchero. 

—Me has olvidado – dramatizó con expresión triste.

Un "Awww" se escapó de mi garganta.

Lo abracé pasando mis brazos sobre sus hombros y él besó mi frente.

—Eso es manipulación – susurró riéndose – Las cosas no se arreglan con abrazos.

Lo abracé más fuerte y besé su mejilla.

—Mentira. Ya estás perdonada.

Ambos reímos.

—No sé que hacer Erick – me puse seria – He decidido callar un poco a mi parte racional para estar con él, pero estoy demasiado enamorada – miré fijamente a la vista exterior – Saldré lastimada, pero ahora estoy demasiado feliz como para que eso me importe.

—_____, tú lo has dicho. Saldrás lastimada si él no corresponde a tus sentimientos.

—No corresponderá, es muy mujeriego – dije triste – Y aún así lo amo.

—No cambias más – rió – Pero siempre tendrás a tu sexy mejor amigo para cuidarte – besó mi mejilla.

—A ti también te amo – reí.

—Entonces bésame picarona – dijo con voz femenina y estallé en carcajadas.

—No te amo de esa manera – le reproché mientras me bajaba del auto.

—Ni modo. Me amas y punto – dijo victorioso pasando su brazo por mis hombros mientras caminábamos a la cafetería.

Y así pasaron las semanas. Supe que no debía preocuparme, porque ciertamente no quería hacerlo.

—Mañana es tu cumpleaños – dijo efusiva mi mejor amiga mientras caminábamos por el parque.

—¡Lo sé! – suspiré resignada.

—¿Cuál es el problema? – preguntó frunciendo el ceño.

—Tendré diecinueve años – Sofía me miró interrogante – Luego veinte, veintiuno, veintidós, y finalmente tendré treinta – dije dramática.

Ella rió y me codeó.

—Vamos, _____, disfruta, vive el momento – dijo haciendo comillas con los dedos.

—Supongo.

—¿Qué crees que te regalará Christopher? – preguntó ansiosa.

—Nada, bueno... ¿No sé?

Ella me miró riendo y supe que algo se traía entre manos.

Había visto ese pequeño destello que hay en los ojos de un niño cuando sabe que ha hecho una travesura.

Sentí un revoltijo en mi estómago.

—¿Qué sabes? – inquirí directa.

—¿Qué? – preguntó haciéndose la indiferente y despistada.

—Sabes algo acerca de mañana, ¿Verdad?

—¿Yo? No, no. Claro que no – respondió atropelladamente.

—No mientas.

La miré fijamente a los ojos.

—No miento – desvió la mirada, y seguimos caminando.

Mi celular sonó.

Llamada entrante de Christopher "suculento" Vélez, como él mismo se había agendado en mi teléfono.

—¿Sí?

—Hola cielo – dijo el "suculento" – ¿Dónde estás?

—Con Sofía, ¿Por qué?

Ella me miró cómplice.

—Pues quería avisarte que saldré a la ciudad y volveré mañana. No quiero que te quedes en casa sola, ¿Puedes quedarte con ella?

Me quedé atónita. Fruncí el ceño y debati mentalmente si tenía que preguntarle porqué rayos se iría a la cuidad. Y aún más, sin mí.

Pero como ya habíamos dejado claro hace unas semanas atrás, nuestra relación consistía en estar juntos por la maldita"química" que existía, con exclusividad, y punto. Nada más.

Él no había mencionado "enamorarse perdidamente del otro", como estaba sucediendo en mi caso.

Pero yo lo había aceptado así, y ahora tendría que soportarlo.

—¿Y bien? ¿Puedes quedarte con ella? – preguntó él del otro lado de la línea.

—¡Sí! – me aguanté las ganas de abrir la boca y soltar las diez millones de dudad que tenía al respecto – Entonces nos vemos mañana.

—Te extrañaré esta noche, linda.

"Esta noche," soy sólo sexo para él, me lamenté interiormente.

—Sí, ya lo creo.

—¿Sucede algo? – preguntó preocupado.

—No, nada. Lo siento, estoy algo distraída.

—Prometo llegar lo antes posible, quiero pasar el día contigo.

—No será muy diferente a otro día – dije mientras caminaba.

—Será tu cumpleaños, quiero que sea especial.

Sonreí tontamente.

—¿Nos vemos mañana? – pregunté dándole fin a la conversación.

—Claro, hasta luego, te a... – tosió nervioso – Te quiero _____.


Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora