Capítulo 63

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{Narras }

—Te amo mucho más – murmuré apoyando mi cabeza en su hombro.

Estaba sentada sobre su regazo, y sus firmes abdominales se amoldaban a la zona baja de mi espalda.

—Que bien se siente escucharlo – siguió hablando en voz baja – Luego de tanto tiempo, pensé que me sacarías a los golpes – rió brevemente.

—¿Cómo es que no te diste cuenta? – pregunté más para mi misma que para él – Diablos, fui demasiado obvia. Estaba segura de que no sentías lo mismo por mi – me desahogué – Y cuando me invitaste a vivir contigo supe que sería más difícil.

—Si tan solo te lo hubiera dicho hace meses, no sé porque comencé esa maldita pelea aquel primer día de instituto.

—Yo tampoco, aunque me sorprendí ante tu actitud – afirmé.

—Creo que fueron celos – fruncí el ceño – Te ví con Erick, y a mi me ignorabas. Fue ese ego mío que tanto odias – reímos – Y aún así, si de la única forma que me hablarías sería insultándome, pues... Iba a provocarte.

Aparté mi cabeza de su cuello para mirarlo perspicaz.

—Lamento eso – me apené – Es que todo ese asunto con Andrea, el parque. Ya ha pasado un año, es increíble.

—Perdón por haber sido mujeriego – una carcajada involuntaria salió de mi garganta y él me miró fingiendo estar ofendido – Hieres mis sentimientos. Estoy disculpándome con sinceridad – solté otra carcajada más, apretando el rostro contra mis manos y él comenzó a reírse también.

—Nunca creí que te escucharía decir eso – admití aún riendo.

—Me has cambiado – sonrió – Y me alegra mucho que hayas entrado a mi vida.

Paré de reírme y lo miré seria.

—¿Recuerdas aquel día? – dije refiriéndome al día en que nos conocimos.

—¿Cómo olvidarlo? – carcajeó – El mejor día de mi existencia – dijo dramáticamente.

Arqueé una ceja.

—Claro, cuando plácidamente te acomodaste contra mi trasero – lo señalé acusadoramente y él me miró divertido.

—¡No había espacio! ¡No es mi culpa! – se defendió con una sonrisa pícara.

—Si, claro – coincidí erróneamente de manera sarcástica – De todos modos, me alegra que hayas sido tan pervertido.

—¿En serio? – preguntó curioso – ¡Sabía que eras pervertida! – me hizo cosquillas y yo le rogué que parara.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora