{Narras Tú}
Esta vez no iba a ser fácil contenerme. Tenía la rabia almacenada en alguna parte de mí desde hace unas cuantas semanas.
—¿Palabras de sabio? – pregunté retórica y solté un suspiro.
—¿Cómo has estado?
¿Es que acaso la gente no tiene otra maldita pregunta para hacer?
—Bien, supongo – respondí mientras bebía un sorbo de agua.
—¿Y Christopher? – mi corazón se detuvo. Esa era la pregunta que no esperaba.
—No es tu asunto, Richard – le advertí.
—¿Se han peleado? – preguntó ignorándome.
Cerré los ojos intentando que mi tolerancia no se derrumbe.
Asentí sin saber porqué.
—¿Te ha hecho daño?
Si seguía con esa incómoda conversación, terminaría llorando y en los brazos equivocados.
Sabía que no era el momento adecuado, y mucho menos Richard no era la persona correcta para desahogarme, pero mi débil corazón ya no podía contenerlo más.
—Sí – dije casi en un susurro y levanté la vista para evitar caer las lágrimas.
Sentí su tensión.
—¿Te ayudaría si te digo que lo mataré? – preguntó él intentando, irónicamente, aliviar la situación.
—No, pero gracias por el intento – respondí sincera.
Él sonrió. Y me pareció la sonrisa más honesta y sencilla que había recibido de parte suya. Parecía relajado y no a la defensiva como lo había estado siempre. Me recordaba vagamente a alguien, pero no sabía a quién.
Nunca había observado el rostro de Richard con especial atención. En realidad era bastante atractivo, si lo combinara con una buena personalidad, quizás sería un buen partido.
—¿Por qué te interesas tanto en mí? – le pregunté saliendo de mis cavilaciones.
La tensión volvió a dominar el ambiente.
—No lo sé – respondió nervioso.
—¿Te gusto? – arqueé una ceja mientras bebía otro sorbo de agua y observaba la muchedumbre bailar.
Él sonrió divertido.
—No del modo que crees.
Su respuesta me sorprendió.
—¿Ah no? – dije curiosa – ¿De qué modo crees que creo que te gusto?
—Eso me ha sonado como un trabalenguas – dijo entrecerrando los ojos y reímos – No lo entenderías.
Suspiró.
—Supongo que no.
La fiesta fue bastante divertida, charlé con algunas personas que conocía de la universidad, y descubrí que una que otra podían ser realmente agradables. Depende de quién.
—¿Te estás divirtiendo? – preguntó Erick tomándome de la cintura.
—Sí, algo – sonreí débil.
—¿Ese es Joel? – preguntó mientras achicaba la vista. Inmediatamente levantó su mano haciéndole señales – ¡Joel, hermano!
—Hola Erick, hola bombón – dijo Joel acariciando mi mejilla.
No lo había visto hace unas cuantas semanas desde aquella fiesta.
—¿Por qué a mi no me llamas bombón? – preguntó Erick agudizando la voz y los tres reímos.
—Lo siento Erick, ¿Cómo estás bombón? – reanudó Joel divertido.
—Genial, ¿Y tú? – esa maldita voz femenina que hacia Erick cuando intentaba hacerte reír era realmente útil.
Estallamos en carcajadas y nos quedamos hablando de que solo faltaba un mes para las próximas vacaciones.
Una vez que Erick regresó con Jennifer, me quedé charlando con Joel, hasta que inevitablemente surgió esa pregunta.
—¿Y qué tal las cosas con Christopher?
Tragué en seco.
—No le he visto desde ese día – aclaré intentando de fin al tema.
—¿No has hablado tampoco?
—No.
Él suspiró.
A eso de las tres de la mañana, me dirigí a donde se encontraba Erick.
—¿Estás muy ebrio? – le pregunté observándolo.
—¿Qué? – preguntó riendo.
—Nos vemos – le dije con una sonrisa e intenté besar su mejilla pero él buscó mis labios – ¿Qué haces?
Él estalló en carcajadas y yo sólo arqueé una ceja.
—¿Ni borracho me besarías? Pensé que te aprovecharías de mí. Lo has deseado todo el tiempo, lo sé – bromeó y me reí.
Tomé su rostro entre mis manos y planté un beso en su mejilla.
—Adiós monstruito, me alegra que al menos sonrías – me dijo despidiéndose y lo abracé.
—Gracias por intentarlo.
Salí de la casa sin depedirme de nadie más.
¿A dónde diablos podría ir? Sin auto, sin dinero, y a más de cincuenta cuadras de la universidad, sin contar el campus. Genial.
Podría llamar a Sofía. Rebusqué en mi bolso hasta que las ví. ¿Cómo no se me había ocurrido? Las llaves de mi antiguo departamento. No estaba muy lejos, aunque pasaría por algunas calles peligrosas. De todos modos, ¿Tenía otra opción? Estaba más que segura que la noche de mi mejor amiga estaría yendo de maravilla, e interrumpirla de ese modo solo empeoraría las cosas.
Caminé decidida por las frías y oscuras calles de Loja. Para acompañarme un poco saqué el iPod y puse la primera canción que ví. "Cobarde" de Yuridia. La letra se asemejaba irónicamente a mi situación.
Si había algo que me gustaba, era caminar mientras escuchaba música. Me hacía sentir como en las películas, algo ridículo pero realmente divertido si lo considerabas.
Observé nostálgica las calles desiertas del pueblo sabiendo que sería la última vez. Ya lo había decidido, luego de las vacaciones de verano me transferiría a la universidad de Los Ángeles, en Estados Unidos.
En un abrir y cerrar de ojos me encontraba frente a mi viejo departamento, y frente a el tormento que alguna vez creí, fue el amor de mi vida.
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Enamorada de un Mujeriego | Christopher Vélez
Fanfiction...y entonces descubrió que sin amor, todos los besos saben a lo mismo...