Capítulo 45

7.1K 453 11
                                    

{Narras }

—Atención clase, dejen el trabajo práctico que les orienté la semana pasada sobre mi escritorio por favor.

Tomé el trabajo en un folio que tenía dentro de mi carpeta, y antes de que me levantara, Yoandri se ofreció a llevarlo.

—Gracias – le dije mientras él sonreía.

Se acercó al escritorio del profesor Baxter y dejó los trabajos, pero antes de que se marchara, el profesor lo interrogó, y ambos comenzaron a hablar animadamente mientras la clase volvía a su barullo habitual.

—¿Así que te agrada Yoandri? – susurró Christopher en mi oído y me sobresalté.

—¿Qué haces aquí? – pregunté aturdida – Vuelve a tu banco, Christopher, la clase ya ha empezado.

Se sentó a mi lado y me miró divertido.

—Mi compañera de banco es demasiado aburrida, así que vine contigo – explicó – Me pareces más interesante.

Arqueé una ceja y lo miré interrogativamente.

—No te hagas el idiota.

—No lo hago, me quedaré contigo hasta que Yoyo vuelva, pero parece que su charla con Baxter es para rato así que podemos hablar.

Su tono era curioso pero aún así burlón. Maldito castaño.

—Así que... ¿De qué hablaban? – preguntó él.

—No te interesa.

—Todo de ti me interesa – bromeó.

—Pues esto no.

Intentaba ser lo más cortante posible, pero Christopher me la estaba complicando.

De un momento a otro apoyó su mentón sobre mi hombro y me miró fijamente.

—¿Sucede algo? – pregunté intentando apartarlo.

—Eres hermosa.

"No te sonrojes, no te sonrojes, no te sonro...", diablos.

—Y ahora te ves aún más hermosa con ese lindo rubor en tus mejillas – sonrió tierno y no pude evitar sonreírle de nuevo.

—Eres agradable cuando te lo propones – comenté.

—Puedo serlo todo el tiempo.

—Puedes, pero no quieres – adiviné.

—Hay veces que necesito ser rudo.

Por el tono en el que lo dijo capté al instante su capciosidad y perversión.

—Rudo – repetí con la vista fija al pizarrón.

—Exacto, ¿Alguna vez algún hombre ha sido rudo contigo?

Se estaba pasando de descarado.

—No – entrecerré los ojos sin mirarlo ni de reojo – Eso no me gusta.

—Apuesto a que de vez en cuando, te gustaría algo rudo.

No debía preguntarle a que se refería con "algo rudo".

—De hecho no – dije tranquila observando a Yoyo que ahora había acercado una silla al escritorio del profesor.

Diablos, que tipo tan social.

—Apostaría todo a que sí.

—Pues lo perderías todo – dije cortante.

—Estoy seguro.

—¿Ah sí?

Bien, otra vez a los mismos jueguitos de siempre.

—Por supuesto, pero si quieres demostrarme que no te gusta lo rudo, aceptaré con todo gusto – apreté los dientes.

Y él sonrió triunfador.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora