Capítulo 12

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Sabía que tenía novia. ¡No debí ilusionarme con él! Espera, espera, _____ no te enloquezcas.

—¡Emily! – gritaron Zabdiel y Joel al unísono.

Una chica de cabello  castaño oscuro y tez blanca se abalanzó sobre los amigos de Christopher mientras yo miraba hacia la nada. Luego de los abrazos y saludos la chica se dio vuelta y me vió. Era bonita, realmente bonita.

—Un gusto, soy Emily – me abrazó con total confianza.

—_____ – dije con una sonrisa no del todo falsa.

—¿Así que tu eres la novia de mi hermano? – preguntó mirando pícaramente a Christopher.

¿¡Porqué diablos todo el mundo creía que era novia de Chris!? Un momento... ¿De su hermano?

—¿Son hermanos? – casi se notó el alivio en mi voz.

—Sí, ¿Acaso no ves el parecido? – se acercó a él y hizo una expresión rara.

Todos nos reímos.

—Tienes razón, ambos tienen esa adorable sonrisa y el pelo.

—Somos adorables, ¿A que sí? – pasó su mano sobre el hombro de Christopher y ambos sonrieron.

En realidad, eran muy parecidos. Debería haberlo notado al instante en el que ví a Emily. En este momento era en el que me daba cuenta que si sentía algo por él. Me había agarrado un ataque de celos con tan solo escuchar la voz de una chica. De hecho, yo no era insegura, en absoluto. Mi autoestima no dependía de alagos. Yo me sentía bonita y no necesitaba vestirme como una zorra para atraer a nadie. Aunque tampoco tenía intención de atraer a nadie. Pasamos la noche hablando y riéndonos, comimos, vimos películas, y jugamos un poco.

—¿Qué hora es? – preguntó Emily mientras bebía una bebida energizante.

—Las 2:00 am – respondió Joel.

—¡Vamos a nadar! – gritó entusiasmado Zabdiel.

—Genial – dijeron todos al mismo tiempo.

Todos iban dirigiéndose hacia el pasillo que conducía al jardín trasero cuando detuve a Christopher.

—Ahora los alcanzo, voy a buscar un traje de baño a casa – le avisé.

—Oh vamos, no seas gallina _____ – gritó Zabdi desde el pasillo mientras se iba.

—¿Qué se supone que debo hacer? – pregunté confundida por la provocación de Zabdiel.

—Nadar desnuda – dijo Christopher enarcando una ceja.

—¿Es broma, verdad? – reí y me alivié al notar que él también.

—No, en ropa interior.

—Ya, iré a buscar el bikini – me ví interrumpida cuando Christopher me tomó en su hombro – ¡Suéltame Chris!

—Cállate _____ – me dijo divertido y corrió por el pasillo.

—¡Qué me sueltes! ¡No, por favor! – gritaba desesperada mientras él corría, sentí la brisa fresca en mis piernas.

—¡Menuda vista! – gritó Zabdiel.

Y claro. Mi cabeza estaba apoyada en la espalda de Christopher, mi cintura sobre su hombro, y mi maldito trasero expuesto a todo el mundo.

—Vamos, Chris, bájame – intenté ser amable pero escuchaba sus carcajadas así que empecé a patalear como desquiciada.

Él me bajó pero me sostuvo fuerte contra su pecho dejándome sin escapatoria. Sonrió pícaramente y luego se inclinó hacia mi. Me sentí bastante estúpida al notar que su intención era otra. Caímos ambos a la piscina. El agua estaba a temperatura ambiente. Salí a la superficie y me tallé los ojos.

—Al menos hubieras dejado que me quitara la ropa.

Se acercó nadando a mí y me tomó por la cintura.

—Nadas bonito – observé y él sonrió.

—¿Cómo se hace para nadar bonito? – preguntó Emily mientras llegaba a mi lado.

—La gente bonita, nada bonito – acotó Joel.

—Diablos, entonces yo debo nadar como Dios del Olimpo – dijo Zabdi y todos estallamos en carcajadas.

No entendía porqué Christopher no me soltaba. No es que me molestara su cercanía, pero nunca habíamos tenido tanto contacto físico en esa semana.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora