Capítulo 34

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{Narras }

—Así que, ¿Él la trajo?

—Sí, pero no ha pasado nada entre ellos dos – dijo Erick a la defensiva.

—Igual no me importa – mentí descaradamente y él me miró con una sonrisa fácil.

—Estás mintiendo – carcajeó.

—Cállate – me quejé frunciendo el ceño.

¿Cómo diablos me conocía tanto?

—Vamos _____, admítelo. Estás loca por Vélez.

No podía mentir, estaba perramente enloquecida con Christopher.

—No quiero caer en sus juegos de nuevo.

—No es por defenderlo pero mi primo que está en la universidad, dice que ya no es el galán rompecorazones que siempre ha sido.

Dudé un momento.

—Un casanova nunca deja de serlo, Erick.

—¿Qué ha sucedido entre ustedes?

—Es complicado – me decidí y empecé a contarle cada detalle desde el día anterior antes de que me pasara a buscar.

—¿Crees que quiere algo en serio contigo? – preguntó pensativo.

—No lo sé. Como ya te he dicho, él nunca dejará de ser quien realmente es.

—Se ha tirado a casi toda la población femenina de Loja.

Hice una mueca rara.

—No es necesario que lo digas – él sonrió apenado.

Erick me dejó en mi casa esa tarde a eso de las siete, y lo primero que hice fue ir a bañarme.

Necesitaba cepillarne los dientes, y quitarme el maldito alcohol de encima.

Mientras me duchaba el recuerdo me azotó como un relámpago. Christopher me había comprado un cepillo, ¿Seguiría ahí? No lo creo considerando que habían pasado decenas de chicas por su casa, esos últimos meses. Sentía una extraña curiosidad.

A las nueve, el timbre sonó y supuse que sería Christopher para "hablar".

Ahora, con mi cabeza más despejada, me sentía completamente ridícula y avergonzada por lo de anoche.

Abrí la puerta con decisión, y me asombré al ver mi visita.

—¡Zabdiel! – chillé mientras le daba un abrazo.

—¡_____! ¡Por fin te encuentro! He venido aquí algunas tardes del mes, pero nunca estás.

—Pasa y hablemos mejor.

Entró y se sentó en el sofá mientras yo traía unos refrescos.

—¿Cómo te ha ido? Me he enterado que has terminado el instituto – asentí son una sonrisa – Felicitaciones, ahora ya estás en camino a la universidad.

—Gracias – dije no del todo convencida.

—Cuéntame que ha sucedido con Christopher – me dijo de manera directa – Sé que algo anda mal.

Suspiré y le conté mis tormentosos últimos tres meses hasta el día de ayer.

—Diablos, ustedes dos son tan dramáticos – comentó divertido.

—Lo sé, pero ya basta, no quiero hablar de eso.

—Bien, lamentablemente debo irme, cariño, he venido aquí de pasada.

—¡Oh! Lo siento, debo estar atrasándote. Ha sido un gusto volver a verte, Zabdi – sonreí.

—Debemos juntarnos más seguido, Joel se muere por verte.

—Llámame algún día y quedamos – finalicé mientras me despedía en el umbral de la puerta.

Enamorada de un Mujeriego | Christopher VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora